Recorrer la impresionante mole del castillo de Zorita de los Canes y otear el valle del Tajo

El castillo de Zorita de los Canes es una impresionante fortaleza calatrava sobre el Tajo.
El castillo de Zorita de los Canes es una impresionante fortaleza calatrava sobre el Tajo.

Zorita de los Canes es uno de los pueblos más bellos de Guadalajara y su imponente castillo, una de las alcazabas más relevantes de la provincia. Declarada conjunto histórico en 1931, la villa de Zorita está rodeada de un conjunto amurallado. A sus pies discurre el Tajo, que conforma una estampa clásica de la Alcarria Baja.

La historia de Zorita está marcada por la huella indeleble de la Orden Militar de Calatrava. La alcazaba es de origen andalusí y fue erigida a comienzos del siglo IX, en tiempos del emir Mohamed I. Álvar Fáñez conquistó la fortaleza a los sarracenos y acaba ejerciendo de gobernador del enclave en 1097. Posteriormente, cayó en manos almorávides y fue recuperada por Alfonso VII en 1124. Medio siglo después, el monarca donó la fortaleza a la Orden de Calatrava, para que defendieran el paso del río de las incursiones almohades. Zorita dispone de fuero propio desde el 8 de abril de 1180, en un gesto “real” orientado a impulsar la repoblación de la zona.

En 1545 una gran avenida del río reventó el puente de piedra, cuyos restos todavía pueden observarse cerca de las puertas de la muralla. Precisamente, en el pilar de este puente se habilitó el restaurante Abuela Maravillas, un coqueto local con una cocina interesante con un comedor desde el que se pueden disfrutar unas magníficas vistas al Tajo –declarado en esta zona Reserva Fluvial–, y al castillo de Zorita.

El mirador de este restaurante es una maravilla para recrear la vista. El comedor dispone de chimenea para los meses de invierno, aunque la terraza también convierte a este figón en un lugar indicado para el verano. La especialidad de Abuela Maravillas son las carnes y pescados a la brasa, y entre sus platos esenciales destacan las manitas de cerdo deshuesadas, el rodaballo a la bilbaína y el entrecot de buey. Entre los postres no faltan los bizcochos borrachos –el dulce típico por antonomasia de La Alcarria– y la carta de vinos contiene abundantes referencias nacionales.

Otro de los grandes atractivos de la visita a Zorita es recorrer la ciudad visigoda de Recópolis, situada en su término municipal y fundada por Leovigildo en el año 578. El nombre se debe al hijo de éste y futuro rey Recaredo. Convertido ahora en un extraordinario emplazamiento para la investigación histórica, Recópolis se convirtió en un centro urbano importante y capital de una provincia denominada Celtiberia, de límites imprecisos, al este de la Carpetania, durante la época en que Toledo era la capital del reino. La ciudad responde a una planificación urbanística muy cuidada.

Ruinas de la ciudad visigoda de Recópolis, en Zorita.
Ruinas de la ciudad visigoda de Recópolis, en Zorita.

Con aproximadamente 33 hectáreas, está rodeada de una gran muralla con torres cuadrangulares y varias puertas de entrada. En el interior se ha excavado la parte más elevada, una calle comercial que asciende entre edificios hacia un singular conjunto monumental administrativo y religioso: el Palacio y la Iglesia Palatina.

La página web de este enclave, cuyas visitas gestiona la Junta de Castilla-La Mancha, recuerda que las excavaciones han puesto de manifiesto las importantes relaciones comerciales que la ciudad mantuvo con todo el Mediterráneo, su intensa actividad productiva y su gran vitalidad hasta mediados del siglo VII, cuando se inicia una cierta decadencia. El parque arqueológico de Recópolis forma parte de la red regional de yacimientos y se puede visitar durante todo el año (conviene consultar los horarios en su web) a precios asequibles que oscilan entre los 2,5 y los 5 euros.

Cela también pasó por Zorita en su Viaje a la Alcarria en 1946. El escritor gallego considera “breve y deleitosa” la excursión a este pueblo. Y añade: “Zorita de los Canes está situada en una curva del Tajo, al lado de los inútiles pilares de un puente que nunca se construyó, rodeada de campos de cáñamo y echada a la sombra de las ruinas del castillo de la Orden de Calatrava”. Después de profundizar en la descripción del castillo y de las gentes de este rincón alcarreño, se acerca hasta Recópolis. Anota que “los habitantes de Zorita de los Canes son de raza rubia, como los alemanes o los ingleses. Tienen el pelo rubio y los ojos azules, y son altos y bien proporcionados”, y concluye: “Zorita es un pueblo que vive en familia y en paz y en gracia de Dios”.