Checa, en el corazón del Alto Tajo

Lo que más llama la atención al visitante cuando se acerca al territorio checano es su gran variedad pétrea. De hecho, desde el Ayuntamiento de la localidad se asegura que “el término municipal es lo que podríamos denominar como un «parque temático geológico»”. “La naturaleza ha hecho converger en este pequeño espacio una gran cantidad de sustratos y capas, a modo de libro de historia de la Tierra”, confirman fuentes consistoriales.

Así, en las proximidades de la mencionada villa se encuentran muestras de diferentes épocas geológicas, como el Paleozoico, el Mesozoico –de la mano del Triásico, el Jurásico y el Cretácico– y el Cenozoico. Y todo ello en apenas unos pocos kilómetros cuadrados. Todo un lujo al alcance de todos.

Y si esta riqueza fuera poca, no se debe olvidar la luenga historia que caracteriza a este pueblo. De hecho, en sus proximidades existen restos de la época celtibérica. Algunos ejemplos son el castro de Castil de Griegos –datado en el siglo II a.C.– o la necrópolis de Puente de la Sierra, en la que se han hallado 250 tumbas. En este sentido, de Castil de Griegos destaca su sistema defensivo, que “es muy laborioso”. “Se construyó con grandes bloques de piedra tallada, extraída de la roca que preside el cerro, creando –de esta forma– un foso que protege el recinto”, aseguran los expertos.

“La entrada al perímetro amurallado se encontraría en la zona norte. Y estaría custodiada por una torre, que se asentaría sobre una zona más ancha de la muralla. En la misma se ha encontrado lo que parece el entrante de la escalera para subir”, describen desde el Consistorio. “A unos pocos metros hacia el sur, unos restos aún parecen indicar que en tiempos del castro hubo una torre avanzada, que controlaría la entrada del valle, el cual debió ser una ruta metalúrgica importante”, añaden.

Asimismo, y en otro orden de cosas, “la necrópolis parece decirnos que los celtíberos ya poblaban el valle dos siglos antes de la construcción del castro”, aseguran. Sin embargo, la vida de estos asentamientos no se prolongó hasta nuestra Era. “Castil de Griegos, por ejemplo, fue destruido por un incendio, mientras que el camposanto dejó de recibir urnas al mismo tiempo”, comentan los especialistas. “Pudo tratarse de un traslado o de un exterminio, ya que esta época fue de grandes convulsiones debido a la conquista romana”, comentan.

No obstante, existen más restos arqueológicos en las proximidades. Entre ellos, el castro de Los Castillarejos; Castillo Colorado, del que –todavía hoy– se pueden observar aljibes, muros o grandes cercas, entre otros elementos; la torre centinela; o el yacimiento de la Fuente del Villar, donde hubo un poblado celtibérico.

Un devenir continuo
Empero, la historia de Checa no acaba aquí. Todo lo contrario. Tras la conquista lacia, la comarca sufrió una cierta despoblación, a pesar de lo cual se han hallado ruinas visigodas. Además, “y como consecuencia de la llegada de los árabes, grupos de bereberes comenzaron a asentarse en estas tierras, construyendo algunas pequeñas aldeas y torreones de defensa para controlar el espacio”, comentan desde el Ayuntamiento. Cuando la comarca pasó a manos cristianas, se asentaron nuevas comunidades humanas. Entre ellas, la checana.

“La Checa inicial, por su situación, bien pudo tener algún elemento defensivo, que actualmente no se conserva. O, al menos, no es reconocible en la fisonomía del pueblo”, dicen los historiadores. “Esta primitiva población estuvo enclavada en un núcleo muy reducido, que estaría circunscrito en torno a la plaza Mayor y la iglesia, protegida de forma natural por las peñas de arenisca rojiza y por el río Genitoris”, comentan.

En 1553, bajo el reinado de Carlos V, la localidad recibió el privilegio de villa, alcanzando –años después– una de sus épocas doradas. “Desde el siglo XVI, el pueblo creció y se consolidó, como consecuencia de su riqueza industrial y ganadera”, explican los expertos. “No obstante, fue en el siglo XVIII cuando se produjo el momento de mayor expansión de Checa. Se amplió el casco urbano hasta la Soledad y surgió el popular barrio de Barrusios, que se encuentra en la parte baja”, añaden.

Durante el XIX, la localidad sufrió los embates de la Guerra de la Independencia. De hecho, el 31 de enero de 1811 se libró una batalla en sus proximidades. Todo ello ha ido generando un municipio de un gran interés. “Las casas de Checa tienen una gran altura, realidad que podría estar relacionada con el condicionamiento que impone la propia ubicación de la villa. Y, tal vez, por haber estado amurallada o defendida de algún modo, hecho que hacía necesario un crecimiento de la población en altura. Por ello, las viviendas suelen tener tres plantas”, aseguran desde el Consistorio.

Además, entre los monumentos más relevantes de la localidad se encuentran el palacio de La Gerencia, que fue la casa solariega de los condes de Clavijo y que está datada en el siglo XVI. En la villa, además, hay otras casonas, entre las que destacan algunas del siglo XVIII. A todo ello se añade la iglesia parroquial de San Juan Bautista, del XVII –aunque con relevantes transformaciones y añadidos en el XIX–. De este edificio destaca su amplitud interior y su torre, que cuenta con hasta cuatro cuerpos.

Por tanto, Checa, debido a su historia y patrimonio –tanto arqueológico como monumental y geológico–, bien merece una visita. Se trata de un municipio con un gran pasado y un intenso presente que, a buen seguro, encandila al viajero. Porque, además, cuenta con un entorno natural sin parangón. No en vano, se halla ubicada muy cerquita del Alto Tajo. Pero la variedad faunística y florística dejamos que la descubra el visitante…