Manuel Catalina, el primer actor de Budia

Manuel Catalina
Manuel Catalina

Budia es uno de esos pueblos hermosos que se encuentra en el partido de la siempre magistral, histórica y monumental villa de Brihuega, con la que compartió parte de historia y lo hace con los colores alcarreños que dan razón y sentir a una comarca.

Fue, en tiempos pretéritos, una de las grandes poblaciones de esa parte de la provincia que, como casi toda por aquí, perteneció al Común de Villa y Tierra de Atienza, del que pasó a aquel manirroto personaje, como a algunos historiadores gustó denominar, que llevó por nombre Alfonso Carrillo de Acuña quien, tras recibir de sus mayores un inmenso legado en pueblos, villas y lugares, se fue deshaciendo de ellos para pagar deudas contraídas en llevar, por el siglo XV, vida de noble.

Budia, a partir de aquello, cayó en el lado de los Mendoza, por parte de los descendientes de quien fue denominado tercer rey de España, don Pedro González, con el sexmo de Durón, sus villas y tierra iniciando, a partir del siglo XVI, una historia nueva. Sin por ello dejar atrás la pasada.

De Budia se ocuparon los escritores del siglo XIX, lo mismo que los del XX, ante todo desde que, por indocumentado y vagabundo, mandó don Demetrio Millana a pasar la noche en un oscuro calabozo a todo un Premio Nobel de Literatura, don Camilo José Cela quien, años después, no habló muy bien del bueno de don Demetrio: … perdonada sea la manera de señalar…

Un gran actor, Manuel Catalina Rodríguez

Manuel Catalina no faltó, siempre que pudo, a la ofrenda de la Virgen del Peral, de Budia
Manuel Catalina no faltó, siempre que pudo, a la ofrenda de la Virgen del Peral, de Budia

Fue también Budia patria de alguno de los grandes actores del siglo XIX que pasearon su arte por los principales escenarios españoles. Quizá el más popular de todos ellos fuese don Manuel Catalina Rodríguez, hermano de otro de los actores que dieron ser al teatro madrileño del siglo XIX, don Juan Catalina. Ambos estaban llamados a continuar los pasos del padre, magistrado de oficio y regidor de Budia a mediados del siglo XIX. Ambos, como el tercero, don Eduardo, principiaron la carrera de Derecho que únicamente don Eduardo concluyó, llegando a ser Magistrado de la Audiencia de Manila.

Manuel Catalina Rodríguez compartió tablas, desde mediados de aquel siglo, con su cuñado, Julián Romea, y con Matilde Díaz, dos de los más grandes cómicos de los teatros del Príncipe, del Español o de la Cruz, de los que don Manuel también llegó a ser uno de sus más populares directores, empresarios y promotores. También lo fue en su pueblo natal, donde todos los años, con ocasión de la festividad de la Virgen del Peral se celebraba gran función teatral protagonizada por los mozos y mozas de la villa, de cuya gesta da cumplida relación otro de los grandes personajes salidos de Budia, don Andrés Falcón y Pardo, quien llegó a escribir a comienzos del siglo XX, una obrita a la que puso por título: “La función de la Virgen”, en la que da cumplida cuenta de cómo, por aquellos tiempos, se festejaba, por el entorno budiero, a Nuestra Señora del Peral.

No sólo se hizo popular con sus representaciones teatrales, recorriendo los pueblos de España con su propia compañía, sino que también llegó a escribir alguna que otra obra, y a lucirse como cumplido poeta en las revistas de moda de su tiempo, llegando a hacer un buen capital que, finalmente, terminó perdiendo en arriesgadas puestas en escena.

También se dedicó a la poesía, y otras artes literarias
También se dedicó a la poesía, y otras artes literarias

Manuel Catalina fue considerado en su época como un personaje de elevada cultura y notables ansias de perfeccionismo como actor. De hecho, se codeó con las máximas personalidades de la cultura y la política de la época. De maneras elegantes, aristocráticas, algunos lo tildaron de “señorito del teatro”, aludiendo a su procedencia familiar y a su posición social, pero llevado por su afición constante, demostró que no era un simple estudiante. Es más, defendió la importancia del teatro y la dignidad de los actores. En sus discursos en el Ateneo de Madrid, alertó sobre la decadencia del teatro español y reivindicó el derecho de los actores a las subvenciones estatales.

Como actor, tuvo que superar cierta tartamudez que sobrellevaba desde niño, haciendo esfuerzos para que no se le notara. Fue profesor del Conservatorio de Madrid, comendador de número de Isabel la Católica y ordinario de Carlos III; fundador de la Cruz Roja y de Caballeros Hospitalarios y perteneció a la Academia Cervantina de Bellas Artes. Como empresario, siempre estuvo dispuesto a mantener un alto nivel en la selección de las obras que representó.

Caricatura de Manuel Catalina, en sus últimos años de vida
Caricatura de Manuel Catalina, en sus últimos años de vida

Le acompañó la suerte durante algunos años, hasta que se le torció, a él y a sus hermanos, que pareciera que les hubiesen hecho un mal conjuro. Don Manuel falleció en Madrid el 26 de julio de 1886, retirado poco tiempo antes de los escenarios, cuando contaba con algo más de sesenta años de edad. Su entierro fue de los que marcan época, pues salió el cortejo de su domicilio, en la Costanilla de los Ángeles y pasearon la carroza mortuoria por los teatros en los que don Manuel mereció aplausos, deteniéndose la comitiva en el Español, hasta donde llegaron las orquestas de los teatros de la zona para tocar allí una marcha fúnebre en su honor; su hermano, el actor don Juan, murió en Ávila, pocos años antes; y mientras se dirigía al funeral, a don Eduardo, el magistrado de Manila, le acometió la enfermedad en un pueblecito de Barcelona y, diez días después, allí lo dieron a la tierra.

Manuel Catalina Rodríguez; actor, empresario teatral, escritor y poeta, nació en Budia (Guadalajara), en 1820; murió en Madrid, donde fue sepultado, el 26 de julio de 1886.