El Tinte, mejor arco de San Juan 2017 de Sigüenza

Arco del Tinte, ganador de los arcos de San Juan de Sigüenza
Arco del Tinte, ganador de los arcos de San Juan de Sigüenza

Con la noche de San Juan, llega a Sigüenza las celebraciones de los Arcos de San Juan, en los que los barrios de la ciudad compiten por los mejores arcos.

Este año han sido seis los barrios que han participado en los Arcos de San Juan, en los que el altarcillo en honor al santo, con su imagen en la mayor parte de los casos representada por antiguos cuadros conservados con cariño infinito en las casas seguntinas, se rodeaba por el verde de las hojas de los chopos y los colores de las rosas en cada barrio. Después de la visita a cada uno de ellos, que comenzaba a las siete de la tarde, el jurado lo tuvo difícil. Tomó su decisión, reunido en la sala de Juntas del Ayuntamiento. Lo presidía el alcalde de Sigüenza, y contaba con representación de las asociaciones de la ciudad. A su juicio, el más bonito de este año ha sido el del barrio del Tinte; segundo nominaron al de la Sinagoga, y tercero el de la Residencia de La Alameda. Cada uno de los arcos premiados fue distinguido con un bonito trofeo, obra del Taller Medieval.  A continuación,  hubo actuación de la rondalla y bailes, con sentido homenaje al gran Pepe Cerezo, que le falta a la ciudad.

Los dos primeros que visitó el jurado, pertenecían a las residencias de mayores de Saturnino López Novoa y La Alameda. Como cada año, sus respectivos responsables de la terapia ocupacional, llevaban muchos días trabajando con los ancianos una actividad que, probablemente, es la que más ilusión les hace del año.

Con puntualidad seguntina, el primer arco que visitó el jurado fue el de la Residencia Saturnino López Novoa. La dulzaina y el tamboril anunciaban que la fiesta había empezado. Y no fueron pocos los pies que se pusieron en danza, a pesar de la edad.  Al fondo del callejón de entrada estaba el arco, trabajadísimo, con una alfombra de cantueso, y con arcos hechos de papel, todos a mano, por parte de los ancianos. “Muchas horas de trabajo, y de ilusión”, resumían Esperanza Juberías y Sor Encarnación para explicar el trabajo. “Todos los años procuramos innovar, que los arcos sean originales”, seguía Juberías.

El jurado seguía su camino por la Avenida de Madrid, para llegar hasta el que habían hecho, precioso, los residentes de La Alameda. Este año lo cambiaron de sitio. Sentados frente a él, los mayores contemplaban lo bonito que había quedado, recién terminado de rematar.

Junto al castillo, en el barrio de San Juan, en la recoleta placita que lleva ese nombre, sus familias llevaban cuatro días preparando el arco. “El martes fuimos al pinar, a buscar las sanjuaneras y el tomillo, y planteamos la estructura, preparando los hierros que la soportan, y decidiendo en qué parte de la plaza quedaba mejor nuestra idea”, explicaba Eva Plaza, una de sus vecinas.

En el barrio de la Sinagoga, habían levantado hasta tres estructuras diferentes, una cruzaba la calle, de lado a lado. En el suelo, una hermosa alfombra de pétalos de rosa, verde y cantueso, embellecía el empedrado, y dejaba claro a qué barrio pertenecía el arco, rotulándolo vegetalmente. Y por fin, a uno de los lados de la calle, el altar con el San Juan. Los niños bailaban al pie de la alfombra, vestidos con los trajes típicos. Nacho Amo y Mari Hernando se sumaron con sus coplas jocosas, que arrancaron las sonrisas del jurado, a las que tocaban los dulzaineros. El barrio entero se divertía a pie de calle y lo seguía haciendo, en la cena, por la noche, en la misma calle, y esta mañana con el chocolate y los bollos.

Un poco más abajo estaba en el de la calle de Los Herreros. Allí, los dulzaineros de Sigüenza, que acompañaban al jurado, se juntaron con los de La Travesaña, para juntos, tocar unas piezas, incluida naturalmente la Sanjuanera. Tampoco faltaron los bailes. Músicas y movimientos dejaban claro el interés de las nuevas generaciones por sus tradiciones. Puesto que allí se sumaron también alumnos de la recuperada Aula de Dulzaina de Sigüenza.

El último que visitó el jurado fue el del barrio del Tinte, que a la postre se llevaría el primer premio. “Lo hemos hecho colgado todo, al aire, con una estructura de cuatro arcos superpuestos”, contaba ayer Sagrario Vela.