La Sierra vaciada

Imagen de la aldea de La Vereda, en la Sierra Norte de Guadalajara.

Asistimos, una vez más, a un movimiento social, mediático, político y popular, que pretende poner en evidencia la catástrofe poblacional que está afectando a una gran parte de los pueblos de nuestra geografía mesetaria. Parece que esta vez son, por fin, los propios afectados, los pueblos con riesgo de muerte por demotanasia, los que se movilizan, impulsados por iniciativas que parten de colectivos que se han agrupado alrededor de consignas y sloganes que evidencian el hartazgo del campesinado abandonado, de nuevo, a su suerte: Teruel existe, Soria ya, la Otra Guadalajara, Viaje al Corazón de las tinieblas, Laponia mediterránea, España vaciada, Sos Talavera… ¿Alguien ofrecerá respuestas a este grito de petición de auxilio?

La población de nuestra Sierra ha ido decayendo implacablemente y ahí están lo datos, contundentes, de evolución de la población y de edad infantil, del Instituto Nacional de Estadística. Hemos recogido una veintena de lugares significativos de nuestra Sierra, pero la lista podría ser mucho más amplia porque todos sin excepción han ido claudicando, ya sin razones atribuibles a guerras y pestes , ante el señuelo, aceptado voluntaria o forzosamente, de una vida pseudo-confortable al amparo del trabajo en los polígonos industriales y la vivienda en la gran ciudad y ante el apremio de una cada vez más asfixiante merma de los servicios públicos o básicos.

Datos poblacionales de algunos municipios de la Sierra y evolución desde 1850
¿Cómo puede sobrevivir una comarca en la que se ha perdido en las últimas décadas alrededor del 80% de la población en la mayor parte de los municipios y en algunos más del 90%? Además, sin engañarnos, si hubiera algún viso de aparente estabilización poblacional habría que deslindar la atribuible a empadronamientos solidarios, recursos de segunda vivienda, refugio de pensionistas y, si acaso, algunas meritorias iniciativas turística. Y, por otro lado, los datos de la población infantil son demoledores y seguramente a fecha de hoy son todavía más contundentes, salvados, sólo en algunos casos, por los de la población inmigrante. Y si graves son las cifras, probablemente las expectativas son aún peores dado que las posibilidades de que alguno de los pocos jóvenes empadronados permanezca en su localidad y constituya un sustrato social y laboral enraizado en su terruño son aún más bajas.

En el año 2007 se publicó la Ley 45/2007 para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural que prometía “llevar a cabo un impulso de desarrollo en las zonas rurales y, prioritariamente, en las que padecen un grado mayor de atraso relativo, cualquiera que sea su localización dentro del Estado”, y perseguía “la mejora de la situación socioeconómica de la población de las zonas rurales y el acceso a unos servicios públicos suficientes y de calidad… concediendo una atención preferente a las mujeres y los jóvenes, de los cuales depende en gran medida el futuro del medio rural”. No faltaban referencias a la diversificación de la actividad económica, la mejora de infraestructuras y equipamientos públicos, la prestación de servicios sociales, la calidad ambiental, la agricultura suficiente y sostenible, la creación y mantenimiento del empleo, la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación, la seguridad ciudadana, el acceso a la educación y la cultura, la adecuación del sistema público de salud a las necesidades del medio rural, la estabilización de empleados públicos en el medio… ¿Palabras?

En dicha ley se consideraba medio rural el espacio constituido con poblaciones inferiores a 30.000 h, densidad inferior a 100 h/km2 y municipio rural de pequeño tamaño al inferior a 5000 h. Por favor, ¿alguien ha visto los datos de nuestra Serranía, o de los de las comarcas que el próximo domingo se manifestarán en la “revuelta contra la despoblación”. ¿Alguien ha reflexionado sobre la densidad de población de la provincia de Guadalajara o de sus serranías, si exceptuamos el corredor del Henares? ¿Cuáles han sido los resultados a partir de la referida ley, seguida de otras normativas complementarias, creación de comisiones, publicación del primer programa de desarrollo rural sostenible y de otros decretos, disposiciones y reglamentos? Lo que (no) se ha conseguido hace pensar que en algo nos estamos equivocando.

No abrumaremos de datos, ni negaremos que haya habido planes, normativas y declaraciones y fotos de los políticos, simplemente constataremos algunos hechos sucedidos desde su publicación: Ninguno de los referidos municipios ha incrementado su población, la población infantil ha seguido disminuyendo, han seguido
recortándose, siguen limitados o han empeorado, en calidad o cantidad, servicios que se prestaban a la población, como el de correos, farmacia, urgencias, recursos energéticos, accesibilidad escolar, telecomunicaciones, seguridad ciudadana, transportes, políticas del agua o forestales, servicios de funcionariado, religiosos… Digamos que en todo ello, y al margen de eufemismos, cada uno asume las renuncias inevitables, se busca la vida y se las arregla como puede.

Y si hablamos de los medios de producción y de la utilización de recursos probablemente los teóricos emprendedores nos darían su propio listado de dificultades: burocracias inacabables, normativas restrictivas, escaso apoyo a especies agrícolas o ganaderas propias, limitaciones en la utilización secular de los recursos, dificultades de comercialización, limitaciones urbanísticas, encorsetamiento de normativas sanitarias, fiscalidad insoportable… Con lo cual, si hay alguna iniciativa, salvo casos extremos de osadía y riesgo, la vía del turismo rural, más o menos fácil y ampliamente promovida por instituciones y consumidores parece la única; pero si nos dedicamos exclusivamente al sector terciario, reserva turística de la zona centro, si no producimos algo de lo que el sector primario nos ofrece podemos vernos abocados a una burbuja que, salvo casos puntuales, ofrece menos beneficios que los que esta gallina de los huevos de oro puede garantizar y que aporta poco a la utilización productiva de otros recursos naturales.
Sí que hubo una Comisión del Senado que realizó varias visitas a nuestro territorio y que mereció alabanzas, porqué no, y amplia presencia en los medios de comunicación. El serrano de a pie probablemente lo ve con escepticismo, como vio la caravana de Mr. Marshall, y le gustaría constatar que legislación y legisladores, cadenas de comercialización y consumidores, favorecen realmente que sus servicios y productos puedan ser competitivos y su oferta no suponga una penosa odisea en el mercado. Y los alcaldes y sus ayuntamientos desearían menos declaraciones y normativas y más reparto de fondos que casi siempre favorecen, de modo absoluto y relativo, a las grandes ciudades, respondiendo a intereses políticos o espurios que no son realmente los que interesan, y podrían revitalizar, al medio rural. Poco conseguiremos si el criterio para dedicar atención y asignar y distribuir recursos sea el voto a conseguir y no el kilómetro cuadrado a mantener o el ciudadano a proteger en igualdad de derechos.

La pérdida de población hace centurias dio lugar a la proliferación de despoblados, entonces atribuible a plagas, guerras, dificultades orográficas o de supervivencia, pero en las últimas décadas tenemos que hablar de pueblos abandonados, podemos decir que primero a su suerte y luego al desamparo inevitable, y por ello pasaremos a la historia. Nuestra geografía está sembrada de cruces lapidarias que marcan el lugar donde un día hubo un pueblo y que nos están advirtiendo de que el destino es inevitable si no se pone remedio para los pequeños lugares y pedanías y de modo inmediato para aquellos que ya tienen que establecer un turno de guardia para evitar el saqueo.

Iniciativas como el denominado Manifiesto de Sigüenza ponen una vez más el dedo en la llaga y realizan propuestas que no pueden ser más acertadas, pero que es imprescindible sean asumidas e implementadas: reconocimiento, financiación, dotaciones, incentivación, fiscalidad, bonificaciones, apoyo a la producción local, igualdad de derechos… No debería quedar en palabras y declaración de intenciones una vez más; el mundo rural extremo, el auténtico, el de menos de 2 h. por kilómetro cuadrado está en peligro.

Por eso el medio rural, harto ya, está en la calle de la gran ciudad este domingo y quizás haya más domingos, si no se pone remedio; hasta que se asuma que hay que contar con él si queremos un futuro sostenible; o hasta que ya no haya nadie en el mundo rural y todos, visitantes y prestadores de servicios, sólo vayamos a él a pasar el fin de semana.

José María Alonso Gordo
Asociación Serranía de Guadalajara