Trillo, la villa del Tajo

Una de las cosas que, en los últimos años, han hecho de Trillo un lugar muy conocido ha sido su central nuclear. Sin embargo, la relevancia de esta villa transciende –en mucho– a la mencionada planta industrial. No sólo por su historia y patrimonio. También por el papel que tiene el agua en la localidad. No en vano, se encuentra atravesada por dos ríos. Por un lado, el Tajo. Y, por otro, el Cifuentes, afluente del primero.

“En Trillo es siempre protagonista el agua. Por una parte, el remanso del río, encajado entre voluminosas arboledas, herrajes de pasamanos, paseos ajardinados, galerías y miradores de la pequeña villa cosmopolita. Por otra –y ésta no sólo alegra la vista, sino también el oído–, el desagüe precipitado del Cifuentes, abundante y breve, que se despeña en cascadas estruendosas a la sombra permanente”, relata José Serrano Belinchón. “Bajo un puente monumental que une los dos barrios, discurren mansas las aguas del Tajo.

Arriba, el pueblo viejo, empinado sobre su peana de arenisca, oteando la moderna estampa de las calles ribereñas desde las bodegas que hicieron los árabes”, añade.

A ello, se une el patrimonio e historia del municipio. De hecho, la localidad se consolidó tras la llegada de los cristianos, pasando a formar parte del Común de Villa y Tierra de Atienza.

Tiempo después se enmarcó en la jurisdicción de los Condes de Cifuentes. Sin embargo, no fue hasta 1630 cuando el sitio fue declarado villa independiente. Tras ello, vivió una gran prosperidad, la cual se vio truncada tras la Guerra de Sucesión, acaecida a inicios del siglo XVIII. De hecho, durante esta contienda se quemaron parte de las viviendas de la población y, además, se arrasaron cosechas…

No obstante, esta crisis se acabó superando y, actualmente, Trillo es una villa próspera, con 1.319 ciudadanos empadronados. Además, el luengo devenir del lugar ha permitido la existencia de varios monumentos de interés. Entre ellos, los baños de Carlos III –inaugurados en 1778 y hoy convertidos en balneario– o la iglesia parroquial, edificada a mediados del siglo XVI y de estilo renacentista. También se ha de mencionar el puente sobre el Tajo, construido en la misma centuria que el templo, aunque posiblemente con orígenes anteriores.

Empero, la riqueza trillana no queda aquí. A pocos kilómetros del pueblo se hallan los restos del monasterio cisterciense de Óvila, erigido en el siglo XIII. El complejo pudo ver la luz gracias a la colaboración de los reyes castellanos. “En 1930 fue vendido por sus dueños al caprichoso y desaprensivo magnate estadounidense W.R. Hearts, quien inmediatamente lo mandó desmontar piedra a piedra con intención de volverlo a reconstruir en su rancho de San Simón, en California”, denuncia José Serrano Belinchón.

Sin embargo, las intenciones del multimillonario no arribaron a buen puerto y el cenobio nunca se cimentó en Estados Unidos. “Actualmente, lo poco que aún puede verse en Guadalajara son algunos arcos descarnados del claustro y un gimente torreón como testigo de algo que jamás debiera haberse hecho”, comentan los especialistas.

Potencialidad turística
Una situación que no ha afectado al turismo trillano. Todo lo contrario. El número de visitantes se ha incrementado. “Hay movimiento”, confirma la concejala del área, Beatriz González. Incluso, estarían llegando ciudadanos de otras partes del mundo. Entre los países de procedencia hay algunos europeos –Alemania o Francia– pero también de orígenes más «exóticos», como Japón. “Buscan salirse de los típicos destinos, buscando lugares más concretos”, comenta la representante municipal.

Y, en este sentido, vuelve a aparecer el agua como uno de los elementos vertebradores de la villa. “Pasear por la orilla del río Tajo es uno de los principales atractivos de Trillo”, asegura González. A ello se unen las rutas que se han diseñado y que también se constituyen como una alternativa interesante para el caminante. Sin olvidar el museo etnológico y el Centro de Interpretación de la Energía existentes en Trillo, que bien merecen un recorrido. “Unas propuestas que se suman al balneario [mencionado anteriormente] y que, actualmente, está funcionando a pleno rendimiento”, subraya la edil.

En consecuencia, la cultura y el agua poseen una gran importancia en Trillo. Estructuran la vida de la localidad. Pero, al mismo tiempo, y junto con la naturaleza y la historia existente en el emplazamiento, se han convertido en un reclamo turístico de primer nivel. Sólo hay que acercarse hasta este municipio para percibir el marco incomparable en el que se asienta. Un lujo al alcance de todos.

Bibliografía
Serrano Belinchón, José. La Alcarria de Guadalajara. Guadalajara: Aache, 2003.