El Huerto del Abuelo en Almiruete, un alojamiento rural con las comodidades de un resort

Alberto y Arancha son un ejemplo de emprendedores. Han apostado por difundir los valores turísticos y medioambientales de la comarca de la Sierra Norte. Lo que empezó como un sueño a finales de los años 90 se convirtió en realidad hace quince años con la inauguración de El Huerto del Abuelo en Almiruete (Tamajón). Hoy, este alojamiento rural dispone de todos los lujos de un resort: 7 habitaciones, restaurante gastronómico, zona de spa e instalaciones cuidadas al mínimo detalle

El alojamiento rural El Huerto del Abuelo de Almiruete ha cumplido 15 años de vida. En este periodo, la acogedora casa rural ha ido renovándose y adaptándose a los tiempos actuales, teniendo como objetivo ofrecer el máximo confort al viajero. “Nosotros queremos garantizar la comodidad del cliente, para ello, intentamos mejorar las instalaciones según las sugerencias y opiniones de nuestros visitantes”, afirman Alberto y Arancha.

Este esfuerzo y el duro trabajo realizado durante tres lustros ha tenido recompensa. El alojamiento ha sido merecedor de las tres espigas, siendo la primera casa rural de la provincia de Guadalajara que ha obtenido esta máxima distinción de calidad, que mide el nivel de confort y equipamiento de las casas rurales.
Alberto y Arantxa empezaron a trabajar en este proyecto a finales de los años 90, tras su participación en un curso de Guías de Turismo. “Nos dimos cuenta del valor medio ambiental y turístico de la zona”. En aquella época el turismo de interior aún no había empezado a florecer. “Apenas existían camas para alojarse o restaurantes para comer”.

Así fue como decidieron cambiar de vida, trasladándose desde Madrid a su pueblo, Almiruete. En el año 2000, presentaban su iniciativa a unos premios de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Guadalajara, logrando un segundo puesto que los animó a seguir adelante. Tenían 24 años y estaban dispuestos a comerse el mundo.

Almiruete apenas tiene 5 habitantes, así que hasta sus propias familias dudaban de un proyecto que requería una inversión de 300.000 euros. “Evidentemente no teníamos ni idea de cómo gestionar una empresa, y mucho menos de cómo construir un hotel”, bromean. Les costó tres años abrir las instalaciones y fruto de aquel desconocimiento inicial decidieron apostar por un negocio que compaginase bar, restaurante y hotel.

Sin embargo, al poco tiempo se dieron cuenta de que hay elementos difíciles de conciliar. “Un establecimiento con habitaciones y con bar no casa mucho, porque el bar genera bullicio y los clientes que vienen aquí buscan tranquilidad”. Tampoco era fácil gestionar el bar y el restaurante a la vez, “así que decidimos centrarnos en el alojamiento y la restauración”. Y de paso crear una zona de spa, “que entonces no existía en Guadalajara”.

Le añadieron un servicio de masajes y la combinación empezó a funcionar. “Nos dimos cuenta de que la gente no busca sólo una cama. Quiere un lugar que les ofrezca servicios”.

La gastronomía juega un papel muy importante en El Huerto del Abuelo. Al cuidado que prestan en la elaboración y presentación de cada plato, le añaden su apuesta por el género de calidad y de proximidad, “sólo tenemos productos de Guadalajara porque creemos mucho en lo que se produce aquí”. Además de ser uno de los primeros negocios que decidieron abrir sus puertas a los vinos Finca Río Negro, elaboran su propia mermelada, trabajan con la carne de Guadanorte, tienen huerto propio y han creado la primera tabla de quesos provinciales, una idea que ya se ha extendido a otros negocios. “Si funciona en Asturias, por qué no aquí”.

Con siete habitaciones dobles, zona de spa e instalaciones cuidadas al detalle, “habíamos creado un alojamiento rural con las características del mejor hotel, a la altura de cualquier resort, con una mimada gastronomía, servicios al visitante…y todo en un pueblo pequeño”, al que además siempre han respetado mucho.

Precisamente para evitarles el agobio del tráfico y para aumentar la comodidad de sus clientes, decidieron habilitar un aparcamiento propio en la casa rural. “Cuando viajas, te gusta dejar el coche cerca del hotel. Además, así liberamos al pueblo de la presión de coches que podía generar un establecimiento como el nuestro”.
Eso sí, el camino no ha estado exento de obstáculos, como la crisis económica, aunque ellos supieron convertir el inconveniente en un nuevo éxito. “Apostamos por la internacionalización, posicionándonos en portales mayoristas” y eso se tradujo en un aumento de los clientes extranjeros, tanto de los que llegaban a Barajas, a apenas 80 kilómetros de Almiruete, como de los que deciden cruzar la península de punta a punta. “El año pasado nos vino un grupo de alemanes con coches de alta gama…Fue un espectáculo verlos parar por aquí”, recuerdan. Y luego está el cliente que busca desconectar y disfrutar de la naturaleza, pero sin renunciar al bienestar.

A todos ellos, El Huerto del Abuelo les ofrece su spa, un espacio exterior con zonas de relax y un gran número de rutas por el Parque Natural de la Sierra Norte, alguna de ellas ideadas por Alberto y Arancha. Incluso tienen bicicletas a disposición de sus clientes. “Vivimos tiempos de mucho estrés, la gente necesita desconectar y el turismo rural ofrece esa posibilidad”. Esta casa rural y Almiruete son “como un pequeño oasis”. Eso, y un servicio especializado en la atención a parejas, les ayuda a cumplir su objetivo: “Notamos que la gente que viene recarga las pilas”.