Atienza expondrá su Caballada

Se trata de una de las fiestas más antiguas de España. Cuenta con ocho siglos de historia a sus espaldas. Una trayectoria que le ha valido la declaración de «Interés Nacional». Este luengo devenir le permite –además– congregar cada año a miles de visitantes. Es una fecha clave en el calendario etnográfico español. Nos referimos a la «Caballada de Atienza», que –como es habitual durante las últimas centurias– llega a la villa serrana el domingo de Pentecostés, que –en 2023– será el 28 de mayo.

Sin duda, esta celebración posee un gran impacto en España. Una relevancia a la que se le quiere rendir un homenaje a través de una exposición de fotografías. La muestra estará comisariada por Antonio Mateu Fontanet, un reconocido profesional que ha querido aportar su granito de arena a la mencionada festividad.

En su propuesta, don Antonio ha incluido diferentes instantáneas de la tradición, tanto actuales como antiguas, para –de esta forma– ofrecer una imagen global del evento. A través de las reproducciones, “he intentado dar mi visión del evento”, confirma el autor. “He pretendido colaborar –en la medida de mis posibilidades– en difundir y promocionar la fiesta”.

Por ello, las expectativas de asistencia a la actividad son muy positivas. No sólo por el impacto que tiene la Caballada –es muy conocida a nivel nacional–. También por la calidad de las fotografías y el buen hacer del propio Antonio Mateu Fontanet, responsable de la idea. En consecuencia, se espera que pase por la misma “el máximo número de personas y que comenten el resultado entre sus amigos y familiares”.

La exhibición fotográfica sobre La Caballada de Atienza se podrá visitar en «La Posada del Cordón», emplazada en la villa serrana. La inauguración oficial tendrá lugar el próximo 6 de abril –que coincidirá con el Jueves Santo–, a las 13.30 horas. La muestra se mantendrá abierta hasta el 11 de junio.

La propuesta ha sido posible gracias al compromiso de Antonio Mateu Fontanet y a la colaboración de tres entidades. Más concretamente, de la Cofradía de La Caballada, del Ayuntamiento de Atienza y de la Diputación Provincial de Guadalajara, que han querido aunar esfuerzos para que una iniciativa de estas características pueda salir adelante.

El comienzo de todo
Pero, ¿cuál es el origen de esta celebración? Hunde sus raíces en la Edad Media, cuando Alfonso VIII de Castilla se convirtió en el heredero al trono con apenas tres años. Algo que le ocurrió tras la muerte prematura de sus padres. En ese momento, el futuro monarca quedó bajo la tutela de don Gutierre Fernández de Castro.

El referido tutor, con el fin de soslayar conflictos con Manrique de Lara –su rival–, cedió la custodia al alférez mayor del reino, García Garcés de Haro. Sin embargo, don García acabó siendo favorable a los intereses de los Lara. Una situación que provocó que esta familia reclamara los derechos sobre el sucesor. Sobre todo, tras el fallecimiento de Gutierre Fernández de Castro, su primer responsable legal.

Para ello, solicitaron el apoyo del rey leonés. Este monarca –Fernando II– se aprovechó de la situación, al creer que podría condensar en su persona ambas Coronas, la de Castilla y la de León. Razón por la cual quiso la captura de su sobrino, don Alfonso. Sin embargo, los nuevos responsables del heredero –los infantes de Lara– se dieron cuenta de las aviesas intenciones del soberano leonés, por lo que intentaron ocultar al niño.

Y lo hicieron primero en Soria ciudad, luego en San Esteban de Gormaz y, finalmente, en Atienza. Empero, las huestes de León sitiaron la última villa. “Pero fue aquí donde la astucia de los arrieros atencinos puso a funcionar toda la agudeza de su ingenio y, bien de madrugada, el día de Pentecostés de 1162, salieron como de costumbre con sus recuas por el camino de la ermita de la Estrella, llevándose consigo al niño disfrazado de arriero”, explica José Serrano Belinchón, en su libro «Atienza. Comarca montañosa y medieval». “Danzaron delante de la virgen y huyeron –después– a todo correr, poniendo –así– en libertad al infante”.

De esta manera, en su caminar, llegaron primero a tierras segovianas para –seguidamente– alcanzar Ávila, donde el futuro mandatario quedaría a salvo de manera definitiva. “La efeméride se comenzó a celebrar con gran júbilo por parte de los arrieros de la villa a partir del año siguiente”. Fue el inicio de La Caballada.

Una costumbre que –edición tras edición– tiene lugar el domingo de Pentecostés. Sin embargo, los prolegómenos comienzan el día anterior, cuando los «seises», el «prioste» y el «mayordomo» degustan las siete tortillas que han cocinado con diferentes ingredientes, conmemorando cada una de las jornadas que se emplearon sus antecesores en 1162 para llegar a la capital avulense. A la mañana siguiente, un dulzainero y un tamborilero hacen diana por Atienza para llamar a romería. Justo en ese momento, los cofrades se reúnen en la puerta del hermano mayor, mientras que el secretario pasa lista a todos los asistentes.

Una vez concluido este proceso, se organiza la comitiva, encabezada por los músicos. El cortejo recorre las calles de la villa para –a continuación– dirigirse hacia el santuario de La Estrella, donde se realizará una procesión. “Los cofrades tienen por costumbre obsequiar a los asistentes con largos y sustanciosos tragos de vino en la hospedería de la ermita, para comenzar –ante la imagen de la virgen– una danza ancestral, mirando constantemente hacia su patrona”, explica José Serrano Belinchón. “A la hora de la comida, los hermanos almuerzan en la hospedería, mientras que los romeros hacen lo propio en la pradera, al aire libre”.

Una vez concluida la sobremesa, siguen los bailes frente a la talla de «Nuestra Señora». “Luego, todos juntos, dentro del templo, entonan una salve popular como último acto de romería y suben al pueblo”, añaden los expertos. “Por la tarde, ya con el sol de caída por los lejanos picachos de Somosierra, concluye el festejo, después de la galopada a todo correr de los caballos y de sus jinetes que tiene lugar en los arrabales”.

Sin duda, La Caballada cuenta con una gran trayectoria a sus espaldas, por lo que no es extraño que haya sido declarada de «Interés Turístico Nacional». Una tradición que se ha convertido en famosa en todo el país y que permite reunir a miles de visitantes todos los años, que anhelan disfrutar de una propuesta que combina actos lúdicos e históricos. ¡Un lujo! Por tanto, es lógico que Antonio Mateu Fontanet haya querido rendir tributo a la misma mediante una exposición fotográfica. ¡No te la pierdas!

Bibliografía
Serrano Belinchón, José. «Atienza. Comarca montañosa y medieval». Guadalajara: AACHE, 1993.