El ambientalismo arriacense: historia de una lucha

En 2018 estamos de aniversario. Una de las organizaciones más conocidas de la provincia cumple 20 años. Dos décadas en las que no ha dejado de batallar a favor de la preservación del medio ambiente. Se trata de Ecologistas en Acción, una entidad que se fundó en diciembre de 1998. Desde entonces, su preocupación por la protección de la naturaleza ha permanecido inmutable. Sin embargo, la batalla conservacionista enraíza sus orígenes mucho antes, durante los albores de la democracia.

Fue en esta época cuando apareció el Colectivo Ecologista Independiente–Acción Verde (CEI), una de las primeras asociaciones de este tipo que hubo en Guadalajara. Comenzó su singladura en la segunda mitad de la década de 1970. “Tras la muerte de Franco, un grupo de gente que procedíamos de los movimientos democráticos de izquierda pensamos que el medio ambiente estaba amenazado”, indica José Antonio López Palacios, uno de los impulsores de la iniciativa. “Entonces, nos juntamos para defender la naturaleza, siempre a través de métodos no violentos”, rememora.

“Además, también editamos unos cuantos libros, porque nos parecía importante difundir lo que hacíamos”, recuerda López-Palacios. “Pensábamos que era muy relevante que la gente conociera su medio ambiente más próximo”, explica. De esta forma, publicaron obras como «100 árboles y arbustos de nuestra ciudad» o «Aves de nuestra ciudad». “Muchas veces, estos trabajos se acompañaban con recorridos urbanos dirigidos a escolares, para que supieran más del entorno que les rodeaban”, señala.
– Pero, ¿cómo era recibida esta actividad ecologista en la Guadalajara de aquella época?

– Fue difícil, porque era una población sociológicamente conservadora –explica José Antonio López-Palacios–. Sin embargo, el PSOE ganó las elecciones en 1982. Y esto supuso un revulsivo para mucha gente. Además, bastantes personas que nos habíamos enfrentado a la dictadura nos encontrábamos todavía activas, por lo que fue fácil convencer a unos cuantos ciudadanos para relanzar el tema ecologista.

CEI-Acción Verde se mantuvo en funcionamiento hasta la década de 1990. “Cada vez las acciones eran más complicadas, por lo que necesitábamos mayores apoyos logísticos, jurídicos y en otros aspectos”, explican sus miembros. Por tanto, se acabaron fusionando con AEDENAT, una asociación ambientalista radicada en Madrid con la que colaboraban. “Más tarde, durante una asamblea, la organización madrileña pasó a ser Ecologistas en Acción. Y nosotros, por tanto, nos diluimos en la nueva estructura”, concluyen.

Sin embargo, otras agrupaciones prefirieron mantener su independencia. Fue el caso de Dalma, que sigue funcionando actualmente. “Se fundó en 1977 por parte de un grupo de amigos preocupados por la situación de la naturaleza en la provincia”, confirma José María Serrano, el actual secretario de la organización.
– En este sentido, ¿cuáles son los pilares en los que se ha basado su entidad?

– Entre nuestros objetivos se encuentran el estudio y la defensa del medio ambiente, principalmente de las aves, de la flora y del resto de fauna –indica Serrano.

De hecho, una de las propuestas más conocidas de Dalma es el censo de cigüeñas que realiza anualmente. “Surgió a partir de una iniciativa similar que elaboró el biólogo Francisco Bernis”, rememoran desde la organización. El primer registro se realizó en 1980. Y a partir de 1987 se ha hecho de manera continua. Sólo hubo un paréntesis en 2009 y 2010, debido a la falta de voluntarios.

Sin embargo, superado este bache, la participación ha sido muy positiva. De hecho, la campaña de 2018 ha registrado una colaboración récord. “Hemos sido unas 15–17 personas, entre socios y no socios”, subraya Jesús María Serrano. “Cada una de los implicados elige una zona de trabajo en la provincia y ejecuta un mínimo de cuatro visitas a cada nido”, añade. La primera se realiza entre enero y marzo, para observar la llegada de las aves. La segunda, entre abril y mayo, con el fin de analizar el grado de ocupación de los nidos. La tercera, entre mayo y junio, para hacer un seguimiento a la incubación de los huevos. Y la cuarta, entre junio y agosto: en la misma se ve el progreso de los pollos.
– Y en todos estos años, ¿cuál ha sido la evolución de las cigüeñas en la provincia?

– Su número bajó en los años 90, debido al uso de pesticidas que acabaron con gran parte de los insectos de los que se alimentaba de esta especie. También influyeron los cambios de los usos agrícolas, debido a la llegada del monocultivo y la extensión del regadío –explican desde Dalma–. Pero actualmente se ha producido un repunte. La población de la cigüeña en la provincia se ubica entre las 60 y las 70 parejas.

Todos estos resultados se pueden consultar en «Dalmacio», la publicación oficial de la asociación. Se edita desde 1978 y suele tener una tirada de entre 400 y 500 ejemplares, que se distribuyen a los socios de la entidad, en las bibliotecas arriacenses y en los centros escolares. “Nunca se ha planteado vender en quiscos, ya que es completamente gratuita”, explica Serrano. “Estamos pensando en sacar un número próximamente”, confirma.

Pero si Dalma tiene una gran tradición a sus espaldas, La Camada no es menos. Apareció en 1994 y, desde entonces, no ha cejado en su defensa de los animales de Guadalajara. Desde que se construyera el albergue municipal en 2002, se ha encargado de atender a los perros y gatos abandonados en la capital. “El centro municipal de acogida es hoy el hogar de muchas mascotas que han sufrido maltrato y abandono”, señala María Tello, presidenta de la organización. “Cambiar su vida es el objetivo de todos los que formamos parte de La Camada”, confirma. “Nuestro deseo es que puedan formar parte de una familia que les dé el cariño y la vida digna que, cruelmente, otros les negaron”, corrobora.

El ambientalismo arriacense en la actualidad
Pero, quizá, la asociación conservacionista más conocida es Ecologistas en Acción (EA). Se creó a finales de 1998, momento en el que se produjo su congreso constituyente a nivel nacional. En Guadalajara, tuvo como antecedente más próximo a «Gaia», una agrupación formada por varios estudiantes del IES Martín Vázquez de Arce de Sigüenza que realizaban actividades de sensibilización y educación ambiental.

“Progresivamente, fue adquiriendo una mayor entidad para acabar preocupándose por diferentes problemas que afectaban al medio natural de la provincia”, rememora Alberto Mayor, actual portavoz arriacense de EA. En este proceso, hubo una serie de personas fundamentales. Entre ellas, Francisco Castejón –que estuvo especializado en temas antinucleares– o Antonio Lucena, tristemente fallecido. “Éste último, tanto en «Gaia» como en Ecologistas en Acción, contribuyó al fomento de la educación y concienciación ambiental a través de diferentes cursos”, confirma Mayor.

El proceso de fundación de EA culminó en 1998. Y, desde entonces, se ha alzado con voz propia en la defensa del medio ambiente de la provincia. Entre sus iniciativas más conocidas se encuentra la gala anual que organizan en la capital, durante la que entregan los premios a la mejor y a la peor conducta ambiental. Una idea que se inspiró en una propuesta similar que se promovía por AEDENAT.

“Estos galardones, a nivel político y mediático, se han constituido como una de las campañas de educación ambiental más efectivas que ha habido en la provincia”, asegura Mayor. Y para muestra, un botón. Alguna de estas celebraciones ha llegado a tener más de 900 personas de público. A lo que se debe añadir el impacto positivo que suele en los medios de comunicación locales y regionales…
– Pero, ¿qué tal son las relaciones con otras organizaciones conservacionistas?

 

– Siempre hemos intentado crear tejido social y mantener los vínculos con nuestros compañeros ecologistas –confirma Alberto Mayor–. Se han impulsado actividades conjuntas y se ha trabajado en la presentación de alegaciones a diversos proyectos.

 

WWF es una de las entidades con las que se produce la mencionada coordinación. El grupo arriacense de esta ONG se creó en el año 2000. Desde entonces, no han dejado de impulsar diferentes iniciativas. “Trabajamos mucho con voluntariado. Y lo hacemos en actividades como plantaciones, talleres de observación de aves o en el censo de anfibios”, asegura Jacqueline Gómez, coordinadora de la mencionada agrupación. Incluso, organizan una jornada sobre vías pecuarias junto a EA. En la iniciativa intervienen expertos de primer nivel.

Sin embargo, el recorrido ecologista en Guadalajara no finaliza aquí. Una de las últimas organizaciones en fundarse ha sido Micorriza. Se creó en abril de 2013. “La asociación surgió de un grupo de jóvenes que teníamos vinculación con la comarca de Molina, al ver que nos encontrábamos en una tierra con grandes recursos naturales y culturales, y en la que todavía quedaban muchas tareas por hacer”, asegura Ossian de Leyva, presidente de

 

la entidad. No obstante, su ámbito de acción no sólo se circunscribe al Señorío. También trabajan en Guadalajara y en provincias limítrofes.

 

De hecho, se han presentado a varios proyectos. “El primero que conseguimos fue la realización de una guía de árboles singulares”, indica. Además, desde Micorriza realizan diversos voluntariados ambientales, basados en la mejora de los hábitats, en plantaciones o en la realización de refugios de fauna. Sin olvidar la importancia que conceden a la formación, que la desarrollan mediante cursos, talleres o jornadas especializadas. “E, incluso, colaboramos con otras asociaciones de los ámbitos social y ambiental”, indica De Leyva. Un ejemplo sería el programa «Un olmo, 1.000 historias», que consiste en la reintroducción de esta especie en las plazas de los pueblos de la provincia, mediante ejemplares resistentes a la grafiosis.

¿Nucleares? No, gracias
En cualquier caso, una de las ramas más importantes del movimiento ecologista arriacense se encuentra relacionada con la lucha en contra de la energía nuclear. Sus primeros pasos tienen que ver con la batalla para impedir la construcción del reactor de Trillo I y con la aparición de los primeros problemas técnicos en la José Cabrera, ubicada en Zorita. Éste último hecho impulsó la aparición de la Plataforma Antinuclear de Guadalajara.
– ¿Qué sectores formaban parte de la mencionada coordinadora?

– Diversas asociaciones ecologistas del momento, así como sectores de la izquierda social –rememora Francisco Castejón, uno de los propiciadores de este movimiento–. También había asociaciones culturales, defensores del patrimonio…

Además, esta realidad no sólo se circunscribió al ámbito urbano. También cuajó en el medio rural. “Los grupos de activistas que había en los pueblos eran también muy importantes”, recuerda Castejón. Entre las localidades más comprometidas, Mantiel, Gualda, Almoguera o Brihuega. En este sentido, uno de los hitos más destacados de esta lucha fue la no construcción en Trillo de un ATC para toda España. Se sustituyó por un Almacén Temporal Individualizado (ATI), destinado sólo a los residuos generados por la planta alcarreña.

Pero lejos de desactivarse la mencionada tendencia, fue a más. Años más tarde, a inicios de la década del 2000, se constituyó la plataforma «Zorita, ni un año más», en la que participaron un mayor número de grupos sociales. E, incluso, se implicó la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que estaba presidida por José Bono. “Conseguimos que se cerrase la José Cabrera”, confirma Francisco Castejón. “Era la primera vez que se clausuraba en España una infraestructura de estas características sin que mediara un accidente”, describe.

Empero, la problemática antinuclear no acabó con el fin del mencionado complejo. Todo lo contrario. Apareció la posibilidad de construcción de un nuevo cementerio nuclear en Yebra. “En 2004, la Comisión de Energía del Parlamento aprobó la edificación de un ATC en superficie para todo el país”, describe Castejón. “Posteriormente, se pidió a los ayuntamientos que presentaran candidaturas para acoger el complejo. Y uno de los consistorios fue el yebrano”, añade. “Enseguida, desde el movimiento antinuclear nos pudimos a trabajar”, recuerda.

Así, se sucedieron las protestas en contra de dicha posibilidad. Siempre pacíficas, lo que permitió un incremento del apoyo social a las mismas. Un ejemplo fue la manifestación convocada en Guadalajara en febrero de 2010, a la que acudieron miles de personas. Entre ellas, el presidente regional José María Barrera, así como diversos representantes del PP, que se encontraban en la oposición. “Juntamos muchísimos ciudadanos gracias a que planteamos un objetivo claro al mismo tiempo que realizábamos una convocatoria abierta a toda la población”, recuerda Susi Atance, una de las promotoras de esta protesta.
– En cualquier caso, ¿qué importancia tuvo la presencia de José María Barreda en la manifestación?

– Fue muy relevante. El posicionamiento del gobierno regional en este sentido se constituyó como algo fundamental –asegura Atance–. Pero lo más sobresaliente fue la suma de todos los que apoyaron la lucha.

Al final, la localización elegida para el cementerio nuclear fue Villar de Cañas… “Gracias a la gran movilización social conseguimos parar lo de Yebra, pero le tocó la china a la provincia de Cuenca”, subraya Francisco Castejón. “Sin embargo, creo que, en este caso [por Villar de Cañas], también nos podremos apuntar una victoria”, complementa el mencionado activista. De hecho, “el ecologismo no debería tener barreras político-administrativas, ya que los problemas medioambientales no son ni provinciales ni nacionales. Son mundiales”, asevera José Antonio López-Palacios, de CEI-Acción Verde.

De todos modos, desde la tendencia ambientalista se muestran optimistas sobre el progreso de la concienciación ambiental de la población. “Creo que el movimiento ecologista en su conjunto ha ganado en este aspecto. Hay muchas cosas que la ciudadanía ya tiene asumidas”, corrobora López Palacios. “Ya no debemos explicar la necesidad de reciclar o que no se pueden tirar nidos de cigüeña”, relata

“Y como la población empuja en favor de la conservación de la naturaleza, algunos partidos han sido sensibles a este tema”, señala el antiguo socio de CEI-Acción Verde. Sin embargo, desde WWF se muestran más críticos en este aspecto. “Las formaciones políticas van a nuestro encuentro en el periodo electoral: nos piden reuniones, nos realizan consultas…”, explica Jacqueline Gómez. “Pero una vez celebrados los comicios, se olvidan de nosotros”, denuncia.

En cualquier caso, sí que se han producido avances en las últimas décadas. Existe un mayor compromiso y concienciación social. Sin embargo, todavía queda mucho por avanzar. Sobre todo, hemos de hacer frente a algunos retos fundamentales, como la lucha contra el cambio climático –que también afecta a Guadalajara– o en relación a la política del agua, con asuntos como el trasvase Tajo-Segura. Un esfuerzo en el que se debe involucrar la totalidad de la ciudadanía. Porque, como señaló la antropóloga y poetisa estadounidense Margaret Mead:

«No tendremos una sociedad si destruimos el medio ambiente»