Javier Plaza: “Guadalajara ha perdido buena parte de la esencia medieval que poseía”

Javier Plaza, autor del libro Historia de Guadalajara en la Edad Media
Javier Plaza, autor del libro Historia de Guadalajara en la Edad Media

Javier Plaza pertenece a esa nueva hornada de historiadores que, desde el ámbito local, están llamados a escribir una nueva –e importante– página en la investigación del pasado. Y, además, lo hace con una gran pedagogía. No esquiva ni una sola pregunta, lo que no le impide reflexionar cada una de las palabras que pronuncia. Aunque en un inicio estudió ciencias empresariales, nunca dejó de lado su verdadera vocación, la historia. De hecho, en 2017 defendió en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) su investigación doctoral, denominada “La propiedad comunal agraria en Guadalajara durante la Baja Edad Media”. Y hace apenas unos meses aparecía su primera obra en solitario, “Historia de Guadalajara en la Edad Media”. Por ello, desde Henares Al Día hemos querido hablar con este investigador. ¡No te pierdas la conversación!

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro sobre la Edad Media en Guadalajara (AACHE 2021)?
La mencionada obra nace a partir de la tesis doctoral que defendí en 2017. Y cuando comencé a leer sobre el devenir de la provincia, fue inevitable toparme con la obra de Francisco Layna Serrano. Este investigador se alza como el gran referente. Pero se tiende a afirmar que, el mismo, ya abordó la totalidad de los temas y que ya no hay nada más que hablar sobre Guadalajara…

Sin embargo, cuando hacía mi tesis, observé que existían algunos elementos que no estaban tratados por Layna. Todavía hay muchas cosas que contar. Además, hay que tener en cuenta que las investigaciones del que fuera cronista provincial son monumentales. Sin embargo, se hicieron hace casi 100 años. Y cualquier texto escrito hace tantas décadas conviene ser revisado.

En consecuencia, Guadalajara necesitaba una historia que se actualizara. Y viendo toda la documentación y archivos que tenía, decidí hacer un relato en el que también se hablara de la vida cotidiana arriacense. Sobre todo, de aquellos elementos que, hasta ahora, no se habían abordado en profundidad, como el desempeño de las clases más populares.

¿Cuáles fueron las lagunas que usted se encontró a la hora de hacer su tesis doctoral? En otras palabras, ¿qué avances cree que aportó su trabajo?
Layna, como todos los historiadores de la época, se encontraba deslumbrado por los Mendoza, por los grandes nombres y por los personajes ilustres. En definitiva, por la aristocracia y toda la vida que la rodeaba. Pero cuando se consulta la documentación del día a día de Guadalajara se comprueba que detrás de la familia mendocina existía un pueblo llano, con su vida cotidiana, que fue el verdadero motor de la historia de la ciudad.

Es cierto que los Duques del Infantado tuvieron una gran relevancia en el reino. No obstante, en las dinámicas económicas y sociales arriacenses, el gran sujeto activo fueron los vecinos de la capital. Por tanto, debemos cambiar un poco el foco y alumbrar a toda esta gente, de la que prácticamente no se había hablado.

En este sentido, solemos pensar que los campesinos y artesanos de la Edad Media sólo soportaban penurias y que pasaban por la vida sin pena ni gloria. Y no es cierto. En Castilla, los pecheros [que así se denominaban a estos estratos sociales] se constituyeron como un sujeto político de primer orden, que reivindicaron y pelearon por muchas cosas en ciudades como la nuestra.

En este sentido, el pueblo llano, ¿qué papel tuvo en movimientos posteriores, como el de la Revuelta de Las Comunidades, acaecida en el siglo XVI?
Acontecimientos como éste no se pueden explicar sin mencionar los movimientos sociales del siglo XV, la centuria anterior. Por ejemplo, en 1405 la gente de Guadalajara estaba tan harta del mal gobierno de los poderosos que llegaron a redactar un documento en asamblea llamado “Las condiciones del Común”. En el mismo se pedía que se comenzase a gobernar la ciudad de una manera justa y honrada. De hecho, obligaron a firmar dicha declaración a todos y cada uno de los caballeros arriacenses. Así, los poderosos se comprometían a dirigir el municipio de una forma honrada… En el fondo, estamos ante unas reclamaciones que más de un siglo después los comuneros continuaban solicitando.

Sin embargo, hubo otras revueltas sociales en Guadalajara anteriores a las que ha comentado…
Así es. Hubo otra en el siglo XIV, a causa de las “Ordenanzas del buen gobierno”. De hecho, el contexto fue muy similar, ya que existía una oligarquía urbana cada vez más poderosa, que estaba utilizando su posición de privilegio en beneficio propio. Pero el pueblo se negaba a aceptar esa realidad. Ante la referida situación, se llegaron a emprender pleitos judiciales por los mencionados comportamientos de la nobleza, que la gente consideraba deshonestos.

En otro orden de cosas, ¿qué papel tenían los pecheros en las reuniones del Concejo?
Tras la toma castellana de la ciudad en siglo XI, Guadalajara pasó de ser una zona fronteriza –en la que todo brazo era importante para poder empuñar un arma o labrar la tierra– a un territorio más pacificado. Sin embargo, cuando la localidad estaba cerca del límite entre reinos, se distinguía una sociedad muy igualitaria, que se organizaba en base a asambleas abiertas.

Estas reuniones, según evolucionó la sociedad alcarreña, se vieron afectadas por una política cada vez más cerrada. Una trayectoria que, al final, tuvo como resultado un tipo de parlamentos a los que únicamente tenían acceso los poderosos, la oligarquía. Por tanto, se fue conformando una comunidad más jerarquizada, en la que el papel del pueblo se fue reduciendo progresivamente.

Y desde un punto de vista socioeconómico, ¿cómo estaba estructurada la Guadalajara medieval?
Existían dos grupos sociales. Uno muy grande y, el otro, más pequeño. El primero de ellos era el de los pecheros, el más numeroso, que –a su vez– era muy heterogéneo. Estaba conformado por la gente del común, que eran los que estaban obligados a abonar los tributos. En cambio, el segundo de los estamentos era el compuesto por la aristocracia y la nobleza, que no poseían la obligación de hacer dichos pagos. Por tanto, la diferencia social se reflejaba, sobre todo, en los privilegios, que se condensaban, básicamente, en el pago –o no– de impuestos.

Además, el pueblo llano arriacense se distinguía por ser una sociedad bastante rural. Hay que tener en cuenta que el alfoz de la actual capital provincial era una zona agrícola y ganadera, con un artesanado escaso. Y enfrente estaban los caballeros de la ciudad, representados por familias como los Pecha o los Dávalos, que luego pasaron a ser vasallos de los Mendoza.

¿Es cierto el mito de la convivencia de las tres culturas (la cristiana, la árabe y la judía)?
Es algo difícil de determinar con exactitud, ya que no existe una gran cantidad y variedad de fuentes que hablen del tema. Pero, en ausencia de noticias, se puede pensar que la convivencia no era mala. Era, por decirlo de alguna manera, como si estas comunidades no protagonizaran ni ocuparan los titulares de las noticias del momento…

Además, eran grupos muy apreciados profesionalmente en Guadalajara. Por ejemplo, los musulmanes eran tenidos muy en cuenta en ocupaciones vinculadas a la construcción, la albañilería y a la ingeniería, mientras que los judíos lo eran en asuntos administrativos y profesiones liberales.

Este tipo de estructuración social, ¿cómo se reflejó en el urbanismo de la ciudad?
Guadalajara se fue desplazando sobre sí misma. Inicialmente, la antigua medina musulmana se encontraba entre el actual Alcázar y el Henares, en esa franja existente entre los dos barrancos y el río. Los hebreos, por su parte, radicaron en una zona denominada Castil de Judíos, que se emplazó en torno a la actual la estación de autobuses.

Pero a medida que la ciudad fue creciendo y se fue desplazando hacia el sur –sobre la actual plaza de Santo Domingo–, se fue produciendo una mezcla de credos. De hecho, cuando en el siglo XV se aprobaron las disposiciones para segregar a los judíos y a los musulmanes en barrios diferentes, la aplicación en Guadalajara fue muy difícil, debido a la amalgama que existía entre la población.

En lo referente a la vida cotidiana, ¿cómo eran las festividades en la ciudad?
Las Ferias y Fiestas de la época era el Corpus Christi. Era la fecha grande de la ciudad y contaba con bastantes paralelismos a lo que sigue existiendo en la actualidad. Se hacía una procesión desde Santa María, que era el templo principal. Y, para la celebración, se hacían máscaras con las caras de los apóstoles y se desfilaba con ellas. Además, a este evento acudían todos los estamentos de la localidad, como los miembros del Concejo, la nobleza, el cabildo de clérigos…

Y de todo esto, ¿qué queda en la actualidad? ¿Se ha conservado patrimonio?
Hemos perdido buena parte de aquella esencia medieval, algo que se puede comprobar si se pasea por las calles del centro. De hecho, lo que le está sucediendo actualmente al alcázar es una muestra de ello. No en vano, todo lo que fue anterior a los Mendoza, salvo algunas excepciones, prácticamente ha desaparecido.