Budia, la historia entre pantanos

Cuando se habla de la Alcarria, la mayoría evocamos las localidades más conocidas de la comarca. Entre ellas, Cifuentes, Brihuega, Tendilla o Pastrana. Sin duda, todas poseen una gran importancia histórica y patrimonial. Sin embargo, no son los únicos municipios dignos de conocerse. Todo lo contrario. Existen otros muchos puntos que –a buen seguro– hacen las delicias de quienes los recorren.

Y para muestra, un botón. Me refiero a Budia, una villa de 196 habitantes situada a pocos kilómetros del embalse de Entrepeñas. De hecho, por sus calles se respira un ambiente histórico muy auténtico. Se trata del pasado hecho presente. “El pueblo muestra una exhibición de viviendas antoñas en sus calles más típicas, casas que pudieran servir muy bien como patrón a la hora de definir el tipo de la vivienda alcarreña: muros de sillar en la base, mampostería de buena piedra en el cuerpo de la pared, para concluir con obra de entramado y adobe a la altura de las cámaras y de los graneros en el piso más alto”, asegura José Serrano Belinchón en su libro «La Alcarria de Guadalajara».

De hecho, en sus callejones se suceden innumerables casonas, como las de los Condes de Romanones, la Casa Poyatos, la Casa de la Parra, la Casa del Duende y la Casa de los López Hidalgo. Y, entre ellas, surge una de las plazas más importantes de Budia. En la misma se emplaza el Ayuntamiento, cuya figura recuerda a aquellos espacios renacentistas del siglo XVI. “La bella estampa que ofrecía este complejo remata en airosa torrecilla sobre el tejado provista de veleta, reloj municipal y carillón con templete y campanil para dar la hora”, explica Serrano Belinchón.

Un poco más allá se encuentra otro de los lugares públicos de la localidad. Se trata de la plaza de la iglesia, en donde se halla –como su propio nombre indica– la parroquia de San Pedro. “En principio llama la atención su portada plateresca, no única, pero tampoco demasiado corriente en la comarca. El interior del monumento es grandioso, en forma sorprendente”, se asegura en el libro «La Alcarria de Guadalajara».

Entre la riqueza del templo, se debe mencionar la imaginería existente en el mismo. Y más concretamente, dos tallas en busto –realizadas por Pedro de Mena–, que representan a la Dolorosa y al Ecce–Homo. Estas obras de arte deleitan al visitante en una de las capillas laterales de la iglesia. “Igualmente es de gran interés el frontal de plata repujada que tiene el altar mayor, muestra incomparable de una rica ornamentación barroca”, asegura José Serrano Belinchón.

Una vez recorrida la parroquia de san Pedro, el caminante ha de continuar paseando las calles budieras. Así, podrá llegar hasta la ermita del Peral, patrona del lugar. “Tiene un cumplido pretil de sillería con bolones, oronda espadaña barroca y monumental cúpula por encima del presbiterio”, describen los especialistas. Anualmente, se hace una romería hasta este santuario, en la que los participantes comparten celebraciones y tradiciones.

Además, en las proximidades de la localidad también se emplaza un antiguo convento carmelita, hoy arruinado. A pesar de ello, todavía “se puede contemplar su magnífica fachada con un enorme ventanal encargado de dar la luz necesaria al coro. Contaba con una gran cúpula, ya hundida, sobre el crucero. El edificio fue víctima de las tropelías cometidas por las tropas de Napoleón y de las consecuencias de la desamortización de Mendizábal”, aseguran desde el servicio de Turismo de Castilla–La Mancha. Actualmente, en sus restos se desarrollan diferentes actividades culturales, como exposiciones.

Y si el visitante es amante de las tradiciones, qué mejor que acercarse en Semana Santa hasta esta localidad. Durante la misma, aparecen los «Soldados de Cristo», una costumbre con siglos a sus espaldas en la que los miembros de la Hermandad organizadora se encargan de diferentes eventos. “Visten de traje negro de pana, sobrero de ala ancha a juego y, en bandolera, una cinta o banda roja con un detente a la altura del pecho con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, crucifijo en el extremo y una pica o alabarda de grandes dimensiones con el símbolo de Budia en la punta”, aseguran desde la Diputación Provincial de Guadalajara.

Por tanto, nos encontramos ante una localidad con mucha historia. Una circunstancia que se puede observar en su patrimonio monumental y festivo–tradicional. Esta riqueza, además, se ve acompañada por la variedad de su gastronomía, que se podrá disfrutar en cualquiera de los restaurantes existentes en el pueblo… Y todo ello a tan solo unos pocos kilómetros de Entrepeñas.

Bibliografía:
SERRANO BELINCHÓN, José. La Alcarria de Guadalajara. Guadalajara: Ediciones AACHE, 2003.