Caraca continúa desvelando la historia

El pasado 7 de agosto comenzaba una nueva campaña de excavaciones en Caraca, una ciudad romana descubierta hace casi siete años en el término municipal de Driebes, al sur de la provincia de Guadalajara. Desde 2017, se han realizado diversas campañas arqueológicas en el yacimiento, con resultados muy positivos. La última ha tenido lugar durante las últimas semanas, con novedades muy importantes para el avance del conocimiento histórico del centro peninsular. Las actuaciones de 2023 han recibido el nombre de «Proyecto de excavación de la necrópolis tardoantigua de Caraca y de los niveles carpetanos en esa misma área, así como prospección de un sector al este del Cerro de la Virgen de la Muela (Driebes, Guadalajara)».

“Los trabajos han tenido como objeto conocer más datos acerca del final de la ciudad y del poblamiento posterior a su desaparición”, confirmaba Javier Fernández Ortea, uno de los directores de las prospecciones. Y, con este fin, se han realizado una tríada de enfoques arqueológicos. “Se han diseñado tres líneas de investigación. La primera se ha centrado en la profundización de las labores sobre la necrópolis visigoda existente en el entorno, porque todavía son muchos los interrogantes que tenemos al respecto y pocas las respuestas”.
Se trata de un camposanto que –según los cálculos iniciales– puede albergar unos 300 enterramientos, aunque –a día de hoy– apenas se han investigado una decena de ellos.

Actualmente, se están esperando los resultados de los análisis de los materiales recuperados. “Cada día de campo son tres jornadas de laboratorio”, confirman los investigadores. De todos modos, y aunque se suceden los interrogantes, “ya comenzamos a tener algunas certezas”.

La primera es que nos encontramos ante una necrópolis tardoantigua, correspondiente a los siglos VI, VII y VIII de nuestra Era. “Los ajuares nos están siendo –todavía– un poco esquivos, lo que nos dificulta ofrecer una cronología más precisa”, aseguran los investigadores. Sin embargo, han conseguido determinar que existen tres tipos de enterramientos. Por ejemplo, se han descrito desde tumbas excavadas directamente en la tierra, a inhumaciones construidas mediante grandes rocas monumentales, caracterizadas por “su gran tamaño y espesor”. Además, existe un tercer tipo de sepulcros, en forma de «cista». Los mismos se constituyeron como “una suerte de ataúd de piedra, compuesto por finas lajas que rodeaban al muerto”.

Incluso, “se han excavado cuatro sepulturas de neonatos e infantes”, en una zona en la que se congregaban aquellas personas que todavía no habían podido ser bautizadas. “Estos casos eran muy importantes, debido a la elevada mortalidad infantil de la época. De hecho, uno de cada tres nacidos no superaba los cincos años”. Según las nuevas investigaciones, los mencionados niños “eran inhumados con cierta deferencia”, al contener “piedras arropando al cadáver o un almohadillado debajo de la nuca y otro más a los pies”. Asimismo, se han encontrado vestigios que demostrarían que fueron enterrados en catafalcos o ataúdes, frente a las prácticas habituales entre los adultos, que eran despedidos en sudarios.

Unas excavaciones que no cesan
La segunda línea de investigación ha consistido en las prospecciones superficiales y la utilización del georradar en un área muy cercana, emplazada a tan sólo 300 metros del cementerio. Allí, las fotografías aéreas permitieron vislumbrar “una serie de estructuras que corresponderían con un «vicus» –o pequeña aglomeración urbana–, una granja o una villa”, explicaban los arqueólogos. “Este espacio es posible que tenga vinculación con la necrópolis”, ya que sus moradores se enterraban en el referido cementerio.

Además, se ha de mencionar la tercera pata de los trabajos, que ha sido “pionera”. Ha consistido en realizar investigaciones arqueológicas subacuáticas en la parte del Tajo que pasa por las cercanías de Caraca. Estos trabajos han permitido realizar una serie de prospecciones bajo el agua del río, entre cuyos objetivos se encontraban “encontrar indicios de cultura material, tanto romana como anterior”. Incluso, se pretendían hallar vestigios de la «Batalla del Tajo» –acaecida en el 220 a.C.–, así como “identificar el lecho fluvial y conocer el comportamiento de los vados, que fue fundamental en dicho enfrentamiento entre las tropas cartaginesas [comandadas por Aníbal Barca] y los pueblos de la meseta central”, subrayaba Javier Fernández Ortea. Ahora mismo, “nos encontramos interpretando los resultados de estas labores ribereñas”.

Un esfuerzo conjunto
El trabajo de la campaña arqueológica que acaba de concluir en Caraca ha sido posible gracias a un equipo multidisciplinar, en el que se han distinguido arqueólogos, geólogos, personal de museos o técnicos de diferentes instituciones, entre otros. “Cada uno de nosotros hemos aunado nuestro conocimiento para crear un complejo mosaico, que nos ha permitido aportar mayor información al conjunto”, aseguran los involucrados en el proyecto.

Las labores de 2023 han estado dirigidas por los arqueólogos Javier Fernández Ortea, Emilio Gamo Pazos –quien también es miembro del Museo Arqueológico Nacional–, Saúl Martín González, Santiago David Domínguez Solera e Irene Ortiz Nieto–Márquez, investigadora que –a su vez– pertenece al CAI de Arqueometría y Análisis Arqueológico de la Universidad Complutense de Madrid. ¡Todo un lujo!

El equipo interdisciplinar ha contado –asimismo– con la colaboración de un amplio número de expertos, que han analizado el yacimiento desde distintas ópticas. Los mismos han procedido de diferentes centros de investigación nacionales de prestigio. Entre ellos, las universidades de Alcalá, Granada, Cádiz o UNED; el Museo Nacional de Arqueología Subacuática-ARQVA; el Museo Nacional de Antropología; el Museo Nacional de Arte Romano; ARQUESIA arqueología y tecnología; el Instituto Geológico y Minero de España (IGME); el Instituto de Ciencias de la Construcción; o el Instituto de Química Física Rocasolano.

La financiación de la campaña ha procedido de la Diputación Provincial arriacense, que “siempre ha apostado por este yacimiento”, confirma Fernández Ortea. De igual forma, se ha de mencionar el compromiso del Ayuntamiento de Driebes –donde se emplazan las excavaciones–, así como del Consistorio de Brea de Tajo (Madrid) y de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara. Todos ellos han aportado su granito de arena.
Este desempeño dio su pistoletazo de salida gracias a unas labores de georradar desarrolladas en el entorno de la ermita de la Virgen de la Muela hace casi siete años. Allí, los arqueólogos Emilio Gamo y Javier Fernández Ortea obtuvieron la confirmación de la existencia de lo que podía ser un asentamiento abandonado hacia el siglo II de nuestra Era. Así, se comenzaban a corroborar los indicios sobre la existencia de un poblamiento en la zona…

De hecho, las sospechas venían de lejos. Los textos clásicos relataban la presencia de «una Caraca» en dicho entorno. Siglos más tarde, en 1945 –durante la construcción del canal de Estremera–, se halló un tesorillo compuesto por 1.480 fragmentos de plata, que hoy se custodia en el Museo Arqueológico Nacional. Por ello, es normal que en la década de 1980 algunos investigadores –como Juan Manuel Abascal o Jorge Sánchez–Lafuente– ya se refirieran a un importante yacimiento romano en las proximidades…

Una realidad que –al fin– se ha confirmado. “En superficie, pudimos observar numerosísimos restos constructivos: estucos, basas y fustes de columnas, muros, sillares almohadillados de grandes dimensiones, así como restos de una estructura de canalización de aguas”, añadieron en 2012 Emilio Gamo y Sandra Azcárraga. En las proximidades también se han localizado 112 metros pertenecientes a un acueducto mayor longitud. “La construcción de este tipo de obras públicas iba en consonancia con la monumentalización de las urbes con estatus municipal”. Y, en este contexto, comenzaron las actuales excavaciones. La primera campaña tuvo lugar en 2017. Desde entonces, los especialistas no han faltado ni un sólo año a su compromiso con la ciencia y el avance del conocimiento.

Pero, ¿en qué consiste exactamente este yacimiento? “Caraca se conforma como un área arqueológica en la que no sólo se integra la ciudad romana, sino todo el territorio circundante, que –además– no se refiere de forma exclusiva a época imperial”, describe Fernández Ortea. En este marco se suceden desde la necrópolis, al acueducto, pasando por un «ustrinum» –o crematorio– cercano a la urbe, de 80 metros cuadrados y que es “excepcional en la Península”.

Pero la zona arqueológica es mucho más rica, habiéndose hallado en su interior elementos del Paleolítico. “Tenemos industria muy importante del Musteriense, correspondiente a los neandertales [que fueron los antecesores al ser humano actual]”. Todo ello, sin olvidar la relevancia del entramado urbano romano. El mismo “se trata de un elemento clave para la provincia, puesto que ésta se trataría de la primera localidad promocionada jurídicamente en el actual territorio de Guadalajara”, subrayan los arqueólogos.

Incluso, se ha descrito cerámica de la Edad de Bronce y un «oppidum» carpetano. Pero también se ha de hablar de la herencia visigoda del lugar. “No en balde, en la necrópolis que estamos excavando, las tumbas visigóticas rompen los niveles carpetanos anteriores”, explica Javier Fernández Ortea. De hecho, este hallazgo “ha sido una de las grandes novedades de la campaña arqueológica de este año”, lo que hace suponer la existencia “un barrio extramuros o un pequeño asentamiento poblacional”. En dicho emplazamiento se habría enterrado el tesorillo de Driebes, que se descubrió durante las obras de construcción del canal de Estremera en la década de 1940.

Por tanto, Caraca –tanto la ciudad romana como su área circundante– continúa brindado importantes éxitos científicos. Gracias a las labores arqueológicas en proceso de realización, se está avanzando –de manera muy relevante– en el conocimiento científico de nuestro pasado. En consecuencia, se debe seguir apostando por las prospecciones que se están realizando en el yacimiento, ya que como indició el poeta escocés Robert Burns (1759–1796):

«La historia es cuestión de supervivencia. Si no tuviéramos pasado, estaríamos desprovistos de la impresión que define a nuestro ser».

Bibliografía
GAMO, Emilio y AZCÁRRAGA, Silvia, “Cerámica de barniz negro de época romana republicana en yacimientos celtíberos y carpetanos de la provincia de Guadalajara”, LVCENTVM, XXXI, 2012, 131-146.