Santos López Pelegrín: en la Academia del Mirto

Santos López Pelegrín
Santos López Pelegrín

La fundó, la Academia del Mirto, el 24 de abril de 1823, don José de Espronceda junto a algunos de sus más íntimos amigos dedicados al mundo de la literatura y el periodismo, entre los que figuraron nombres tan conocidos como Alberto Lista o José Antonio Canavilles, quien sería su primer presidente. En la presidencia de esta Academia, dedicada a tratar de arreglar los problemas de una España siempre inmersa en complejos laberintos políticos, le siguió un guadalajareño de postín, don Santos López Pelegrín quien, entre otros muchos seudónimos periodísticos, empleó y e hizo famoso el de “Abenamar”, que suena a romance moro de tiempos en los que la historia se nos pierde por los redobles del señorío de Molina de Aragón, la patria originaria de nuestro hombre. Muy a pesar de que, don Santos López Pelegrín nació en la hermosa Villa de Cobeta.

Los Pelegrín de Cobeta
A Cobeta llegaron los Pelegrín, procedentes de Molina en los años finales del siglo XVIII, sin duda para dirigir una de las ferrerías que allí se establecieron; una era de ellos y la otra del Sr. Conde de Salvatierra. Aquel primer Pelegrín, sin duda, que llegó a Cobeta, fue don Josef López Pelegrín y Martínez, que casó con doña Polonia Manuela Zabala, natural, por la mayoría de sus costados, de Cobeta.

Don José López Pelegrín fue uno de los importantes hombres que movieron los hilos de la comarca durante los años duros de la invasión napoleónica, dirigiendo la fábrica de armas, o fusiles, que la Junta de Molina estableció aquí, con operarios guipuzcoanos y dos maestros de renombre, Bartolomé Astiarán y Mateo Guisasola, armeros de prestigio reconocido; hasta que los franceses ocuparon Cobeta y el 17 de marzo de 1811 redujeron la fábrica de armas a la nada.

También fue, don Josef López Pelegrín, hermano de otro de los grandes hombres que movieron los hilos, en este caso del reino, una vez concluyó la guerra contra el francés, don José Ramón López Pelegrín, molinés de nacimiento quien, tras pasar por unos cuantos cargos en el complejo reinado de Fernando VII, fue uno de los consejeros a los que el rey recurrió en busca de abolir la ley sálica establecida con Felipe V, a fin de que las mujeres pudiesen volver a reinar. Lo que concluiría en la primera Guerra Carlista. En la que los Pelegrines molineses y cobetanos padecieron lo suyo, pues les quemaron la ferrería y no solo eso, se llevaron en prenda, o mejor dicho, secuestraron a doña Vicenta Tabira y sus hermanas; que doña Vicenta era, cuando los sucesos que contamos, mujer de don José Ramón López Pelegrín, hijo de don José y sobrino de don Ramón; también hermano de don Santos López Pelegrín, Abenamar.

Santos López Pelegrín, Abenamar
La partida de bautismo de don Santos López Pelegrín dice que lo bautizó el cura de Cobeta, don Esteban Llorente Olmo, en su iglesia parroquial, el dos de noviembre de mil ochocientos, y que lo sacó de pila y fue su padrino su abuelo materno, don José Jorge Zavala. Aquí comenzó su andadura por la vida.

Cobeta, localidad natal de Santos López Pelegrín
Cobeta, localidad natal de Santos López Pelegrín

En Cobeta vivió aquellos intensos días en los que las tropas napoleónicas incendiaron Molina, persiguieron a la familia, saquearon su pueblo y destrozaron la fábrica de armas que dirigía su padre quien, apenas concluida la invasión, lo mandó a Madrid, al cuidado de su tío don Ramón, para que estudiase lo que fuese posible; y lo hizo, en Madrid y Alcalá de Henares, hasta ser todo un señor Abogado; título que recibió en 1826, ingresando en la administración del Estado, para continuar los pasos familiares. El primer cargo le llegó dos años después, cuando lo mandaron a las Islas Filipinas como consejero del Gobierno; allí, cuenta la historia, se portó como buen castellano que era. Amplió los horizontes que le fueron encomendados e hizo algo más, en la colonia entonces española fundó una nueva población que había de encargarse de las plantaciones tabaqueras; la población no podía llamarse de otra manera: Nueva Cobeta.

Sin embargo, el aire de aquellas tierras parece que no le pintaba demasiado, por lo que, tras solicitar la licencia correspondiente, regresó a España. De prestado, que ni dinero tenía para pagarse el pasaje de un viaje que duró ocho meses.

Aquí, en la Corte, volvió a sus quehaceres jurídicos; ocupó entre 1834 y el año siguiente el cargo de teniente de Corregidor de Madrid; y por mediación de su tío don Ramón lo nombraron para ocupar una magistratura en la Audiencia de Cáceres, pero ya no estaba dispuesto a salir de la capital del reino, renunció al puesto y eligió continuar la carrera para la que se sentía llamado: la literaria.

Desde años atrás venía escribiendo en algunos medios de prensa y a partir de aquí lo haría con mucho más ahínco, al tiempo que comenzó a publicar algunas obras y relacionarse con los grandes literatos de su tiempo, como Alberto Lista, José de Espronceda, Bretón de los Herreros, Ventura de la Vega…, y un ciento más; pertenecientes a la Academia Literaria que presidió: La Academia del Mirto. Pocos periódicos de Madrid dejaron de incluir su firma, unas veces como Santos López Pelegrín y muchas más con la que le hizo popular: Abenamar.

También se hizo político, pues representó a Guadalajara en el Congreso de los Diputados en los años difíciles de la última década de 1830 e inicios de la siguiente, cuando las rivalidades se llevaban hasta las últimas consecuencias; en ocasiones, a duelo de sable a primera sangre, o disparo de pistola. A López Pelegrín sus rivales lo acusaron de estar detrás de los pronunciamientos del General O’Donell contra Espartero y sus galones, que concluyeron con el fusilamiento de Diego de León. Lo apresaron y a punto estuvo de terminar frente al pelotón de ejecución. Lo salvó el que sus amistades pudieron testificar que nada tenía que ver y, caso extraño, los creyeron.

Pero a partir de 1841 ya no volvió a ser el mismo, aunque dejó para la historia de la literatura unos cuantos miles de artículos de prensa, decenas de obras de teatro, alguna novela, diccionarios y las obras que, en torno al toreo, le darían mayor popularidad, comenzando por la Tauromaquia completa y concluyendo con la Filosofía del Toreo.

La noche del 21 de febrero de 1845, un derrame cerebral terminó con su vida. Lo sepultaron dos días después, en el cementerio de la Puerta de Toledo, en Madrid; presidiendo el sepelio su hijo, don Santos López Pelegrín y Velasco, hijo de don Santos y de doña Tomasa Velasco Panadero. Su hijo seguiría sus pasos en la política; y a la muerte de su hijo los continuaría su nieto, don Santos Pelegrín y Bordonada quien, como parte de sus antepasados, fue hombre de amplia vida política provincial hasta su fallecimiento en 1935.

Santos López Pelegrín; escritor, periodista y político, nació en Cobeta (Guadalajara), el 1 de noviembre de 1800; falleció en Madrid, el 21 de febrero de 1845.

Bibliografía:
GISMERA VELASCO, Tomás. “Historia de Cobeta (Guadalajara)”; Independently Published; ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8863241890