Muere Andrés Berlanga, autor de ‘La Gaznápira’ y alma cultural de Labros

Andrés Berlanga
Andrés Berlanga

Tenía la expresión de un sabio, la escritura de un virtuoso y la bonhomía de las gentes de tierra adentro. Andrés Berlanga, escritor, periodista, intelectual, falleció anoche en Madrid, como consecuencia del cáncer de hígado que le descubrieron tras su ingreso en la unidad de cuidados paliativos del hospital de La Paz, en Madrid. Contaba 77 años. Una vida entera dedicada a la literatura y, muy especialmente, a la divulgación de la cultura rural de Castilla.

El título que elevó a Berlanga al estrellato de la literatura española fue ‘La Gaznápira’, una novela publicada en 1984 y que recoge la esencia de lo que ha sido buena parte de la tarea intelectual de su autor: la recuperación de la cultura rural castellano y, muy especialmente, de su léxico. Un lenguaje perdido. Un legado cuyo ocaso ancla sus raíces en la despoblación y la sangría de un mundo, el de la España interior, que aún hoy seguimos dejando escapar.

Se publicaron once ediciones de ‘La Gaznápira’ antes de que en 1994 fuera incorporada a la colección de clásicos de Austral de la editorial Espasa-Calpe. Es una obra habitual en la lista de lecturas de los planes de estudio en Secundaria y Bachillerato. La novela, cuyo título alude a una palurda que se queda embobada con cualquier cosa, se centra en la agonía de un pueblo contrapuesta a la historia ascendente de Sara, su protagonista. Pero tan relevante es el argumento como la capacidad de rescatar parte del lenguaje del terruño. El académico lexicógrafo, filólogo y lingüista Manuel Seco presentó la obra en su edición original (Noguer, 1984) como “un ejercicio plenamente literario”, basado en el buen uso de un lenguaje “variado y rico”.

‘La Gaznápira’ nunca se llevó al cine, pero el director José Luis Garci adquirió sus derechos en 1984. La narrativa de la novela rezuma la inquietud por la cultura rural, una realidad a la que el autor no era en absoluto ajeno. De hecho, Berlanga nació en Labros, un pequeño pueblo del Señorío de Molina, en la provincia de Guadalajara. Estuvo vinculado a este enclave hasta sus últimos días y fue un intenso activista cultural, ya fuera impulsando la representación de obras de teatro, apoyando la restauración del patrimonio o editando una revista local.

El propio Berlanga admitió que había estado rumiando el libro desde los nueve años. Pero no fue hasta el fallecimiento de su padre en accidente de coche cuando tuvo la revelación de relatar el proceso de degradación y de agonía de un pueblo que al cabo de muchos siglos desaparece tras sufrir su abandono. “El lazo que yo tenía con ese pueblo era mi padre, y poco después del accidente, al encontrar un cuaderno de la escuela que yo tenía guardado, me propuso contar, en la piel de una mujer, la historia de una opresión y de una lucha a dentelladas”, explicó durante la presentación del volumen en la Biblioteca Nacional.

A ‘La Gaznápira’ le siguió la colección de cuentos ‘Del más acá’ (1988), un género que había compuesto también el volumen con el que se lanzó a la literatura en 1967, ‘Barrunto’. En su primera novela, ‘Pólvora mojada’, de 1972, relata la agitación estudiantil de los últimos años del franquismo.

Dentro su faceta de periodista, Berlanga fue durante cuatro décadas director de comunicación de la Fundación Juan March, a la que se incorporó en 1974 y donde editó la revista literaria ‘Saber leer’. También fue profesor en la Escuela de Periodismo durante siete años y redactor en el diario ‘Ya’ y la Agencia Logos. El último libro que publicó fue ‘Sucesos’ (2013), un libro de cuentos basado en la recuperación del mejor periodismo de la crónica de sucesos.

“La ironía es un arma de construcción masiva”, declaraba entonces a Efe sobre los cincuenta relatos inspirados en noticias encontradas en las páginas de periódicos, en los que explora la condición humana para construir un mosaico de la España de hoy “y desvelar la corrupción, la mentira y la prepotencia de los tiempos actuales”.

Berlanga estaba casado con la también escritora Enriqueta Antolín, quien falleció hace cuatro años. Durante sus últimas, según ha explicado su hijo, le gustaba tararear el estribillo de la canción de Víctor Jara ‘Te recuerdo Amanda’, el que dice “la vida es eterna en cinco minutos”, y recordar “la buena vida” vivida con su esposa. La capital ardiente quedará instalada en el Tanatorio de La Paz, en Madrid, a partir de las 16 horas.