Atienza, tierra de fiestas y tradiciones

En la provincia existen varias localidades medievales. Entre ellas, Atienza. De hecho, si se recorren sus plazas, calles y callejuelas se respira historia. En todos sus rincones se siente su pasado y su progresión a lo largo de los siglos. Los atencinos son muy conscientes de esta situación. Y, por ello, han sabido mantener vigentes sus tradiciones. Entre ellas, La Caballada, una de las principales fiestas de la región.

La misma se encuentra declarada de Interés Turístico Nacional. Pero, ¿cuál es el origen de esta celebración? Hunde sus raíces en la Edad Media, cuando Alfonso VIII de Castilla se convirtió en heredero al trono con apenas tres años de edad. Algo que le ocurrió tras la muerte prematura de sus padres. En ese momento, el futuro monarca quedó bajo la tutela de don Gutierre Fernández de Castro.

El referido tutor, y con el fin de soslayar conflictos con Manrique de Lara –su rival por temas vinculados a la custodia del Infante–, cedió la custodia del mandatario al alférez mayor del reino, García Garcés de Haro. Sin embargo, don García acabó siendo favorable a los intereses de los Lara. Una situación que provocó que esta familia reclamara los derechos sobre el sucesor. Sobre todo, tras el fallecimiento de Gutierre Fernández de Castro, su primer tutor.

Para ello, solicitaron el apoyo del rey leonés. Este monarca –Fernando II– se aprovechó de la situación, al creer que podría condensar en su persona ambas coronas, la de Castilla y la de León. Razón por la cual quiso la captura de su sobrino, don Alfonso. Sin embargo, los nuevos responsables del heredero –los infantes de Lara– se dieron cuenta de las aviesas intenciones del soberano leonés, por lo que intentaron ocultar al niño.

Y lo hicieron primero en Soria, luego en San Esteban de Gormaz y, finalmente, en Atienza. Sin embargo, las huestes leonesas sitiaron ésta última villa. “Pero fue aquí donde la astucia de los arrieros atencinos puso a funcionar toda la agudeza de su ingenio y, bien de madrugada, el día de Pentecostés de 1162, salieron como de costumbre con sus recuas por el camino de la ermita de la Estrella, llevándose consigo al niño disfrazado de arriero”, explica José Serrano Belinchón. “Danzaron delante de la virgen –siguiendo el viejo rito–, y huyeron después a todo correr, poniendo así en libertad al infante”, añade.

De esta manera, en su caminar, llegaron primero a tierras segovianas para –seguidamente– alcanzar Ávila, donde el futuro rey quedaría a salvo de forma definitiva. “La efeméride se comenzó a celebrar con gran júbilo por parte de los arrieros de la villa a partir del año siguiente”, asegura Serrano Belinchón. Fue el inicio de La Caballada.

Una costumbre que, edición tras edición, tiene lugar el domingo de Pentecostés. Sin embargo, los prolegómenos comienzan el día anterior, cuando los «seises», el «prioste» y el «mayordomo» degustan las siete tortillas que han cocinado con diferentes ingredientes, conmemorando cada una de las jornadas que se emplearon en 1162 para llegar hasta la capital avulense.

A la jornada siguiente, un dulzainero y un tamborilero hacen diana por Atienza para llamar a romería. Justo en ese momento, los cofrades se reúnen en la puerta del hermano mayor, mientras que el secretario para lista a todos los asistentes. Tras ello, se organiza la comitiva, que abren los músicos. El cortejo recorre las calles de la localidad para, a continuación, dirigirse hacia el santuario de La Estrella, donde se realizará una procesión.
“Los cofrades tienen por costumbre obsequiar a los asistentes con largos y sustanciosos tragos de vino en la hospedería de la ermita, para comenzar después, ante la imagen de la virgen, una danza ancestral, mirando constantemente hacia su patrona”, explica José Serrano Belinchón. “A la hora de la comida, los hermanos almuerzan en la hospedería, mientras que los romeros hacen lo propio en la pradera, al aire libre”, añade.

Una vez concluida la sobremesa, siguen los bailes frente a la talla de La Estrella. “Luego, todos juntos, dentro del templo, entonan una salve popular como último acto de romería y suben al pueblo”, añade el experto arriacense. “Por la tarde, ya con el sol de caída por los lejanos picachos de Somosierra, concluye el festejo, después de la galopada a todo correr de los caballos y de sus jinetes que tiene lugar en los arrabales”, narra. Sin duda, nos encontramos ante una fiesta de una gran tradición.

Más allá de La Caballada
Empero, ésta no es la única cita festiva existente en Atienza. Existen otras muchas. Un ejemplo es la Feria Medieval, que anualmente se organiza en dos de los espacios más reconocidos y reconocibles de la localidad. Nos referimos a las plazas del Trigo y de España. Las mismas se decoran para la ocasión. “Sirven como escenario para la recreación de un sinfín de actividades durante todo el día”, explican fuentes municipales.

Así, se programan propuestas de lo más variado. Entre ellas, luchas de caballeros, cetrería, espectáculos de fuego y magia, talleres participativos, recreación de oficios antiguos, exposiciones o música. “Todo ello acompañado con un mercadillo medieval que permitirá que el público se sienta, por instantes, introducido en una máquina del tiempo”, añaden desde el Ayuntamiento.

En consecuencia, la historia sigue estando muy presente en Atienza. No sólo en su conjunto patrimonial. También en sus fiestas y tradiciones. La Caballada es un ejemplo. Y la feria medieval, otro. La Edad Media sigue influyendo en las mencionadas costumbres. Por tanto, el amante del Medievo sólo ha de acercarse hasta la villa para saborearlo. Todo un lujo.

Bibliografía
Serrano Belinchón, José. Atienza. Comarca montañosa y medieval. Guadalajara: AACHE, 1993.