Lo que la Caballada de Atienza nos deja y el coronavirus no nos permite

Guadalajara es tierra de contrastes, montañas no muy altas, pero montaña al fin y al cabo, en la Sierra Norte con cimas como la del Lobo a más de 2.200 metros; amplias planicies de la meseta central alcarreña en tierras de Trijueque y Torija; marcados valles como el del Henares, el Badiel, el Tajuña, el Ungría…; barrancos cono el Tajo o el río Dulce y esto solo hablando de naturaleza, pero si nos vamos al aspecto monumental no podemos dejar de visitar Sigüenza, el románico rural, la Arquitectura Negra, la señorial Molina de Aragón con sus muchas casonas o Atienza y Palazuelos, dos villas medievales.

Y así podríamos estar contado todo lo que la provincia de Guadalajara encierra para disfrutarla durante todo el año en todos y cada uno de sus pueblos.

Atienza es uno de estos pueblos que destacan en cuanto a propuestas que de diverso tipo se refiere: culturales, históricas, gastronómicas…. Y en Atienza tiene lugar cada Domingo de Pentecostés una de las fiestas castellanas más importantes y seguramente una de las más antiguas, con 858 años de celebración seguramente ininterrumpida, o que de eso tenga constancia documental.

Asistir a la Caballada de Atienza es como hacer un viaje en el tiempo, te transportas a las encarnizadas luchas familiares por acaparar el poder en plena Edad Media, en los inicios de Castilla cuando tíos, primos, sobrinos y hermanos luchaban por alzarse por el trono de las tierras castellanas.

La Caballada de Atienza tiene su origen cuando en 1162 Alfonso VIII, siendo un niño, era rey de Castilla y su tío Fernando II de León presionaba para hacerse con la corona castellana. Las familias de los Lara eran partidarios del joven Alfonso y los Castro apoyaban la causa leonesa. El joven rey castellano fue conducido hasta Atienza y allí se resguardó tras sus murallas. Las tropas pro-leonesas sometieron a la villa a un asedio que se prolongó en el tiempo, hasta que la mañana de Pentecostés de 1162, la cofradía de arrieros existente entonces en Atienza ideó una estratagema para solucionar la situación: pidieron permiso para atravesar el asedio simulando realizar una romería a la cercana ermita de la Virgen de la Estrella y aquello sirvió de distracción a las tropas leonesas. Mientras tanto, las caballerías más veloces condujeron al rey niño hasta Ávila. De esta manera Alfonso VIII pudo conservar la corona castellana independiente de la de León.

Aquella gesta supuso el comienzo de la hoy conocida como fiesta de La Caballada, organizada actualmente por los herederos de aquella cofradía de arrieros, la Cofradía de la Santísima Trinidad. Ésta conserva documentación que acredita su presencia desde el siglo XII y se conservan sus libros de acuerdos y cuentas desde 1679.

Este año la pandemia provocada por el CIVD-19 y el estado de alarma impedirá, por primera vez seguramente en toda su historia o por lo menos desde cuando se tiene constancia escrita, la celebración de esta ocho veces centenaria fiesta.

Hace algunas semanas lo hermanos de la Cofradía, seguramente con mucha pena y dolor decidieron suspender la fiesta, especialmente por no poder garantizar las medidas de seguridad impuestas, además de que, en las fechas de su celebración, este año sería el próximo fin de semana del 30 y 31, aun se sigue en estado de alarma, pero en fase 2.

La fiesta tiene varios días de celebración, pero la más conocida y el día grande tiene lugar el fin de semana coincidiente con el domingo de Pentecostés

El sábado, la víspera, se celebra las Siete Tortillas: la mesa de la cofradía baja a la ermita de la Estrella a prepararla, cortar el ramo y allí bailan ante la virgen jotas castellanas  los sones de la dulzaina y el tamboril, un elemento esencial de la fiesta. Después hacen un descanso para merendar las siete tortillas, una de cada clase y sabor en conmemoración de las siete jornadas que los arrieros atencinos tardaron en llegar a Ávila. Ya con la caída de la tarde regresan a la villa y la Cofradía invita a merendar a todo el pueblo a tortillas, chorizo y vino en la plaza del Trigo. El aperitivo se acompaña con música castellana tocada en directo.

Como decimos el dia grande de la Caballada es el Domingo de Pentecostés con muchos actos encadenados uno tras otro:

A primera hora de la mañana se sortean los caballos para los hermanos con los que participaran en la fiesta y posteriormente se reúnen los cofrades en casa del Prioste con sus caballerías: se pasa “lista”, se “leen las multas” y se “subasta la bandera”. Posteriormente recorren las calles de Atienza hasta la casa del Abad y la comitiva, seguida de una nube de fotógrafos, se dirige a la ermita de la Estrella situada a unos 2 km de la villa.

A media mañana arranca la procesión hasta la peña de la Bandera con la imagen de la Virgen de la Estrella precedida de su estandarte y la bandera de la cofradía. Durante el recorrido se subastan las “Andas de la Virgen” en celemines de trigo (aunque se traducen a euros); y ya de regreso se celebra la santa misa.

Una vez que ha finalizada la eucaristía y en la puerta de la ermita se procede a la “Subasta de Roscas” y los cofrades bailarán de nuevo en el portalillo ente la imagen de la virgen con la música de la dulzaina y el tamboril.

La comida, a base de asado y ensalada, participan solamente los hermanos en el comedor situado en la parte superior de la ermita. Los visitantes y las familias de los hermanos lo hacen en las inmediaciones.

Por la tarde y antes de partir vuelven a bailar ante la virgen y se despiden de ella cantando una emotiva salve en el interior del pequeño templo. A la orden del “manda” los cofrades montan en sus caballerías e inician el camino de regreso para atravesar la villa y dirigen al lugar donde se celebrarán las carreras en dura rivalidad entre los jinetes más jóvenes

La jornada concluye en la plaza del Trigo cuando el abad obsequia con un trago de fresca limonada tanto a los cofrades como a los numerosos turistas que se dan cita.

Hay otro acto que pocos conocen y apenas tienen ocasión de ver; se trata de un acto un poco más íntimo, para los propios cofrades y sus familias y un grupo reducido de invitados. Siete días después se celebra el domingo de Trinidad y es la fecha elegida para el intercambio de insignias entre mayordomos y priostes entrantes y salientes, en un acto que tiene lugar en las puertas de la iglesia de la Trinidad de Atienza.

Y como recuerdo de las caballadas anteriores, a la espera de la de 2021, que se celebrara el 22 y 23 de mayo, he aquí una galería de fotos, algunas bastante antiguas.