Andar hasta el embalse de El Vado

Pantano del Vado
Pantano del Vado

Guadalajara es tierra generosa acostumbrada a compartir sus recursos naturales. Y ahí está el trasvase del Tajo para corroborarlo, o la producción hidroeléctrica procedente de Bolarque y aledaños. Pero no se acaba ahí la generosidad. Otros pantanos como el de Beleña suministran el agua para el consumo tanto en Guadalajara como en Alcalá de Henares y los municipios que conforman la Mancomunidad de Aguas del Sorbe (13 en total). O para regadío, como es el caso de los de Alcorlo o Palmáces. En este contexto hay que encuadrar el pantano de El Vado, incorporado a la red del Canal de Isabel II para garantizar el abastecimiento de agua a Madrid.

El embalse de El Vado se construyó en principio para servir como regulador del cauce y, además, para que sus aguas fueran utilizadas para regadío de las tierras del curso medio del Jarama. Fue inaugurado el 28 de junio de 1954, junto con el de Pálmaces, y su uso se cambió por el de abastecimiento a Madrid y dado en gestión al Canal de Isabel II. Es, por tanto, un pantano de Madrid a todos los efectos, pese a enclavarse en superficie guadalajareña.

Monolito al Arcipreste de Hita
Monolito al Arcipreste de Hita

Se trata de un pantano con una capacidad máxima de 55 hm3. La visita a El Vado se recomienda hacerla por la carreterilla de servicio que parte desde Tamajón. La vía tiene un firme irregular, aunque transita entre frondosos pinares que proporcionan una sensación placentera de sosiego. Tras alcanzar el cruce de la carretera que llega desde Retiendas, el viajero se topará con el monolito dedicado a Juan Ruiz Arcipreste de Hita, levantado con motivo del sexto centenario de su muerte y debido a que el autor del Libro del Buen Amor anduvo correteando por estas tierras.

Ruinas de Santa María del Vado
Ruinas de Santa María del Vado

A poco de pasar el monolito cruzamos un dique con aliviadero que cierra un collado. Poco después, una vez sobrepasado un angosto túnel, llegamos a la presa principal que se levanta 178 metros sobre el cauce del río. Una vez cruzada la presa proponemos una bonita excursión por pistas hasta las ruinas de Santa María del Vado, único vestigio que queda del inundado pueblo del mismo nombre y que presta su nombre a este embalse. Continuaremos por la pista principal que está en buen estado y, tras atravesar valles y barrancos, subidas y bajadas y dejar a un lado el molino de La Vereda, ascendemos en pronunciada cuesta hasta casi alcanzar el pueblo de La Vereda. Nos encontraremos con un cruce, a unos 10 kilómetros de la presa, y dejaremos el vehículo para caminar por una pista y tras algo más de una hora llegaremos a los restos de una ermita; junto a la pronunciada curva parte una sendita que en unos 20 minutos nos conduce a las ruinas de la iglesia. El regreso lo haremos por el mismo camino.

La Vereda
La Vereda

El pueblo de La Vereda, abandonado, merece una visita porque sus construcciones conservan los rasgos primigenios de la arquitectura negra propia de esta comarca serrana. La Vereda no tiene una población de derecho, sino un grupo de personas que se instalaron en el pueblo y rehabilitaron algunas viviendas. Desde La Vereda tenemos varias opciones. Por un lado, continuar hasta el pueblo de Matallana, que aún conserva una bella iglesia y un par de casas; o seguir por la pista principal que presenta unas buenas condiciones y, tras unos 20 kilómetros, cruzar el Jarama y salir a la carretera de Colmenar de la Sierra.

La Vereda
La Vereda