El Gobierno blinda el trasvase del Tajo antes de las elecciones autonómicas de 2019: “no se toca”

La ministra Isabel García Tejerina asegura en Murcia, delante de los regantes, que el trasvase “no se toca”

En una semana, Pedro Sánchez pasa de proponer “el fin de los trasvases” a defender “que el Tajo-Segura “debe seguir teniendo su papel”

Medio Ambiente elevó a 38hm3 la derivación de agua al Levante mientras el PP ultima un acuerdo interno para escenificar su unidad

La ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, reunida con los representantes del Sindicato de Regantes del Trasvase y el presidente de Murcia, Fernando López Miras. // Foto: MAPAMA

“Nuestro objetivo es el fin de los trasvases y apostar por las desaladoras. Ha llegado el momento de poner fin a la improvisación. No hay que hacer política con el agua, sino una política del agua”. Apenas una semana después de que pronunciara estas palabras en Albacete, Pedro Sánchez se fue a la localidad murciana de Molina de Segura el pasado domingo, y allí proclamó: “el trasvase Tajo-Segura debe seguir teniendo su papel”.

Las contradicciones del líder socialista han aterrizado en el campo de minas en el que se ha convertido la política hidrológica y justo cuando desde el PP dicen estar ultimando un acuerdo interno entre sus diferentes direcciones regionales.

La foto está pensada para las elecciones autonómicas y municipales de 2019, no de cara a la negociación de un gran acuerdo nacional del agua, que ahora resulta inviable. Primero porque las posturas están muy enquistadas y, segundo, porque un Ejecutivo exangüe y de salida no tiene autoridad política para impulsarlo. Y mucho menos después de que la comisión técnica de Medio Ambiente haya dado este viernes el visto bueno para casi duplicar el trasvase al Segura: de los 20 hectómetros cúbicos (hm3) aprobados en abril se ha pasado a 38 hm3 en mayo y otros tantos en junio. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha tachado este desvío de agua de “atraco hidráulico” teniendo en cuenta que los embalses de cabecera no superan el 27% de su capacidad.

En este contexto, tras congraciarse con el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, lo que busca el PP es escenificar un frente común en lo tocante al agua que contraste con la incapacidad de Pedro Sánchez para consensuar una posición entre sus propias filas. Ambos partido se ven obligados a pasar de puntillas sobre la trama del agua: la cúpula de Acuamed está siendo juzgada por pagar sobreprecios a cambio de sobornos; en el caso de la Gürtel de los socialistas valencianos, destapada por El Mundo, la Fiscalía relaciona la presunta financiación irregular del PSPV y dos contratos publicitarios de Medio Ambiente durante la etapa de Zapatero; y el presunto amaño, según El Confidencial, de ACS en la adjudicación de la desaladora de Escombreras (Cartagena) atañe directamente al PP.

Para el PP resultaba prioritario reforzar el vínculo con el sureste. Esto explica la reciente visita de Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a Murcia no sólo para apoyar al gobierno de esta comunidad, del PP, sino para volver a dejar claro que la posición del Ejecutivo es inmutable: el respaldo al trasvase sigue siendo nítido. El trasvase del Tajo “no se toca”, recalcó en varias ocasiones la titular de Medio Ambiente, lo que fue acogido con júbilo entre los regantes mientras desde la Junta de Castilla-La Mancha advirtieron que cualquier pacto nacional del agua resulta inviable si ya de entrada se considera intocable el acueducto.

“Con este Gobierno está asegurada la continuidad del trasvase”, afirmó Jesús Cano, secretario ejecutivo de Agua del Partido Popular de Murcia. La consejera de Fomento de Castilla-La Mancha, Agustina García Élez, reaccionó de inmediato. Consideró “muy difícil” que la Junta se siente a negociar un acuerdo nacional en esta materia si el ministerio no aspira a cambiar nada de la política hidrológica. Además, insistió en que los caudales ecológicos del Tajo provocan que el río se haya convertido “en una cloaca” y recordó que a lo largo de esta legislatura ya se han aprobado 23 trasvases.

Pedro Sánchez, durante su reciente visita a la localidad murciana de Molina de Segura. // Foto: La Verdad.

El PSOE se siente condicionado por las posturas antagónicas que mantiene dos comunidades en las que gobierna: Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana. Mientras García-Page defiende con firmeza la eliminación del acueducto y su sustitución progresiva por las desaladoras, aplicando si fuera necesario una tarifa plana para facilitar el pago del agua a los agricultores, Ximo Puig exige el mantenimiento de la tubería y el líder del PSOE murciano permanece alineado en esta cuestión con los populares.

A diferencia del PP, que ha hecho del trasvase un eje medular de su discurso en el sureste y que parece ultimar un acuerdo interno entre sus dirigentes, el PSOE se ve obligado a buscar un equilibrio entre sus barones. A ello hay que sumar que los regantes del Levante han logrado asimilar sus intereses propios a los nacionales. No sólo por los más de 100.000 empleos ligados a la tubería, sino porque los regantes pagan el agua desalada a 47,5 céntimos el metro cúbico frente a los 9,7 de la que procede del canal del Tajo-Segura, según los precios fijados.

“Llevo el trasvase en mis venas. La polémica que se genera con el Tajo-Segura no debe amedrentarnos”, ha asegurado en La Verdad de Murcia Miguel Ángel del Amor, nuevo consejero de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca de Murcia. El presidente murciano, Fernando López Miras, dijo recientemente que no estaba dispuesto a sentarse a negociar con quien rechaza la permanencia del trasvase. Y la ministra García Tejerina, muda. Así está el patio.

Sánchez no necesitaba ir a Albacete a verbalizar un compromiso rotundo con relación a una eventual clausura del trasvase del Tajo. Nadie se lo pidió. Ni en su partido ni tampoco desde el Gobierno de García-Page. Lo hizo por propia voluntad. Y la improvisación ha resultado ser un desastre. No ha contentado a los regantes y, a cambio, ha frustrado a los ribereños de la cabecera del Tajo, que se frotaban los ojos al comprobar que, por primera vez desde la Transición, un aspirante a la Presidencia del Gobierno abogaba por cerrar un trasvase que ya acumula casi cuatro décadas de funcionamiento.

Su metedura de pata ha desplazado el foco del Gobierno hacia el lío interno entre los socialistas. Sánchez no midió bien sus palabras en la capital del queso manchego. Quiso ir más allá de la posición oficial de Ferraz: transición energética, nuevo modelo del agua, cambios profundo en la gestión hídrica y enchufar las desaladoras a pleno rendimiento. En Murcia se desdijo porque el líder socialista es economista y, a pesar de los jirones que acumula, sabe contar votos. Igual que la ministra Tejerina.