Los contrarrevolucionarios rusos también batallaron en Guadalajara…

Misa ortodoxa con los rusos blancos en el alto del Contadero en Checa
Misa ortodoxa con los rusos blancos en el alto del Contadero en Checa

Hay partes de la historia que son menos conocidas que otras. ¿Por qué sucede esto? Existen muchos factores que lo explican. Sin embargo, uno de los más habituales es el mal endémico que azota a España, basado en la inexistencia de una adecuada inversión en investigación. Empero, esta situación se ha ido corrigiendo y se está apostando –poco a poco– por el trabajo científico. Gracias a ello, se van descubriendo y analizando diferentes pasajes de nuestro pasado que, hasta el momento, permanecían en el olvido y que –gracias al esfuerzo de los especialistas– se van incorporando al acervo académico…

Precisamente, la Guerra Civil de 1936 es una de las etapas sobre las que se está trabajando –mucho y bien– durante los últimos tiempos. Diversos expertos están recabando datos de los aspectos de un enfrentamiento bélico que enfrentó, de un lado, al ejército de la Segunda República. Y, de otro, a las tropas rebeldes, comandadas –entre otros– por Francisco Franco. Un general que –desde el 1 de abril de 1939– fue el jerarca de una dictadura militar que se extendió hasta 1975…

Montaje con la foto de la misa ortodoxa y el lugar donde se celebró
Montaje con la foto de la misa ortodoxa y el lugar donde se celebró

En cualquier caso, durante la contienda de 1936 –que se prolongó casi durante tres años– se sucedieron las batallas entre las dos principales facciones. Algunos de los encontronazos más conocidos tuvieron lugar en la provincia de Guadalajara. Ahí está el caso del combate que tuvo lugar en Brihuega entre el 8 y el 23 de marzo de 1937, que se constituyó como el primer gran enfrentamiento que ganó el gobierno republicano frente a las falanges nacionalistas.

Sin embargo, hubo otros episodios de esta conflagración bélica que tuvieron como protagonista al territorio arriacense. Entre ellos, la presencia de los «rusos blancos» en el Señorío de Molina. Pero, ¿en qué consistió esta realidad? Se trató de un movimiento sin una coordinación central clara que –en sus inicios– buscó luchar en contra del gobierno soviético.

De hecho, estos grupos estaban conformados por fuerzas centralistas rusas, antirrevolucionarias, zaristas e, incluso, por seguidores de la iglesia ortodoxa. Además, una parte de las mencionadas agrupaciones se definían por su antisemitismo, acusando al judío de cualquier infortunio. A pesar de la referida mezcla ideológica, todos los que se integraban en la referida realidad compartían un mismo objetivo. Pretendían apartar del poder a los bolcheviques…

En consecuencia, muchos de sus miembros combatieron al Ejército Rojo durante el enfrentamiento civil que vivó la URSS hasta 1921, y que fue ganada por los efectivos soviéticos. Empero, y tras su derrota, el «Movimiento Blanco» continuó existiendo, aunque muy disgregado. Eso sí, continuó compartiendo un importante componente anticomunista.

En este contexto, algunos de sus integrantes participaron en otros conflictos, como el acaecido en España entre 1936 y 1939. Debido a esta circunstancia, varios de estos «voluntarios» llegaron hasta Guadalajara, donde se integraron en los ejércitos sublevados.

Pavchesky ametralladora y detrás Krivocheya Molina de Aragón
Pavchesky ametralladora y detrás Krivocheya Molina de Aragón

No se puede pasar por alto la labor que –en este sentido– hizo el teniente general Yevgueni-Lúdvig Kárlovich Miller, de firmes posturas monárquicas –no en vano, su familia pertenecía a la nobleza–. El mencionado militar fue uno de los jefes de la referida tendencia antirrevolucionaria. Así, tras perder ante los soviéticos y exiliarse, aseguró que «la cruzada contra el comunismo empezada en España [durante la Guerra Civil] era la continuación de la Lucha Blanca». Por tanto, hizo un llamamiento a sus seguidores para que se integraran en las tropas franquistas, sublevadas contra el gobierno democrático de la Segunda República.

En este contexto, una ochentena de contrarrevolucionarios soviéticos y de integrantes de la «Unión Militar Rusa» –una organización fundada en 1924 por opositores a los bolcheviques– lograron entrar en España. Una vez en territorio nacional, formaron parte de un destacamento encuadrado en el tercio María de Molina, emplazado en la capital del Señorío molinés.

– Visto lo visto, ¿cuál fue la causa real de estos voluntarios para participar en la contienda hispana?

– La principal motivación fue luchar en contra del comunismo internacional y de la intervención de la URSS de Stalin en la guerra civil española, con la esperanza de que su derrota en nuestro país contribuyese al fin del gobierno soviético en Rusia –explica el magistrado jubilado, investigador y especialista en la materia, José Luis de Mesa.

V. Shinkarenko, quien se sienta (derecha), y N.N. Boltin
V. Shinkarenko, quien se sienta (derecha), y N.N. Boltin

Pero, el grueso de dichos combatientes, cuando llegaron a España, ¿de dónde procedían? “La mayoría se encontraban en el exilio, al haber abandonado su territorio entre 1920 y 1921”, explica De Mesa. Por ello, “casi todos venían de Francia, aunque hubo quien llegó desde Madagascar” Asimismo, “dos o tres habitaban en Italia, alguno en Alemania y unos pocos en nuestro país”. Por tanto, y como insiste el historiador Pablo Sagarra, “casi todos se encontraban fuera de Rusia, exiliados”.

Pero los soldados que arribaban de más allá de las fronteras españolas, ¿cómo pudieron acceder a un territorio que se hallaba en guerra? “Es muy difícil precisar cómo entraron, porque normalmente en la documentación que se conserva no figura por qué lo hicieron”, confirman los especialistas. “Si bien, la mayoría de los que llegaron procedentes de Francia lo hicieron por la frontera de Irún, que era la única que se podía utilizar para entrar en el bando sublevado”.

Además, Sagarra apunta que se internaron en España “individualmente o en pequeños grupos, que cruzaban la frontera pirenaica de manera clandestina”. Hay que tener presente que, durante gran parte de la contienda, “el paso entre nuestro país y Francia estuvo cerrado por orden del gobierno galo”. Por tanto, se dificultaba –aún más– el acceso…

Requetés rusos del Tercio María de Molina Jaurrieta
Requetés rusos del Tercio María de Molina Jaurrieta

Una vez en territorio nacional, el grueso de estos «rusos blancos» se integraron en el tercio de requetés María de Molina, situado en la capital molinesa. “Cuando entraron en España se encontraron con que la única unidad del ejército español que admitía extranjeros eran los tercios –hoy Legión–, por ello se alistaron en sus filas”, explica De Mesa. “Otros descubrieron la existencia del requeté, donde se alistaron por coincidir con sus ideales de defensa de la religión, la patria y la monarquía”. No en vano, muchos de estos recién llegados defendían los valores propios del régimen zarista.

“En las unidades tradicionalistas se sintieron más cómodos. La defensa de la religión, la patria y la monarquía, postulados sintetizados en el lema «Dios, Patria y Rey», se asemejaba a la máxima del ejército imperial ruso: «Por la Fe, el Zar y la Patria»”, indica Pablo Sagarra. “Tanto los alistados en otros tercios del requeté como en la Legión se fueron agrupando en el tercio María de Molina, porque querían estar juntos y, además, porque así lo preconizaba la autoridad rusa en el exilio”.

Por ello, pronto se produjo la reunificación de todos estos soldados en una sola unidad. “Mediada la guerra, el coronel Boltin, que era el que entre ellos tenía graduación más alta, solicitó a Franco que todos estos combatientes que hubiese en el ejército nacionalista fuesen enviados al María de Molina, petición a la que se accedió porque su número era muy escaso”, indican los investigadores.

Ioan Shajovskoy Vol Rusos Cobeta Guadalajara
Ioan Shajovskoy Vol Rusos Cobeta Guadalajara

Unos antirrevolucionarios en Guadalajara.
Pero, ¿cómo era la cotidianidad de estos «voluntarios» en la provincia? “Su vida era la normal, la que llevaban las tropas destacadas en frentes que no eran considerados de continuo combate. Es decir, se dedicaban a la vigilancia de posiciones, a las exploraciones del territorio enemigo, a tiroteos y a algún pequeño enfrentamiento”, explica José Luis de Mesa. “También contaban con periodos de descanso, así como alguna visita esporádica a Pamplona o Zaragoza”. Sin embargo, esto último era «difícil», ya que “la mayoría de ellos no hablaba español”. Además, no estuvieron exentos de problemas. De hecho, “alguno fue detenido y llevado preso a la unidad por la Guardia Civil”, al no explicar suficientemente sus recorridos y escarceos en la retaguardia…

En Guadalajara estuvieron desplegados desde marzo abril de 1937 hasta el final de la guerra, acaecido en abril de 1939. “En la comarca del Alto Tajo permanecieron largo tiempo, todo el período que el tercio de María de Molina estuvo allí desplegado”, indica Pablo Sagarra. “Los «rusos blancos» se emplearon en la defensa y consolidación del dominio de las tropas nacionalistas sobre el abrupto territorio que correspondía a su sector”. De hecho, en algunas ocasiones intervinieron en pequeñas operaciones ofensivas y defensivas. “Lo hicieron en comandita con otras unidades de la Legión Castellano–Aragonesa, del Ejército Regular, de las milicias de Acción Ciudadana y de la Guardia Civil”, confirman los especialistas.

De hecho, “realizaron descubiertas al otro del río, agarrando prisioneros, armamento, ganado y provisiones. También rechazaron algunas emboscadas e infiltraciones de unidades republicanas”, describe el historiador Sagarra. “La «Sección rusa blanca» estuvo destacada en Cobeta, en la posición del Puente de San Pedro sobre el Tajo, en Taravilla, y en Checa”. En este último pueblo se emplazaron en el paraje del «Alto del Contadero»…

En consecuencia, es fundamental apostar por la investigación en todas las disciplinas. También en la histórica, con el fin de avanzar en el conocimiento del pasado compartido. Sobre todo, si se trata de un acontecimiento tan poliédrico como la Guerra Civil española, en cuyo transcurso intervinieron diversas potencias y fuerzas internacionales. De hecho, muchos investigadores consideran la conflagración hispana como la «antesala» del enfrentamiento mundial que tuvo lugar entre 1939 y 1945. Sin embargo, tampoco se puede olvidar que –en nuestro país– se produjo un golpe de Estado en contra de un sistema republicano democráticamente establecido. Pero, de esto, hablaremos en siguientes reportajes…