Trillo y la relevancia de sus baños

Cuando se menciona a Trillo, a muchos nos viene a la cabeza la central nuclear ubicada en su término municipal. Se trata de la última industria de su estilo que se edificó en España. De hecho, entró en funcionamiento en 1988. Sin embargo, esta villa –emplazada en las orillas del Tajo– tiene muchos atractivos, más allá de la referida planta energética. Su legado patrimonial e histórico es evidente. Pero, en esta ocasión, se pondrá el foco en uno un recurso turístico menos célebre. Se trata del balneario existente en la localidad, cuya vida comenzó en el siglo XVIII….

De hecho, este complejo –ubicado a escasos kilómetros del casco urbano– fue inaugurado en 1778 por Carlos III, el rey de la época. Sin embargo, sus inicios fueron anteriores. “No son conocidos los orígenes exactos de los «Baños de Trillo». Pero sí que se han estudiado los pasos por lo que fueron atravesando los mismos desde 1770, fecha en la que Miguel María de Nava, decano del Consejo de Castilla, encontró mejorada su salud al utilizar las aguas –por entonces, remansadas– de la «charca del Rey» trillana. Por tanto, a su vuelta a la Corte solicitó al monarca una ayuda económica para poder ofrecer dichas aguas salutíferas a todas las gentes”, explicaba en un artículo académico el fallecido etnógrafo José Ramón López de los Mozos.

De esta forma, se comenzaron a construir los edificios destinados a baños y albergue. Y con el paso del tiempo, el balneario llegó a adquirir un gran renombre en la zona, debido a “la capacidad curativa de sus fuentes para enfermedades frecuentes en aquel momento, como la escrófula, el reuma o la lepra”, confirman los investigadores Juan Ramón Urbina Torija, María Del Pilar García Salazar, María de las Mercedes Letón Pastor y Raquel Ruiz Pérez. Fue tal la popularidad de este lugar que llegó a acoger a personalidades muy ilustres.

Por ejemplo, “en el verano de 1798, tras haber sido cesado en su puesto de ministro de Gracia y Justicia, Melchor Gaspar de Jovellanos visitó los baños para descansar de sus responsabilidades de gobierno”, explican fuentes municipales. La relevancia de estas instalaciones permitió que, en las mismas, “se representaran obras de teatro y se escribieran algunas comedias con argumentos centrados en el balneario”. Asimismo, “se hacían fiestas continuamente y la economía local se vio muy favorecida por esta institución”.

De hecho, en 1872 el complejo “tuvo que ser remodelado y ampliado ante la asistencia de miles de bañistas”, explican Urbina Torija, García Salazar, Letón Pastor y Ruiz Pérez. Sin embargo, años más tarde el lugar fue cayendo –progresivamente– en el olvido. “La decadencia de este tipo de centros durante el siglo XX y la Guerra Civil española hicieron que las instalaciones trillanas permanecieran abandonadas a inicios de la década de 1940”.

Esta circunstancia, unida al aumento de casos de lepra durante la postguerra, facilitó que el lugar fuera reconvertido en una leprosería a partir del 15 de diciembre de 1943. En la nueva situación también influyó la necesidad de contar con un centro sanitario de estas características “cercano al centro geográfico del país”. Por ello, se puso en marcha el referido «hospital» en las antiguas instalaciones del balneario. El nuevo servicio médico se mantuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XX, momento en el que se clausuró.

No obstante, en el verano de 2005, las instalaciones se reabrieron otra vez, aunque con sus funciones originales. Los visitantes pudieron –una vez más– disfrutar de las ventajas de las aguas termales de la localidad. Así, durante la última década y media, los usuarios han tenido la oportunidad de gozar de las virtudes hídricas trillanas. Todo ello, además, en un entorno impresionante, rodeado de naturaleza y a pocos metros del Tajo, el río peninsular más largo, con 1.007 kilómetros de longitud. Todo un lujo al alcance de todos.

La villa hídrica
Por tanto, el protagonismo que posee el líquido elemento en esta villa alcarreña es manifiesta. Además del mencionado balneario, la trama urbana de la localidad se encuentra determinada por la intersección de dos ríos. “Por una parte, destaca el remanso del Tajo, encajado entre voluminosas arboledas, herrajes de pasamanos, paseos ajardinados y galerías y miradores de esta población cosmopolita. Por otra, el desagüe precipitado del arroyo Cifuentes, abundante y breve, que se despeña en cascadas estruendosas a la sombra permanente de los barrancos”, explica José Serrano Belinchón en «La Alcarria de Guadalajara».

Sin embargo, el patrimonio de este enclave transciende a lo acuático. “Trillo es pueblo de callejuelas pinas y plazas señoriales a pesar de su urgente actualización urbanística, forzada por el aumento de habitantes con motivo de la puesta en funcionamiento de la central nuclear”, explica Serrano Belinchón. Entre su patrimonio más destacado, se ha de mencionar el templo parroquial, de estilo renacentista, cuyas obras fueron terminadas hacia 1556.

En consecuencia, la grandiosidad de este municipio alcarreño es evidente. El visitante puede relajarse y desconectar en sus aguas, al mismo tiempo que conoce –un poco más– la historia de Castilla, gracias al legado patrimonial existente en su interior. Una sabiduría que, además, puede ser transmitida por la señorita Niba, quien realiza una inmersión en el pasado local a través de un viaje en el tiempo. Esta profesional explica los detalles monumentales de la villa. Y lo hace engalanada con indumentaria de época, a la vez que muestra fotografías centenarias de la población. Así, el viajero puede observar las transformaciones habidas en este pueblo a lo largo de los últimos decenios, al mismo tiempo que aprende la evolución histórica del lugar.

Bibliografía
LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón. «Caminos a los Reales Baños de Trillo (Guadalajara)». En CRIADO DEL VAL, Manuel (coord.). Actas del II Congreso Internacional de Caminería. Tomo: Caminería Física. Guadalajara: AACHE Ediciones, 1987, pp.: 415–422.
URBINA TORIJA, Juan Ramón; GARCÍA SALAZAR, María del Pilar; LEÓN PASTOR, María de las Mercedes; RUIZ PÉREZ, Raquel, «Epidemiología de la lepra a través del estudio de la frecuentación en el hospital especializado de Trillo durante el periodo 1943–1995», Revista española de salud pública, 71, 5 (1997), pp.: 463-477.
SERRANO BELINCHÓN, José. La Alcarria de Guadalajara. Guadalajara: AACHE ediciones, 2003.
VALERO, Alet. «Los baños de Carlos III en Trillo. La extensión de la hidroterapia», Cuadernos de estudios del siglo XVIII, 30 (2020), pp.: 609–634.