Zorita y el restaurante Abuela Maravillas: turismo y gastronomía en la ribera del Tajo

El caserío de Zorita de los Canes, en la margen izquierda del Tajo. // Fotos: Raúl Conde.

La consejera de Economía, Empresas y Empleo, Patricia Franco, inauguró a principios de este mes el parque fluvial de Zorita de los Canes. “Un claro ejemplo –aseguró- de cómo un ayuntamiento puede promocionar su economía y empleo mediante el acondicionamiento de un recurso turístico”.

Franco recalcó de nuevo el peso del turismo en la actividad económica de la región. Representa el 11% del PIB autonómico, lo que ha convertido a Castilla-La Mancha, según la Junta, en uno de los “principales receptores de flujos de turismo rural a nivel nacional”. Traducido en datos, durante los cinco primeros meses de 2018, Castilla-La Mancha aglutinó al 7,1% del total de viajeros alojados. Esto convierte a la región en la quinta en el ránking de CCAA por cuota de mercado. La demanda extranjera se elevó un 5,5% hasta mayo y los afiliados a la Seguridad Social ligados a la actividad turística ya ha rebasado la barrera de los 48.000.

Parque Fluvial de Zorita.

Los datos que maneja el Gobierno regional coinciden con los de otras administraciones. También en lo que se refiere a Guadalajara. De hecho, las pernoctaciones de residentes en el extranjero en alojamientos de turismo rural en la provincia de Guadalajara registraron un incremento de un 43,5%,  según la encuesta de ocupación de Turismo Rural del INE. Este organismo también indica que se trata de la décima provincia del país más dinámica en lo que a movimiento turístico se refiere y que registró, en el mismo mes, un aumento de un 8,7% de las pernoctaciones de extranjeros en alojamientos hoteleros de la provincia.

Son números para la esperanza en un territorio que prácticamente ha fiado al turismo sus opciones de futuro, especialmente, para sus áreas rurales. Sin embargo, subyace aún una sensación extendida –sobre todo entre los profesionales de la hostelería y la restauración- del escaso aprovechamiento del potencial turístico de nuestra provincia. Máxime teniendo en cuenta la cercanía a Madrid, lo que proporciona a dos pasos un mercado de enorme envergadura.

Ampliar la oferta de turismo activo, mejorar las comunicaciones, profesionalizar el sector hostelero, incrementar la oferta gastronómica que va dirigida a un público de renta media-alta y alta, invertir más en promoción, coordinar las políticas turísticas… Queda mucho por hacer en Guadalajara. Y quizá por eso cobran mucha importancia iniciativas locales como las de Zorita de los Canes (69 habitantes, según el último padrón del INE) y el restaurante Abuela Maravillas (Plaza de la Diputación, 1), ubicado en esta localidad, a orillas del Tajo.

Vista de Zorita de los Canes y el castillo-alcazaba, con la curva del Tajo.

Los ayuntamientos y los promotores de turismo que se superponen a las complicaciones del sector y a las trabas que a veces ponen las propias administraciones merecen un elogio unánime. Es el caso de Zorita. Un pueblo con una densa historia que se ha convertido en una joya para los amantes del turismo interior. Y no solo por la alcazaba de origen andalusí bajo la que se ubica el caserío, sino por su emplazamiento, haciendo curva con el Tajo, que en este punto discurre hacia la ciudad visigoda de Recópolis, fundada por Leovigildo en el año 578, y sobre la que no me voy a extender porque es mejor recurrir a los especialistas en la materia.

El parque fluvial es consecuencia de la decisión que adoptó el Gobierno de Castilla-La Mancha en 2003 de declarar la Reserva Fluvial de Sotos del Tajo, dentro de la red de áreas protegidas y la Red Natura 2000, a raíz de su designación como zona de especial protección de aves (ZEPA) y como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), ambos denominados ‘Sierra de Altomira’. Se trata de un excelso espacio natural que ahora espera recibir un impulso turístico, y por tanto económico.

Camilo José Cela pasó por este rincón el 14 de junio de 1946. Escribió en Viaje a la Alcarria: “Zorita de los Canes está situada en una curva del Tajo, al lado de los inútiles pilares de un puente que nunca se construyó, rodeada de campos de cáñamo y echada a la sombra de las ruinas del castillo de la orden de Calatrava…”. La alcazaba presenta una estampa impresionante. Fue construida a principios del siglo IX, en tiempos del emir Mohamed I. Después acabó siendo conquistada a los sarracenos por Álvar Fáñez, quien consta como su gobernador en el año 1097. Finalmente, tras volver a manos almorávides y ser recuperada en 1124 por Alfonso VII, acabó siendo donada en 1174 por el rey Alfonso VIII a la Orden de Calatrava.

El objetivo era reforzar la defensa de las incursiones almohades. La fortaleza no está restaurada, pero conviene subir hasta su ubicación y visitarla. Por la noche también ofrece una estampa extraordinaria. “El castillo debió ser una verdadera fortaleza. Ahora los arcos y las bóvedas aparecen desaplomados y amenazan con venirse al suelo de un día para otro”, pergeñó Cela. El edificio, una vez que recobró su titularidad pública, ha sido parcialmente restaurado gracias a las gestiones del Ayuntamiento de Zorita pero, sobre todo, a la inyección económica procedente del 1,5% Cultural del presupuesto del Ministerio de Fomento. Aún así, queda la asignatura pendiente de completar su restauración y, sobre todo, su puesta en valor a través de un uso permanente.

Además de la estructura de la fortaleza, conviene otear la panorámica que se divisa de la Alcarria desde el castillo, “situado estratégicamente sobre un cerrillo rocoso y difícil de subir”, según el premio Nóbel gallego. Pero, sobre todo, resulta gratificante pasear por las callejuelas del casco de Zorita. Un verdadero placer para los sentidos.

En esta localidad se ubica uno de los restaurantes más sorprendentes de la provincia de Guadalajara. También uno de los que viene pujando con más ahínco y acierto. Se trata del restaurante Abuela Maravillas, que ofrece el encanto de comer en la ribera del Tajo. Es un local familiar que ofrece un recetario clásico –con innovaciones muy creativas- y cuya esencia es el mimo del producto local. Dispone de habitaciones y el comedor se halla en el pilar de un antiguo puente del siglo XVI que domina el Tajo, ahora consolidado como parque fluvial. Este entorno, y las propias dimensiones reducidas del salón, proporcionan una sensación confortable y acogedora. Ahora, en pleno verano, también dispone de una espectacular terraza a modo de balcón al Tajo.

992 de Finca Río Negro, de Cogolludo.

La carta es un auténtico festín. La alcachofa fresca confitada sobre parmentier y lascas de ibérico (en la foto) o las ensaladas de tomate de raf con sardinas ahumadas de Santoña, la de codorniz en escabeche y la de queso de cabra y miel de la Alcarria son algunos de sus entrantes imperdibles. También la terrina de foie con manzana caramelizada y una excelente lasaña melosa de corzo silvestre y boletus (en la imagen). Entre los platos principales sorprenden las manitas de cerdo deshuesadas a la madrileña, el rabo de ternera al vino tinto, la perdiz de tiro estofada con castañas y boletus, el jarrete de cordero lechal asado a baja temperatura al jengibre y ajo morado.

Pero, en todo caso, hay que prestar atención a la oferta de carnes a la brasa, como el entrecot de cebón o la pluma con jamón ibérico de Guijuelo, que sirven con mimo y el acompañamiento idóneo. Mención aparte merecen las Maravillas de la abuela con chimichurri, carne tierna, bien hecha, con la clásica guarnición argentina. El pescado que integra la carta depende del producto de temporada.

Entre los postres sobresalen los bizcochos borrachos de miel –marca de la Alcarria- o el arroz con leche. Resultan espectaculares la tarta de queso manchego con aceite denominación de origen de la Alcarria, que sirven con nueces y la selección de quesos manchegos. También se cuidan los detalles que vienen después del postre: el cliente encontrará una selecta antología de ginebras.

Si hubiera que poner algún pero podría ser la escasez de referencias en la carta de vinos, en la que sobresalen los Riojas y Riberas aunque también se incluyen referencias a vinos de la tierra, ya sean de Cuenca o Finca Río Negro, de Guadalajara, y aciertos como el Vi de Gel (Gramona) del Penedès, que debe servirse muy frío. Además de los vinos también dispone de una carta de cervezas, con todas las referencias de Estrella y de Mahou. El servicio es atento y destaca la amabilidad y la simpatía de Elías Baldominos a los mandos de la sala.

Háganse un favor en estos días que empiezan a ser tórridos: viajen hasta Zorita de los Canes, paseen por sus calles, hablen con sus gentes, suban hasta el castillo y coman en Abuela Maravillas. El recuerdo será imborrable.

Castillo-alcazaba de Zorita de los Canes, construida en el siglo IX.