Manifiesto de Sigüenza: cambiar el modelo contra la despoblación con más recursos y presupuesto

Una de las mesas redondas del I Foro de Desarrollo Rural Pueblos con Futuro de Guadalajara, en el Parador de Sigüenza. // Fotos: Recamder y Nueva Alcarria.

Perdón por comenzar con una autocita pero, como decía Unamuno, nadie me pilla más cerca. El 31 de enero de 2018 escribí lo siguiente en este mismo espacio, en un artículo que titulé Despoblación: hechos, no palabras: “El mayor riesgo a la hora de abordar la situación de nuestros pueblos no es caer en la resignación. Es la indiferencia por la ausencia de políticas públicas de calado. Cada vez que me acerco a este asunto, por motivos personales o profesionales, noto un creciente hartazgo por la falta de concreción a la hora de traducir en medidas tangibles los diagnósticos, los análisis, las mesas redondas, los congresos y los informes oficiales que destripan la España vacía. La despoblación ha abandonado el letargo político. Esto llega tarde, pero debería plasmarse en la adopción de decisiones pragmáticas”.

Recordé esta reflexión al hilo del primer Foro de desarrollo rural de Guadalajara Pueblos con Futuro, impulsado el pasado 13 de diciembre en el Parador de Sigüenza por los grupos de acción local de la provincia y organizado de forma excelente por Nueva Alcarria y su incombustible director, Alfredo Palafox. La cita se convirtió en un cónclave relevante de la Guadalajara rural, con más de 600 asistentes y un variado panel de especialistas disertando sobre cómo buscar salidas al laberinto de la sangría demográfica, que en nuestra tierra se ceba con todo el territorio provincial excepto el área metropolitana del Corredor del Henares.

El foro, que necesita continuidad para abordar con mayor concreción asuntos relevantes para nuestro mundo rural, contó con un respaldo institucional de primer nivel. Lo inauguró el consejero de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo; y el presidente de la Diputación, José Manuel Latre. Y lo clausuró Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha. Hay que felicitar a la Red Castellano Manchega de Desarrollo Rural (Recamder), y a todos los colaboradores y patrocinadores, por poner en marcha tan feliz iniciativa. 

En mi intervención en una de las mesas –acompañado, entre otros, por gente que aprecio como José Luis Ros, en nombre de Serranía Celtibérica; y Diego Sanz, de La Otra Guadalajara- defendí la necesidad de convertir los análisis sobre la despoblación en una hoja de ruta tangible y concreta a través de medidas efectivas. Me mostré partidario de abordar la cuestión mediante un pacto de Estado que no se quede en agua de borrajas y asumir el hecho de que, dado que la despoblación se produjo a raíz de motivaciones políticas, sólo desde la política podrán hallarse soluciones. Pedí la reactivación y actualización de la Ley de Desarrollo Rural de 2007 y centré mi propuesta alrededor de cinco ejes:

1.       ARRAIGO: más que del concepto de repoblación, que evoca un proceso forzado, creo que lo más pragmático y adecuado es marcarse el objetivo de fijar población, por un lado; y, por otro, atraer a nuevos habitantes con voluntad de arraigo. No se trata de poblar la España rural de urbanizaciones sin personalidad, sino de devolver la vida a los pueblos aunque sea de forma parcial y progresiva, y aunque en los pequeños pueblos –los más alejados y montañosos- sea ya muy difícil por no decir imposible implementar medidas a largo plazo.

2.       IGUALDAD: la despoblación deriva de la desigualdad. La brecha rural se resuelve no con estrategias y planes grandilocuentes que se quedan en nada sino con medidas efectivas destinadas a garantizar la igualdad y a preservar el Estado del Bienestar. No se pide la luna; se está pidiendo lo que dice la Constitución: sanidad, educación, bienestar social. Garantizar los servicios públicos, mejorar salarios a los empleados públicos, ayudas para el alquiler y los desplazamientos…

3.       CONECTIVIDAD Y APOYO ECONÓMICO: empleo, telecomunicaciones (cobertura 3G y 4G, y banda ancha real), transporte público y fiscalidad. Hay que hacer compatible el desarrollo con la conservación medioambiental. No puede ser que haya leyes que no se desarrollen o que pongan trabas al progreso económico. Discriminación positiva: bien mediante bonificaciones claras, no cosméticas; rebaja del tramo autonómico del Impuesto de Sociedades, de la cuota de autónomos que desarrollen negocios en el medio rural e implantación de un IVA rural superreducido. Eso exige una armonización fiscal por parte de las distintas administraciones. Espero que ese sea uno de los caballos de batalla de la estrategia nacional de la Comisionada para el Reto Demográfico, que quiere presentar en primavera, casualmente, en vísperas de las elecciones municipales y autonómicas. Finalmente, en este bloque es importante blindar la eficacia en el uso y el destino de los fondos europeos. Soy un ferviente defensor del proyecto comunitario y también del respaldo que ha supuesto para el medio rural, particularmente, en sectores como el primario y el turismo. Pero hay que afinar más y reducir la distancia entre los fondos destinados a la Política Agraria Común (PAC) y el resto de fondos de desarrollo rural. Solo así podrá dotarse de a la política rural de una verdadera transversalidad.  

4.       CAMBIO DE MENTALIDAD. Aún persiste en amplias capas de la población, especialmente en los corredores urbanos, una estigmatización del pueblerino, que sigue siendo el perdedor de la historia: una persona mayor, generalmente inculta y sin ambiciones. Así es como muchas veces se pinta en los medios de comunicación. Para atraer población, hay que cambiar la conciencia sobre lo que hoy en día son los pueblos. Pero esto será imposible si se siguen cercenando las oportunidades para las gentes de los pueblos: si se ponen trabas burocráticas, si se continúa fomentando el egoísmo o el localismo exacerbado, si no se buscan sinergias comarcales, si no se organiza una verdadera resistencia del medio rural que luche, con movilizaciones y no solo con palabras, por el futuro de la España rural interior.

5.       APOYO A LA MUJER. Creo que la mujer requiere de una protección especial en el medio rural. La Ley de Titularidad compartida, que pretendía aflorar explotaciones agrarias, no ha dado sus frutos. Ahora desde el Gobierno de Castilla-La Mancha se está tramitando un Estatuto de la Mujer Rural: veremos en qué se concreta y también su efectividad, pero es una buena señal que se esté impulsando porque permite poner el foco sobre esta realidad. Falta apoyo para la creación de empleo y, en general, todas las políticas de igualdad necesitan un refuerzo especial en el ámbito rural.

Durante el foro desarrollado en Sigüenza tuve la oportunidad de saludar a muchas personas conocidas y queridas, y también de conocer a otras preocupadas por el futuro del medio rural. Había alcaldes, agentes de desarrollo rural, miembros de asociaciones de todo tipo, representantes de la patronal y los sindicatos, y particulares interesados en estas cuestiones. Fue un acierto de los organizadores galvanizar esta inquietud en una jornada de puesta en común de opiniones y estrategia: no hay que desmerecer estos esfuerzos en un territorio en el que sus comarcas acostumbran a vivir de espaldas.

Dicho lo cual, urge pasar ya a la acción. El Manifiesto de Sigüenza [pueden leerlo pinchando en este enlace de Nueva Alcarria], redactado con motivo de esta jornada y entregado a los diferentes dirigentes políticos, constituye un aldabonazo de la Guadalajara rural con una proyección nacional en el debate abierto sobre la despoblación. Además del consabido diagnóstico sobre el invierno demográfico, los organizadores quisieron exhortar a la aplicación de un decálogo con medidas concretas y realistas, que atañen a cuestiones medulares como la singularidad de los territorios del interior, el suministro eléctrico y las telecomunicaciones, la seguridad, la gestión de la política hídrica y la fiscalidad, entre otras. A este objetivo es al que creo que hay que convocar a todas las instituciones, pero también al conjunto de la sociedad civil. A los que resisten en los pueblos y a los que lo hacen en las ciudades pero muestran su inconformismo con la brecha rural. No sobra ningún hombro, dada la hercúlea tarea que queda por delante. Mañana será tarde para actuar.