El valor de los restos bélicos, 87 Aniversario de la Batalla de Guadalajara

A ambos lados de la A-2, desde Almadrones a Torija, ocultos entre las piedras de las alcarrias y el monte bajo, semienterrados por el paso del tiempo o víctimas del vandalismo y la ignorancia, cientos de restos de la Guerra Civil española aguardan a ser inventariados y recuperados. La puesta en valor de las fortificaciones, trincheras y edificaciones de la Batalla de Guadalajara centra en los últimos años los esfuerzos de las administraciones públicas y las asociaciones privadas historicistas en una carrera contrarreloj para evitar su desaparición.

La recuperación del patrimonio bélico fue el tema central de una mesa coloquio en las Segundas Jornadas de Investigación “Brihuega y Guadalajara en la Guerra Civil”, celebradas el pasado 8 de marzo en la Iglesia de San Miguel de Brihuega, auspiciadas por la UNED, la Diputación Provincial, la Universidad de Alcalá y el ayuntamiento briocense.

Hace ahora 87 años, justamente un 8 de marzo, a primera hora de la mañana el Corpo di Truppe Volontaire, la fuerza motorizada italiana de combate, daba comienzo a lo que se esperaba fuera un paseo triunfal que permitiera tomar el Madrid republicano desde el norte y dar la victoria al bando sublevado. Durante unos días del mes de marzo de 1937 los ojos del mundo entero estuvieron puestos entre Trijueque y Gajanejos y las crónicas diarias de las escaramuzas bélicas se podían leer en periódicos como The New York Times, escritas por corresponsales como John Don Passos o Ernest Hemingway. La llamada Batalla de Guadalajara no solo cambió el curso de la Guerra Civil española, sino que como precedente militar y tecnológico de la II Guerra Mundial tiene desde entonces un valor añadido de enorme importancia que aún está por documentar sobre el terreno, más allá de los archivos.

Durante más de ocho décadas, los vecinos de los pueblos donde se vivieron estos episodios bélicos han convivido con los restos que dejaron los combatientes, incorporados al paisaje pero en proceso de continua decadencia. Los más evidentes, como la tumba del general italiano Liuzzi en Trijueque, en plena N-II, un mausoleo de singular interés, fueron destruidos intencionadamente por el propio régimen franquista. En otros casos han desaparecido víctimas del vandalismo de uno u otro signo político. Las más de las veces es el propio paso del tiempo el que erosiona y oculta los testimonios físicos de la contienda antes de que sean investigados e incorporados a los registros.

Los desafíos que plantea en la actualidad su puesta en valor desde el punto de vista de la investigación histórica, la sociedad civil y las administraciones públicas centraron el análisis de los expertos en Brihuega, en un contexto en el que el paso inexorable del tiempo, unido a los proyectos de instalación de extensas plantas fotovoltaicas en la zona, así como el interés que suscitan los lugares ligados a la Guerra Civil y su posible uso didáctico y explotación turística, conforman una realidad compleja.

Campo de aviación del ejército franquista en Hiendelaencina, el mas grande de la provincia durante la contienda. Una de sus pistas hoy asfaltada es la base del dispositivo de extinción de incendios del Plan Infocam. Foto: AHFREGU Asociación Histórica Frente de Guadalajara
Campo de aviación del ejército franquista en Hiendelaencina, el mas grande de la provincia durante la contienda. Una de sus pistas hoy asfaltada es la base del dispositivo de extinción de incendios del Plan Infocam. Foto: AHFREGU Asociación Histórica Frente de Guadalajara

Para Luis A. Ruiz Casero, doctor en Historia y arqueólogo, codirector de la excavación del campo de concentración de La Casa del Guarda de Jadraque, los restos materiales se pueden considerar los iniciadores del relato histórico de la Guerra Civil, “que desde una disciplina como la arqueología pasan de ser basura irrelevante a un bien patrimonial al alcance de toda la sociedad que se han de proteger para generar conocimiento. Una vez que desaparecen son insustituibles”. En su opinión, tanto las construcciones físicas, como la memoria inmaterial de ese momento concreto, contribuyen “a recuperar toda la información sobre un episodio efímero como fue la Batalla de Guadalajara”. Para este investigador, pionero en la catalogación de vestigios de la guerra en la provincia, como para el resto de expertos presentes en Brihuega, el papel de la sociedad civil en su localización y puesta e valor es fundamental.

De hecho, en Guadalajara han sido asociaciones culturales privadas las que en los últimos veinte años han venido realizando el trabajo de campo que ha precedido al interés de las administraciones por la recuperación del patrimonio ligado a la Guerra Civil. A diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa, donde los enclaves históricos de la primera y segunda guerras mundiales gozan de protección y reconocimiento y son fuente de actividad económica desde hace décadas, en España el devenir político y social ha hecho que en la práctica hayan sido ignorados durante décadas.

Fortificaciones de la Guerra Civil en Argecilla. Foto: AHFREGU Asociación Histórica Frente de Guadalajara
Fortificaciones de la Guerra Civil en Argecilla. Foto: AHFREGU Asociación Histórica Frente de Guadalajara

La investigación documental en archivos la han liderado en las últimas décadas asociaciones culturales memorialistas, como el Foro por la Memoria de Guadalajara. Los primeros trabajos de recuperación patrimonial son de fecha tan reciente como 2004, con la ubicación del refugio subterráneo del Cuartel General del IV Cuerpo del Ejército Republicano al mando del general Cipriano Mera en el bosque de Valdenazar, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2017. El profesor y académico Pablo Schnell, de la Asociación de los Castillos de España, que realizó el estudio de este enclave y ha participado el descubrimiento de otros muchos emplazamientos de la guerra en la provincia, resaltaba también en Brihuega “la importancia de conocer para comprender”, así como la implicación de la sociedad civil durante estos últimos años en la ubicación de estructuras bélicas.

Con la única financiación de fondos propios, junto con otros investigadores y arqueólogos, como el grupo de conservación histórica Colectivo Guadarrama, Schnell ha venido realizando prospecciones ayudado por la memoria de los lugareños tanto en la sierra de Madrid como en lugares como Cogollor y Ledanca. A él corresponden los primeros croquis y mediciones de muchos de estos emplazamientos ahora ya catalogados. “Los locos de los búnker nos llamaban, localizando restos que no eran dignos de protección, según nos decían”.

La incorporación de la administración regional en materia de patrimonio ha sido posterior. “Debido tal vez al recelo de las administraciones -según Teresa Sagardoy, arqueóloga y jefa del Servicio de Cultura de la Delegación de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha- la normalización de las intervenciones arqueológicas de la Guerra Civil no se produjo hasta las de Abánades, Jadraque y Cortes de Tajuña”, citando algunas de las campañas de excavación más importantes y que más relevancia pública han tenido hasta ahora.

Checa. Posiciones de los rusos blancos en el Alto Tajo. Foto: AHFREGU Asociación Histórica Frente de Guadalajara
Checa. Posiciones de los rusos blancos en el Alto Tajo. Foto: AHFREGU Asociación Histórica Frente de Guadalajara

La responsable de la Junta de Comunidades también se felicitó, sin embargo, de los avances conseguidos en la catalogación de los restos debido a que “por ley todos los municipios tienen que incorporarlos a su inventario de patrimonio cada vez que modifican su planteamiento urbanístico”, aunque reconoció que debido a su tamaño no todos los pueblos tienen dicho planteamiento urbanístico. A juicio de Sagardoy, lo que falta en la actualidad son fondos para completar los trabajos y también su posterior difusión. La arqueóloga hizo hincapié en que cualquier municipio o persona particular puede solicitar un inventariado y que el acceso a subvenciones europeas, ahora mismo una de las pocas líneas de financiación para este tipo de proyectos, se realiza a través de los grupos de desarrollo local

En este mismo sentido se manifestaba el arqueólogo Luis A. Ruiz Casero, al señalar que “la consideración patrimonial de los restos de la Guerra Civil viene de la sociedad civil. Las administraciones y la universidad hemos ido a remolque”. Casero remarcó que con voluntad se pueden armar pequeños proyectos de investigación y protección patrimonial, poniendo como ejemplo el de los recintos de concentración de tropas en la provincia, como las excavaciones en Jadraque con fondos de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.

El inventariado oficial de los restos físicos de la Batalla de Guadalajara es la primera fase de un proyecto piloto que con posterioridad llevará aparejado un plan de divulgación con fines didácticos ligado al relato de la guerra y la posguerra, en colaboración con la Universidad de Alcalá de Henares. Mientras esto llega, la Asociación Histórica Frente de Guadalajara, a quien corresponden muchos de los descubrimientos que se han catalogado en esta última década -el campo de concentración de Jadraque, las fortificaciones en Trijueque y los campos de aviación de Usanos y Hiendelaencina, entre otros-, organiza periódicamente rutas de carácter didáctico así como jornadas divulgativas por toda la provincia.

En 2023, su programa de campo “Descubriendo el patrimonio militar de Guadalajara”, subvencionado por el Ministerio de Defensa y dirigido a que el alumnado de Secundaria ”conecte con la Historia, facilitando una mayor comprensión sobre la relevancia y el impacto de la Guerra Civil Española no solo en nuestra historia reciente sino también en nuestro territorio”, tuvo una gran acogida.

Sin embargo, más de ocho décadas después de la contienda, a los lugares ligados a la Guerra Civil se les considera en muchas ocasiones patrimonio incómodo por las connotaciones políticas que aún implican y la falta de un discurso oficial y académico fijado. En este sentido, existe un riesgo asociado según los investigadores de que se quiera dotar de significados espurios a estos emplazamientos. No obstante, el objetivo de la recuperación de los restos materiales e inmateriales de la Guerra Civil en la actualidad lleva aparejado un elemento de visibilización y concienciación, un debate social aún necesario. “Son restos patrimoniales incómodos porque la Guerra Civil fue incómoda, no fue algo de lo que sentirse orgullosos”, en palabras del historiador Pablo Schnell. En este sentido, según la doctora en Historia y profesora de la Universidad de Alcalá Verónica Sierra, -coordinadora de la Red de Archivos e Investigadores de la Escritura Popular- “no todos los discursos valen. Si tenemos una ley -en referencia a la Ley de Memoria Democrática- que impide unas cosas y exige que se retiren otras en pro de los valores democráticos, no todo vale y hay que ser coherentes también en esto”.

Mientras tanto, en Guadalajara trincheras, restos materiales e inmateriales, fortificaciones y un sinfín de estructuras procedentes de un periodo concreto de nuestra Historia reciente aguardan por montes y alcarrias el momento de regresar del olvido para recordar a las nuevas generaciones que nada de aquello ha de volver a repetirse.