Opinión El maratón de los cuentos

La parlamentaria del Partido Popular Silvia Valmaña
La parlamentaria del Partido Popular Silvia Valmaña

Hace 25 años que toda Guadalajara decidió contar cuentos sin parar convirtiendo nuestra ciudad  en el escenario del mundo mágico en el que niños y adultos se sumergen en paisajes irreales, tiempos pasados o futuros, o se convierten en héroes o villanos para recuperar o recrear las historias.

El cuento es, según la primera acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua, un relato breve de ficción. Es en esta definición donde el cuento manifiesta toda su grandeza. El cuento es fábula moral, arte y  divertimento. Abarca todos los géneros, desde el terror a la sátira; y han crecido con nosotros, acompañando los mejores momentos de nuestras vidas, como las hadas que dan nombre a todo un género.

Este fin de semana, que se anticipa de calor y sueños en Guadalajara, es el cierre de unos días en los que los “cuentos”, en otra de sus acepciones, han sido la tónica general en el ambiente político. En la tercera entrada del diccionario se empieza a variar la acepción del cuento para sustituir la ficción por la relación de un “suceso falso o de pura invención”; o en la quinta en la que directamente se habla de embuste o engaño.

Esta consideración del cuento en el lenguaje coloquial presenta una visión menos noble del mismo y es, por desgracia, la primera que nos viene a la cabeza cuando se trata de determinados temas. Si alguien nos “cuenta un cuento” estamos hablando como sinónimo de engaño y simulación. Acompaña así en su categoría el cuento a otras nobles actividades, como son las de hacer teatro, farsa, sainete o vodevil, también alejadas en el imaginario colectivo de las expresiones artísticas que dan origen a su nombre.

Hemos sido testigos estos días de cómo algunos “cuentacuentos” profesionales han desvelado todo su potencial. En nuestra región, la cantidad de anuncios y planes que habitualmente presenta García Page sin ningún sustento de realidad, la utilización abusiva de la propaganda ante la ausencia de hechos relevantes, la parálisis de la actividad de gobierno en beneficio de los ciudadanos frente a la verborrea incontenible, todos estos “cuentos” están degradando la percepción de todos de la acción del gobierno de Castilla-La Mancha y de su presidente.
La apariencia, cuando no va acompañada ni sustentada con hechos, hace que los espectadores del desatino pasemos sucesivamente por las fases de incredulidad, indignación e hilaridad, para volver luego a la incredulidad y la indignación. Aquí el cuento supone una falta de respeto a aquellos a quienes se dirige. Y es más irrespetuoso cuanto más evidente es el engaño que encubre. Los colegios que no existen, las obras de hospitales y centros de salud que no se realizan, los Campus Universitarios que se dilatan sine die, las medidas que no se toman para evitar las listas de espera, las convocatorias que no salen o no se resuelven, son algunos ejemplos de cuentos trágicos para los protagonistas involuntarios de los mismos, los guadalajareños, los castellano-manchegos.

El otro gran momento de los cuentistas de la semana lo ha protagonizado Podemos en el Congreso de los Diputados. La utilización de las instituciones para presentar y defender una moción de censura, tan injustificada como inútil, ha demostrado una vez más que los cuentos también se escenifican en ocasiones. En el fondo y en la forma hemos presenciado una farsa que podría haber constituido un divertimento si no hubiera supuesto la parálisis política de España durante 48 horas, si no hubiera distraído la actividad del gobierno y de los diputados de las cosas que realmente importan a los españoles.

Dos días en los que podríamos haber continuado trabajando, por ejemplo, en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que es algo que nos preocupa a todos. Dos días en los que deberíamos haber seguido buscando posturas comunes para alcanzar un Pacto de Estado Social y Político por la Educación, que consolide un sistema que pueda perdurar en el tiempo y que permita recoger los frutos de la estabilidad transformados en mejor formación y mejores oportunidades para nuestros hijos e hijas.

Dos días en los que los nuevos profetas de la “postverdad” o de la mentira pura y dura, los comunistas disfrazados de socialdemócratas y los aprendices de totalitarios bolivarianos han realizado un ejercicio de “trilerismo” político para evitar el debate de las cuestiones importantes para los españoles sustituyéndolo por una pantomima que denigra la Política con mayúsculas.

Estos son cuentos feos, cuentos que repugnan o dan miedo. Son los cuentos que no tienen cabida en el gran fin de semana en el que Guadalajara vuelve a mostrar, una vez más, su mejor cara. Los cuentos que escucharemos, contaremos, y disfrutaremos en Guadalajara son cuentos para hacer felices a los demás. Es lo que hace que el Maratón de los Cuentos perdure y se haga más grande y más fuerte.

Para los demás, colorín colorado…

SILVIA VALMAÑA OCHAITA
(Diputada en el Congreso por el Partido Popular por Guadalajara).