Antesala del 26-J en Guadalajara

Las elecciones del 26 de junio tendrán un inevitable perfume de segunda vuelta, distorsionada por el efecto de lo que ha ocurrido en los últimos meses. La campaña girará en buena medida alrededor de quién tuvo la culpa del adelanto electoral y eso, en sí mismo, ya es una victoria del PP. Los esfuerzos baldíos suelen conducir a la frustración. Rajoy dio la espantada al Rey y declinó someterse a la investidura, en un gesto entre insólito e irresponsable. Después la operación para el cambio del PSOE fue voluntariosa, bienintencionada, incluso audaz. Pero fracasó.

Ni a Pedro Sánchez le dejaron los suyos (véanse las líneas rojas del Comité Federal del 28 de diciembre), ni Ciudadanos quiso nunca pactar con Podemos, de la misma manera que Podemos también ha antepuesto siempre su interés en adelantar a los socialistas en lugar de facilitar la conformación de un gobierno, si no ideal, sí posibilista.

Viñeta de Ricardo en El Mundo.
Viñeta de Ricardo en El Mundo.

Que el PSOE no ha somatizado aún el desangre que sufre por la izquierda, acostumbrado como estaba a hegemonizar sin problemas su espacio electoral, parece una realidad empírica. Sin embargo, Podemos tampoco da la impresión de ser una organización política madura. Gobernar significa decepcionar. Ser político equivale a pensar en el medio plazo. Sólo Errejón emite síntomas de haberlo entendido en el partido morado.

Y en esas llegamos a junio. Y vuelta otra vez a la propaganda, los carteles, los gritos mitinescos y el exhibicionismo televisivo. Los experimentos en política suelen acabar en revoluciones, dijo Disraeli. En España lo solucionamos con entrevistas de los niños a los candidatos en prime time.

Pero una de las principales incógnitas del 26-J es saber si Unidos Podemos será capaz de superar al PSOE. De ello dependerá el próximo Gobierno y de ello dependerá el futuro de Ciudadanos porque si, tal cosa ocurre, habrá sido a costa del desplome de la formación naranja en aquellas circunscripciones que reparten menos escaños. Por ejemplo, Guadalajara.

Nuestra provincia dibujó el 20-D un escenario inédito en el que el partido de Albert Rivera logró horadar el bipartidismo, arañando un escaño que ni la propia beneficiada, Orlena de Miguel, había acariciado en sus mejores sueños. Ciudadanos obtuvo el 18% de los votos en Guadalajara, levemente por encima del 17,4% logrado por Podemos. Unidad Popular (IU) se quedó en apenas el 4%.

Si estos resultados se repitieran, cosa que está por ver, parece claro que la confluencia de Podemos e Izquierda Unida tiene al alcance arrebatar el tercer escaño en liza a Ciudadanos. La extrapolación de esta circunstancia a la quincena larga de provincias con menos escaños alienta el sorpasso de Pablo Iglesias al PSOE. La meta no es utopía –los tracking internos de Podemos les dan de media 2,5 puntos por encima de los socialistas en el conjunto del país-, pero tiene un riesgo: que el trasvase de votos de Ciudadanos al PP sea tan acentuado que permita a éste último una mayoría más holgada que la atesorada en diciembre.

En Guadalajara, el PP bajó hasta el 34,7% de los sufragios en diciembre, veinte puntos menos que hace cuatro años. Parte de la militancia de los populares achacó este bajón no sólo a la tendencia de voto desfavorable o al desgaste del Gobierno Rajoy, sino al escaso tirón de su candidata. Ahora, tras meses de rumores sobre el futuro de Román, repiten con Silvia Valmaña, que es de Guadalajara pero cuya proyección en la provincia es, como diría aquel, perfectamente descriptible. Es posible que el PP lo fíe todo no sólo a la inercia nacional, incluidos los datos del empleo y la monserga de la recuperación económica, sino a su ofensiva contra Ciudadanos, a la que presenta como una formación vicaria del PSOE.

253434-944-665Ni Podemos ni Ciudadanos acuden de nuevo a las urnas con candidatos con proyección en Guadalajara. Los morados vuelven a presentar a Ariel Jerez, un cunero que reside en la sierra de Madrid, amigo personal de Pablo Iglesias, profesor de Políticas en la Complutense y responsable nacional de Medio Rural en Podemos. Tiene conocimientos sobrados de política, pero está obligado a aprovechar el mes escaso que queda para los comicios para entender qué pasa en Guadalajara. Unidos Podemos yerra con la elección de su candidato, aunque es posible que eso no le penalice en apoyos. Falta saber qué hará el votante tradicional de Izquierda Unida, el más ideologizado, el que sigue llevando la bandera de la hoz y el martillo a los mítines.

En el caso de Ciudadanos el desastre parece cantado. La candidata por Guadalajara, de tendencia abiertamente conservadora, es una perfecta desconocida en nuestra tierra, y ni siquiera ha sabido aprovechar el interregno entre elecciones para asomar la cabeza. Rivera tiene el partido hecho unos zorros en Castilla-La Mancha, lastrado por la falta de dirección regional y el reguero de dimisiones y ceses de varios de sus dirigentes. Ciudadanos, y no el PSOE, puede ser el gran perjudicado de la alianza Iglesias-Garzón.

Escribí recientemente en este blog que la importancia de los candidatos cuneros a efectos electorales es limitada, y que el histórico electoral demuestra que influye más la tendencia nacional que la procedencia de los cabezas de lista en los resultados de los principales partidos. Es un hecho, no una opinión. Exactamente igual que los asuntos más cercanos casi siempre aparecen fuera del foco en unas generales, precisamente, porque ni el sistema electoral ni el funcionamiento de las Cortes dejan margen para la representación provincial efectiva.

Dicho de otro modo, en los debates que mantengan Valmaña, Bellido, De Miguel o Jerez podrán hablar del desarrollo del sector logístico, la parálisis del Corredor, la despoblación rural, la gestión de los espacios naturales o la necesidad de infraestructuras en Guadalajara. Asuntos relevantes. Todos. Pero quizá ninguno esté entre las prioridades que movilizará el voto.

Cuestión distinta es que un candidato local potente reactive a las bases o ayude a rebañar el puñado de votos que decante la balanza. En este sentido, el partido que llega con el candidato más sólido es el PSOE. Pablo Bellido, tras la marcha de Mari Luz Rodríguez, es el mejor cabeza de lista que el Partido Socialista podría presentar en Guadalajara. No sólo por su trayectoria política en la provincia y el aval de su tarea en Azuqueca, sino por su condición de secretario general de un partido ajado por las luchas intestinas. El PSOE aglutinó el 27,6% de los votos en 2011. El 20-D bajó hasta el 22,5%. Bellido, candidato al Congreso, tiene el reto de mejorar los resultados de hace seis meses. Puede hacerlo, aunque se da por descartado que los socialistas no pasarán de un escaño. El sempiterno escaño.

En síntesis: PP y PSOE llegan en la provincia con sus máquinas más engrasadas al 26 de junio. Los sondeos barruntan una caída notable de Ciudadanos, atrapado por el efecto de Unidos Podemos en las circunscripciones menores y la zozobra de su base conservadora por el pacto suscrito con los socialistas: de sus tres millones largos de votantes, más de dos proceden de caladeros del PP. Si la demoscopia no falla, y no es una figura retórica, la previsión es que Podemos logre un acta de diputado.

Veremos.