Visitar el Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo (Guadalajara)

Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, del siglo XIX, en Guadalajara capital.
Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, del siglo XIX, en Guadalajara capital.

Seguramente, la Guadalajara de finales del siglo XIX y principios del XX sería una ciudad pequeña y acogedora. Un enclave con un cierto toque militar, pues aquí se ubicó durante casi un siglo, desde 1833, la Academia de Ingenieros del Ejército. En aquellas fechas, quizá eran dos las familias más influyentes de la ciudad. Por un lado, la encabezada por don Ignacio de Figueroa y su esposa doña Ana de Torres, marqueses de Villamejor y padres del que después sería conde de Romanones y cuyo palacio es el actual Palacio de la Cotilla. Y, por otro, quizá aún más poderosa y rica, se encontraba doña María Diega Desmaissières y Sevillano, a la sazón condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano.

María Diega Desmaissières y Sevillano era hija de Diego María Desmaissières y López de Dicastillo, conde de la Vega del Pozo y marqués de los Llanos de Alguazas, embajador de España en Bélgica e Italia; y de María Nieves Sevillano y Sevillano, marquesa de Fuentes de Duero y duquesa de Sevillano. Heredera única de una de las fortunas más importantes de España, lo cierto es que la dedicó a obras sociales y caridad, principalmente, en la ciudad de Guadalajara.

La condesa de la Vega del Pozo residía en la capital arriacense en su palacio situado en la actual Plaza de Beladíez, junto a la iglesia de San Esteban, en lo que hoy es un colegio. El estado actual se debe a la intervención, en torno a 1887, del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, quien reformó y amplió el antiguo palacio. El conjunto muestra el estilo ecléctico y brillante de su autor. Destacan la torre de la capilla y su portada, rematada por un magnífico relieve que representa el martirio de San Sebastián. En el edificio principal se ha conservado el patio del antiguo edificio, construido en el siglo XVI, que repite el modelo renacentista alcarreño.

La iglesia de San Esteban formaba parte del palacio de la condesa.
La iglesia de San Esteban formaba parte del palacio de la condesa.

Pero la inmensa fortuna casi incalculable de doña María Diega, de la que por cierto en 2016 se conmemora el centenario de su fallecimiento, lo dedicó a mejorar las condiciones sociales de los alcarreños pobres. Para ello, con la ayuda y la dirección de Velázquez Bosco, proyectó construir un gran complejo educativo y de acogida en sus terrenos, situados al sudeste de la ciudad. Este complejo incluiría la Escuela-Modelo y el asilo, una iglesia conmemorativa a su tía Santa María Micaela del Santísimo Sacramento y un gran panteón que sirviera para acoger los restos de toda su familia, y los suyos propios. El Panteón de la Duquesa de Sevillano se construyó entre los años 1882 y 1916.

Actualmente, junto a los actuales parques de San Roque y Adoratrices, se alza la imagen esbelta de un gran panteón que sorprende a propios y extraños. Un panteón que hasta hace pocos años era complicado visitarlo, ya que se encuentra en terrenos del complejo educativo de las Adoratrices. Complejo en el que, por cierto, desde 1924 y hasta su traslado a Segovia, cobijó a la Academia de Ingenieros.

El complejo se ordena en tres ejes. Primero, el colegio propiamente dicho con un gran patio central interior y su portada monumental en piedra caliza. Le acompaña la iglesia de Santa María Micalea, una espléndida obra de la arquitectura del siglo XIX y obra maestra de Velázquez Bosco, compuesta por una sola nave con tres niveles, en la que predomina el estilo mudéjar en la decoración de yeso y en el artesonado. La pieza más visual es el gran arco del coro, que combina un repertorio de diversa procedencia, renacentista, islámica y mudéjar.

Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo.
Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo.

Y, por último, el impresionante edificio del Panteón de la Condesa de Vega del Pozo. Situado en una pequeña cota, aislado del resto de edificios para que se pueda contemplar por sus cuatro costados. Subsiste una leyenda, y como tal hay que tomarla, que indica que, debido al buen ritmo de las obras del conjunto, la Duquesa de Sevillano ordenó que por la noche se destruyera parte de lo que se había edificado por el día, para de esta manera alargar las obras y que los trabajadores tuvieran faena durante más tiempo.

El gran edificio del panteón fue su encargo principal en honor de sus padres, fallecidos años antes, y a quienes deseaba enterrar en este lugar. Ricardo Velázquez Bosco diseñó un edificio moderno, pero con tintes clásicos. Destaca principalmente la decoración exterior de la cúpula, realizada con tejas de reflejos metálicos en forma de escamas, obra del ceramista Daniel Zuloaga. La obra se realizó entre 1893 y 1906, y presenta un perfil ecléctico historicista, muy utilizado a finales del siglo XIX, mezcla de varios estilos, como el neorrománico-lombardo de sus fachadas, el bizantino de sus mosaicos o el mudéjar de sus capiteles internos.

El panteón, en planta de cruz griega, está dividido en dos plantas. La superior, dedicada al culto, destaca por una pintura sobre madera de un Cristo crucificado. Y la falsa cripta, donde se encuentra un monumento sepulcral central, está compuesto por dos cuerpos donde permanece enterrada la duquesa. Ésta última es obra del escultor modernista Ángel García Díaz.

Al fallecer la benefactora en 1916 y hacerlo, además, sin descendencia, las Hermanas Adoratrices se hicieron cargo de todo el complejo, tanto de los edificios adyacentes como de la capilla de Santa María Micaela. Allí instalaron un colegio por el que han pasado numerosas alumnas de Guadalajara y la provincia. Actualmente, tanto la iglesia, que es parroquia, como el panteón, son visitables.