Cartas: Cuando la democracia se convierte en un circo

Susana Martínez concejala de Ahora Guadalajara
Susana Martínez concejala de Ahora Guadalajara

Si algo hemos aprendido desde nuestra entrada en el Ayuntamiento es que el alcalde y el resto del equipo de Gobierno se ríen del Pleno del Ayuntamiento, se ríen de los grupos de la oposición, del partido que les apoyó en la investidura y, lo que es más grave, de 41.848 votantes (las personas que ejercieron su derecho a voto en Guadalajara en 2015).

Al incumplir los acuerdos alcanzados de forma democrática en el Pleno, el equipo de Gobierno ningunea a los ciudadanos y ciudadanas que decidieron con su voto una composición más plural del mismo. ¿Para qué sirve estar en el Ayuntamiento si todo sigue igual? ¿para qué llevamos propuestas al máximo órgano de representación política ciudadana si no se van a cumplir? Para poco y para mucho. Para poco si pensamos en los escasos cambios que se van a ver en la ciudad en esta legislatura. Para mucho, en cambio, si nos concentramos en proponer, visualizando otro modelo de ciudad, poniendo en evidencia la falta de proyectos y la desidia de un equipo de Gobierno que dedica más energías a boicotear los acuerdos plenarios que a cumplirlos; la falta de dedicación y las malas prácticas que dañan la imagen de la institución y pervierten aspectos fundamentales de la democracia.

¿Por qué decimos esto ahora? Porque tenemos otro ejemplo palpable de ese boicot del equipo de Gobierno a las propuestas -aprobadas en Pleno- que no le gustan. El circo ha llegado a la ciudad y eso podría ser motivo de alegría para todos si no fuese porque Guadalajara se declaró en noviembre de 2016 ‘ciudad libre de circos con animales’ prohibiendo la instalación en el término municipal de circos que utilicen animales (como es el caso), priorizando así espectáculos donde lo que se muestren sean habilidades y destrezas humanas, sin necesidad de utilizar animales que han sido sacados de sus hábitats naturales y sometidos a adiestramiento.

Nuestro vicealcalde no informó en ese momento que nueve meses antes ya había autorizado con su firma la instalación de un circo. Un tiempo récord para este Ayuntamiento que vive apurando plazos -hay ejemplos de sobra a este respecto-, y una mejora más que considerable si tenemos en cuenta que el año pasado una autorización idéntica se hacía en un plazo de diez días.

Con muchos meses de antelación se firmaba la autorización para la instalación del circo Quirós en Guadalajara, a pesar de no tener la confirmación de las fechas ni el pago requerido. Una autorización sin sellos, sin registro formal y sin que hayan aportado en los plazos indicados los certificados, licencias, pólizas o seguros solicitados. Jaime Carnicero autorizó así la instalación sin pedir la licencia de tenencia de animales peligrosos, el cumplimiento de medidas de seguridad, la revisión de los transportes o las inspecciones veterinarias pertinentes. Recomendaciones más que útiles que hacen desde diferentes organismos a falta de una legislación específica que garantice la seguridad y la salud pública de estos espectáculos públicos. Si eres propietario de un perro tienes unas obligaciones muy definidas, acompañadas de las correspondientes sanciones, pero si hablamos de animales salvajes no somos muy exigentes. Visto lo visto la autorización podría estar firmada en una servilleta de bar.

El problema no es que el circo haya llegado a Guadalajara, pues quizá muchos lo disfrutarán. Lo grave de verdad es convertir la institución, el Ayuntamiento, en un circo donde además de no cumplirse los acuerdos plenarios -insistimos, el máximo órgano de representación política de la ciudadanía- no se es serio en los procedimientos.

Susana Martínez
Concejala de Ahora Guadalajara