Pastrana: cuando el Renacimiento pervive en la actualidad

Dicen que el idioma es evocación, que cuando se mencionan ciertas palabras, automáticamente rememoramos determinadas situaciones. Pasa lo mismo con los lugares. Muchos de ellos son recuerdos. E historia. Nos retrotraen a algún momento pretérito. Un ejemplo es Pastrana. Si deambulamos por sus calles, plazas y recovecos, emprendemos un camino hacia el pasado. Nos dirigimos a una época muy concreta. La villa es puro Renacimiento. Sólo hay que acercarse para comprobarlo…

De hecho, esta localidad se fundó en el siglo XII, bajo la dominación de la Orden de Calatrava. En sus primeros años de vida se constituyó como “una aldea de repoblación tras la salida definitiva de los árabes”, confirman desde el Ayuntamiento. Sin embargo, su gran desarrollo arribó en el siglo XVI. Fue en esta época –en 1541– cuando pasó a manos de Ana de la Cerda, condesa de Mélito y esposa de Diego Hurtado de Mendoza, miembro de una de las familias más poderosas del momento.

Tras este primer impulso, el municipio volvió a ser vendido. Ocurrió en 1569. Los beneficiarios fueron los Príncipes de Éboli. La pareja estaba formada por Ruy Gómez de Silva –un consejero muy cercano a Felipe II– y por Ana de Mendoza y de la Cerda. Poco después, ambos personajes recibieron el título de Duques de Pastrana. “Con ellos llegó la época de gran esplendor, ya que realizaron grandes obras en la villa”, aseguran desde el actual Consistorio. “Incluso, mandaron llamar a Santa Teresa de Jesús con el fin de fundar dos conventos, el de San José para mujeres y el de San Pedro (hoy del Carmen) para hombres”, agregan.

Esta política continuó durante los años siguientes. De hecho, los señores del lugar, en su política de engrandecimiento urbano, demandaron los servicios de profesionales moriscos que habían sido expulsados de las Alpujarras. Querían que trabajasen la seda. Precisamente, éste fue el origen de una de las factorías tapiceras más importantes de la Península durante los siglos XVI y XVII. “Más tarde, los duques completaron su obra ascendiendo la iglesia parroquial a Colegiata, dotándola de un cabildo de 48 canónigos, que superaba en número a todas las catedrales de España, exceptuando la Primada de Toledo”, se relata.

El devenir de la localidad siguió ligado a dicha familia aristocrática dos centurias más. “A lo largo de los siguientes años, se fueron sucediendo los duques. Pero en el siglo XVIII trasladaron su residencia oficial a Madrid, iniciándose así la vida rural de Pastrana”, confirman fuentes municipales. Sin embargo, “en la actualidad, la localidad sigue conservando gran parte de su trazado urbano y la riqueza artística que atesoró durante esta época”, corroboran.

Un gran legado monumental
Precisamente, la herencia patrimonial de la villa es muy importante. Entre los ejemplos más significativos, la colegiata. “Fue levantada hacia el siglo XIV como iglesia parroquial”, aseguran desde el municipio. No obstante, “recibió añadidos y detalles posteriores, como la portada norte, que fue construida en estilo gótico de finales del XV”. Sin embargo, la estructura actual fue posterior, gracias a una gran ampliación de las naves y del crucero impulsada por el arzobispo Fray Pedro González de Mendoza, hijo de los primeros duques.

 

“A día de hoy, su interior alberga el magnífico museo parroquial, muy denso en contenido. En el mismo destaca la colección de tapices góticos de Alfonso V de Portugal”, confirman desde el Ayuntamiento. Precisamente, dicho acervo es uno de los elementos patrimoniales más relevantes de la localidad. “Este conjunto se encuentra compuesto por obras de arte de un gran valor”, confirma el alcalde, Ignacio Ranera. Se trata de “la serie de tapices gótico flamencos más importante del mundo de finales del siglo XV. En los mismos se narra la conquista de las plazas del norte de África por las tropas de Alfonso V de Portugal”, describen sus actuales responsables.

A pesar de la transcendencia de dicha colección, el paseo pastranero debe continuar. Tras el museo, el visitante puede acudir al palacio ducal. Se comenzó a edificar en 1541. De hecho, el proyecto inicial corrió a cargo de Alonso de Covarrubias. “El edificio sigue un claro trazado renacentista español: de planta cuadrada con torres esquinales y patio central, así como un jardín escalonado en la parte posterior del mismo”, explican desde el Consistorio. “La fachada, sin apenas ornamentación, es de piedra sillar, con escasos vanos simétricos, decorados con una simple moldura. En el centro, destaca el carácter italianizante de la portada”, describen.

Pero la importancia del complejo va más allá… “En su interior se conservan unos maravillosos artesonados platerescos, igualmente diseñados por Covarrubias. Asimismo, destacan los zócalos de azulejería toledana de estilo mudéjar”, relatan los expertos. Y, como anécdota, en su torre de levante estuvo encarcelada la princesa de Éboli entre 1581 y 1592, por orden de Felipe II.
Desde allí miraba hacia la plaza de la Hora, el espacio que se abre frente al complejo palaciego. La explanada “se usaba para hacer paradas militares, recibimientos principescos….”, aseguran desde el municipio. “El nombre del lugar se enraíza en la época del encarcelamiento de Ana de Mendoza, ya que –durante su encierro– el único contacto que tenía con el exterior era asomarse a la reja del torreón durante 60 minutos al día”, aseguran.

No muy lejos de este emplazamiento se encuentran los conventos de San José y del Carmen, fundados por Santa Teresa. El primer complejo, “perteneció a la Reforma del Carmelo, aunque posteriormente fue ocupado por monjas franciscanas concepcionistas”, aseguran los historiadores. El segundo ejemplo –el Carmen– también merece una visita. “Entre sus religiosos destacó la figura de San Juan de la Cruz, quien fue maestro de novicios”, explican. “Estuvo ocupado por frailes carmelitas hasta la desamortización de Mendizábal (1836). Más tarde, en 1855, fue utilizado por franciscanos, empleándose como seminario para misioneros que se enviaban a extremo oriente”, se añade.

Por tanto, y como se ha observado, el casco histórico de Pastrana ha conseguido preservar un conjunto urbano renacentista. “Uno de los grandes logros que hemos conseguido ha sido mantener una arquitectura uniforme en la localidad”, confirma el primer edil, Ignacio Ranera. De hecho, el centro del municipio es uno de los mejor conservados de la provincia.
Una intensa vida cultural.

Pero, además, la mencionada población destaca por su viveza. Tiene un gran dinamismo asociativo y festivo. Entre las propuestas más conocidas se encuentra su festival ducal, que se encuentra declarado de Interés Turístico Provincial. “Los espectáculos tienen lugar por toda la villa”, explica Ignacio Ranera. “Esta propuesta se ha consolidado con una serie de actividades muy diversas, como teatros, títeres, conciertos de órgano, un mercado de época, conferencias, jornadas gastronómicas…”, aseguran desde el Consistorio.

De todas estas ideas, “la recreación histórica y el desfile de trajes renacentistas y barrocos es una de las principales y diferenciadoras del festival”. Precisamente, los vecinos participan en primera persona en dicha iniciativa. “Las más de 300 personas que pertenecemos a la asociación de Damas y Caballeros echamos una mano en el taller de costura, con el fin de realizar las vestimentas que utilizaremos en la propuesta”, asegura el alcalde.

Una implicación ciudadana que también se observa en otras actividades. Por ejemplo, se ha querido recuperar la figura de Santa Teresa de Jesús, que llegó a vivir en el palacio ducal durante varios meses. De hecho, se ha inaugurado un museo en honor a este personaje.

“Instalado en el claustro y en la iglesia del convento del Carmen, recoge una colección de siete grandes óleos que narran la llegada la santa a Pastrana en 1569 y la fundación de los conventos”, relatan fuentes municipales.

“Asimismo, en el mencionado complejo expositivo encontramos numerosas obras pictóricas de Alonso de Arco, Regino Páramo, Juan Carreño de Miranda, además de una colección de retratos realizados por maestros de la escuela madrileña”, agregan desde el Ayuntamiento. “Todo ello sin olvidar las importantes esculturas contenidas en su interior, como el Cristo de la verdad de Gregorio Fernández”, añaden

Otra de las figuras que se han querido valorizar en Pastrana ha sido la de Camilo José Cela, premio Nobel de literatura. De hecho, su obra “El viaje a la Alcarria” finaliza en esta villa. “Tenemos un proyecto para que el visitante pueda comparar cómo vio Cela el municipio en la década de 1940 y cómo se encuentra en la actualidad”, asegura el alcalde.
Por tanto, Pastrana bien merece una visita. Su patrimonio e iniciativas culturales son de gran relevancia. Además, sus calles y monumentos nos entroncan directamente con el pasado de nuestro país. Santa Teresa, San Juan de la Cruz o los Príncipes de Éboli recorrieron las plazas y espacios de la localidad. Renacimiento en estado puro. Al fin y al cabo, la historia no sólo se encuentra en los libros. También permea muchos lugares de nuestro país. Entre ellos, Pastrana… ¡No te la pierdas!