Recorrer el castillo-alcázar de Molina y subir hasta la Torre de Aragón

La comarca de Molina de Aragón es un vasto territorio geográfico que ocupa buena parte de la provincia de Guadalajara y al que pertenecen los 71 pueblos de las sexmas del Campo, la Sierra, el Sabinar y el Pedregal. La Comunidad del Real Señorío de Molina y su Tierra, conocida como “la Común”, comenzó a funcionar hace 802 años y es la depositaria de sus fueros medievales, si bien no todos los pueblos de la zona de Molina pertenecen a la Común, por ejemplo, Maranchón, Poveda de la Sierra o las poblaciones del valle del Mesa. Molina de Aragón es la capital del Señorío y un enclave histórico al que el viajero que desee entender Guadalajara debe dedicar una visita extensa y cadenciosa.

Dentro del vasto patrimonio histórico y artístico que alberga Molina sobresale el perfil de su castillo-alcázar. Es propiedad del Ministerio de Cultura, que ha invertido millones de euros para conservarlo parcialmente. El recinto abarca más de 10.000 metros cuadrados y constituye una impresionante fortaleza levantada por los árabes en la época de los reinos de taifas. La reconquista del lugar se debe a Alfonso I el Batallador de Aragón, en 1129. Desde entonces, hasta el siglo XIX, el territorio fue centro de litigio y guerras para acabar perteneciendo a la corona de Castilla, primero, y ahora, en los albores del siglo XXI, a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, a pesar de que su apellido rezuma aires de jota.

El castillo, declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931 y Bien de Interés Cultural en 1949, es hoy uno de los monumentos de mayor valor arquitectónico de la provincia de Guadalajara. Se trata de un conjunto fortificado que reúne todas las condiciones de un edificio defensivo utilizado continuadamente durante ochocientos años, desde el 1120 hasta el 1860, cuando se producen las últimas guerras conocidas y documentadas en el castillo. El edificio fue, sobre todo, una máquina defensiva.

Actualmente, sobresale por su espectacular conjunto arquitectónico y también por su yacimiento arqueológico, considerado de primerísima importancia por los especialistas. Antiguamente, el castillo rodeaba a todo el pueblo, incluido el Cinto, es decir, la Judería, una parte que se ha descubierto recientemente y que hoy día no está habitada.

El acceso al recinto exterior de la fortaleza se efectúa por la puerta de la Torre del Reloj, mientras que al interior se llega tras atravesar el patio de armas por la puerta situada en la Torre de Veladores. El exterior o albacara de la fortaleza es de grandes proporciones (de 80×40 metros), está defendido por diversas torres almenadas; y el interior, en el que se alza el castillo con seis torres, cuatro en buen estado o restauradas. La parte del exterior está custodiada por cinco puertas de acceso: la de la Traición, al norte; la de Caballos, al sur; la del Campo, al este; y las puertas de la Torre del Reloj y Hogalobos, al oeste. Asimismo, existen otras en la muralla que rodeaba la ciudad medieval, como las de Medinaceli, Baños, Valencia y del Puente.

En la parte más elevada del recinto se alza la Torre de Aragón, que consta de dos plantas de cuarenta metros. Es uno de los edificios más altos que se levantan en la Edad Media en Castilla, teniendo en cuenta que su altura alcanza los 30 metros. Un edificio azotado por el cierzo y cuyo objetivo era convertirse en vigía y barrera inexpugnable. Los historiadores dan fe de que ninguna milicia pudo asaltar la Torre de Aragón.

Esta torre fue levantada sobre un primitivo castro celtíbero, con una visión panorámica del valle del río Gallo espectacular. Los árabes centraron aquí uno de sus reinos de taifas y en este recinto también fue hospedado el Cid Campeador, en su camino desde Burgos a Valencia, gracias a quien entonces fue su anfitrión: el rey moro de Molina Abengalbón. Posteriormente, la torre fue sometida a diversas reconstrucciones después de la Reconquista y por mandato de la familia Lara, quienes fundaron un señorío en la primera mitad del siglo XII.

La Torre de Aragón fue restaurada gracias a una inversión de Ibercaja en 2006. En julio de 2015, los alumnos del taller de empleo “Agente dinamizador del Geoparque Comarca de Molina-Alto Tajo” reabrieron las puertas de este espacio con un nuevo proyecto de museización y de visita guiada.

Aunque ha habido varios intentos frustrados de convertirlo en un Parador de Turismo, la fortaleza molinesa es un destino ineludible de Guadalajara por su poso histórico y artístico. Ascender hasta su emplazamiento, además, permite avistar un impresionante paisaje entre Castilla y Aragón. Molina es conocida por ser la capital del frío –por las bajas temperaturas del invierno– y también por la ínfima densidad de población. En todo caso, al ser el centro de una extensa comarca, concentra los principales servicios y también una oferta de bares y restaurantes en cierto auge.

Pío Baroja, en La nave de los locos, escribió que “Molina de Aragón es un pueblo de cierto empaque aristocrático, con casas hermosas, calles bastante anchas y una gran fortaleza que volaron los franceses en la guerra de la Independencia, dejando de ella varios torreones, altos y dramáticos”.

Nota: Molina de Aragón celebra hasta el día 16 de julio las fiestas del Carmen, con desfile de los Caballeros de la Cofradía del Nuestra Señora del Carmen, fiesta de interés turístico provincial.


Del libro “101 Cosas que hacer en Guadalajara”, de Raúl Conde y Angel de Juan. Editores de Henares, 2016. Colección Temas de Guadalajara, volumen 12. ISBN: 978-84-608-7324-2 D. Legal: GU-72-2016