La Caballada de Atienza, historia y tradición

En el año 1162 la villa de Atienza se ve asediada por las tropas de Fernando II de León. Éste está aprovechando la debilidad política surgida en el vecino reino de Castilla a raíz de la proclamación como rey de su sobrino, Alfonso VIII, que es todavía un niño cuando hereda el trono, para intentar hacerse con la corona castellana. El joven monarca se ha visto obligado a refugiarse tras las murallas atencinas que soportan el asedio leonés. La situación se torna crítica y la sensación es que pronto se va a tener que rendir la villa. En ese momento, la cofradía gremial de arrieros de Atienza idea una estratagema: solicita permiso a las tropas asediadoras para realizar una romería en la mañana de la Pascua de Pentecostés. La romería es usada como estratagema para distraer al ejército enemigo mientras algunos arrieros sacan a Alfonso VIII disimuladamente de la villa y lo conducen hasta Ávila. Burlados los ejércitos leoneses, la corona castellana sigue sobre la cabeza del rey niño, el cual la mantendría hasta su muerte, cincuenta y dos años después.

Esta gesta es el hecho histórico fundacional de la fiesta que hoy conocemos como La Caballada de Atienza y que se sigue celebrando, 858 años después, en la Pascua de Pentecostés (31 de mayo de 2020). La fiesta está declarada de Interés Turístico Nacional y es organizada por la cofradía cívico – religiosa de la Santísima Trinidad, evolución de la gremial cofradía medieval de arrieros.

La Caballada es un universo de simbolismos, acervo, tradiciones, protocolos y detalles que se han ido transmitiendo de generación en generación y que ha hecho que recientemente se declarara Bien de Interés Cultural por la Junta de Comunidades de Castilla – La Mancha. Si quieren ir conociéndolos, pueden hacerlo a través de una página de Facebook que se encarga de ello llamada La Caballada de Atienza.

La fiesta de La Caballada se presenta ante el visitante como un colorido espectáculo que entra por los cinco sentidos, en donde la tradición se plasma en la estética de cada uno de los movimientos que los hermanos de la Cofradía realizan ese día y que suponen un armónico espectáculo a contemplar por el turista.

Todo comienza la víspera, el conocido como Sábado de las Siete Tortillas, en el cual la junta directiva de la Cofradía, conocida como Mesa, baja a pie hasta la ermita de la Virgen de la Estrella, a dos kilómetros del casco urbano. Allí preparan el templo para el siguiente día: cortan un olmo, visten a la Virgen y comen siete tortillas de siete sabores diferentes en conmemoración de las siete jornadas que tardaron los arrieros del siglo XII en llevar a Alfonso VIII hasta Ávila. Al caer la noche, en la plaza del Trigo, la Cofradía invita a atencinos y visitantes a merendar al son de la música tradicional castellana.

Pero el plato fuerte es el Domingo de Pentecostés. Si usted, lector, quiere ir a ver La Caballada le recomendamos que madrugue un poco o que pernocte en Atienza, pues varios de los actos más atractivos para el visitante tienen lugar a las 10 de la mañana. A esa hora, todos los hermanos acuden a casa del prioste y montan a caballo a la voz del manda de la Cofradía. Una vez los hermanos han montado a caballo, se pasa lista, se leen las multas y se remata la bandera. El costumbrismo que destilan estos actos, en el que la tradición y los sutiles toques de humor se mezclan armónicamente, es digno de vivirse por el visitante. Por ello merece la pena levantarse un poquito antes ese día.

Tras ello, recorren en comitiva perfectamente reglamentada a caballo las calles de la villa hasta la ermita de la Virgen de la Estrella. Una vez allí se realiza una romería: los atencinos y visitantes acuden con buen humor a comer y a disfrutar de un día en el campo. Tiene lugar una procesión y una misa. Tras ellas, se rifan las roscas que los cofrades han colgado en el árbol cortado el día previo. En la rifa puede participar cualquier persona y la Cofradía invita a un trago de vino a todos los que rematen una para ayudarles a que pase mejor. Antes de comer, los hermanos bailan con devoción jotas castellanas, al ritmo de la dulzaina y el tamboril, desde el portalillo de la ermita, teniendo como compañera de baile a la imagen de la titular del templo.

Después de comer, los hermanos se despiden de la imagen de Santa María cantando una salve castellana en un atractivo espectáculo musical popular. Volviendo a montar a caballo, acuden a un camino a las afueras del pueblo donde realizan las famosas carreras, sin duda uno de los actos que más espectadores reúne por su espectacularidad.

Con motivo de la fiesta, tiene lugar, además, un concurso de fotografía con suculentos premios en metálico. E incluso, hay actividades para los más pequeños ambientadas en La Caballada, organizadas por la Asociación de Amigos de Atienza, en la conocida como Pequecaballada. Todo gira ese fin de semana en torno a la fiesta insignia de Atienza. Si quieren conocer una de las tradiciones más icónicas y representativas de la provincia, no duden en acercarse a Atienza el próximo 31 de mayo, no les defraudará.

Alberto Loranca