Fernández Ortea: «Alemania, Gran Bretaña o Francia fueron letales con la brujería»

Javier Fernández Ortea (Madrid, 1984) tiene el don de la ubicuidad. O, al menos, eso parece, debido a todos los proyectos profesionales y académicos en los que participa. Además de trabajar como profesor en un instituto madrileño, fue uno de los responsables –junto al arqueólogo Emilio Gamo– de descubrir la ciudad romana de Caraca, emplazada en el término municipal de Driebes. Asimismo, es padre de tres hijos e investigador de la historia de la brujería. Precisamente, acaba de sacar un libro sobre dicha temática. Se trata de «Alcarria bruja. Historia de la hechicería en Guadalajara y los procesos de la villa de Pareja», una obra ilustrada –por el artista Miguel Zorita– que ha salido a la calle gracias a la cooperación de Océano Atlántico Editores, AACHE Ediciones y el Ayuntamiento parejano. Desde Henares Al Día hemos querido hablar con Fernández Ortea, para que profundice sobre uno de los episodios más desconocidos del pasado provincial. Una conversación en la que dicho experto ha destacado por su pedagogía. No en vano, ha intentado acercarnos a siglos pasados explicando el pensamiento del momento, para –así– comprender mejor el fenómeno. ¡No se pierdan esta charla!

Una de sus principales líneas de investigación es la brujería en Guadalajara. ¿Cómo surgió su interés sobre este tema?
En 2016 estaba gestionando el monasterio de Monsalud, en Córcoles. Y entre nuestras ideas para valorizar el complejo se encontraba la de impulsar actividades de difusión. En este contexto, buscando crear sinergias y contenido para el monumento –que se hallaba vacío–, pensamos en la historia de la brujería de la Alcarria, porque, además de ser un tema interesante, se constituía como un recurso atractivo para el visitante. Por ello, diseñamos una exposición sobre el asunto, que funcionó muy bien.

A partir de ahí, y viendo los resultados, comencé a tirar del hilo. También estudié los casos de la Sierra Norte de Guadalajara, del Señorío de Molina y de la Campiña. De esta forma, tuvo la oportunidad de cerrar el círculo y conocer todo el espectro del fenómeno en la provincia.

Siempre han tenido mucha fama los procesos brujeriles de Pareja. ¿Por qué?
Los sumarios parejanos merecen un capítulo aparte. De hecho, la mitad del libro se dedica a ellos. Algo que se debe a varias razones. En primer lugar, porque son los procesamientos «más ricos» [documentalmente hablando]. Se trata de seis causas con muchas personas implicadas, con testimonios que presentaban visiones distintas…

Además, se alzan como «casos de brujería puros», al denunciarse vuelos nocturnos, conventículos… Y, al mismo tiempo, fue un referente tanto en la literatura como en el acervo cultural. De hecho, en el siglo XVI, antes del Auto de Fe de Logroño [el de las brujas de Zugarramurdi], la referencia nacional del prodigio era el proceso de Barahona, una localidad de Soria a la que –supuestamente– acudían las brujas de Pareja a realizar sus reuniones y ritos.

Pero más allá de Pareja, ¿qué otros casos de brujería destacarían en el resto de la provincia?
Hay muchísimos. Se trata de un fenómeno muy interesante, porque nos habla de la esencia regional de cada territorio, de la lucha por la supervivencia, de cómo se entendía la religiosidad popular… Hay que comprender el alto analfabetismo que existía en la época, debido al cual no se comprendían muy bien ni los dogmas de fe ni las misas en latín. En este contexto, intervenían los rituales mágicos [y las posteriores acusaciones del más diverso pelaje]. Así, en los más de 65 procesos del territorio arriacense se distinguen desde curanderos a personas que echan el mal de ojo. Además de los relativos a las brujas, claro.

¿Cómo era un sumario por brujería en la época? ¿Qué tipo de instrucción se realizaba por parte de la Inquisición?
Realmente era bastante simple. Podía hacerse a través de un Edicto de Fe, momento en el que el Santo Oficio iniciaba la investigación. Asimismo, existía la posibilidad de que la instrucción comenzara a instancia de parte, al presentarse una denuncia por un particular.

A partir de este momento echaba a andar todo un aparato en el que la acusada debía demostrar su absolución. Es decir, durante el referido «juicio» lo que se presuponía era la culpabilidad de la procesada. Nunca la inocencia, como ocurre actualmente. Una circunstancia que sucedía porque existía una serie de testigos que aseguraban que esa persona era bruja….

Pese a todo, el Tribunal de la Inquisición en España fue bastante «serio» y «escéptico» en torno a la brujería, por lo que las condenas fueron relativamente benignas si las compramos con otros reinos europeos. Y para muestra, los documentos correspondientes a Guadalajara. En la provincia no se ha hallado ningún reo que fuera condenado a muerte por este motivo….

Sin embargo, sí que se han encontrado sentencias a latigazos, a la humillación pública, al destierro e, incluso, a quedarse recluidos en su casa de por vida. En este contexto, se debe mencionar que en una época en la que el Honor lo era todo, este tipo de veredictos eran casi una «muerte en vida». Se alzaban como una especie de «ajusticiamiento social».

En esta línea, la «leyenda negra» en torno a la Inquisición castellana siempre ha hecho énfasis en la crueldad de esta institución en nuestro país. Sin embargo, y como usted mismo indicaba, en otros territorios de Europa, el Santo Oficio fue mucho menos benévolo…
Absolutamente cierto. Por ejemplo, su acción en Alemania fue una auténtica carnicería. De hecho, en algunas localidades, la Inquisición tuvo que parar sus trabajos porque se quedaban sin mujeres. Se produjo, por tanto, un problema demográfico debido a dichos procesos…

Así, países como Alemania, Gran Bretaña o Francia fueron letales con la brujería. Quizá, por miedo a determinadas cosas, como que las acusadas –debido a sus supuestos tratos con el maligno– se acabaran convirtiendo en un poder coercitivo. De acuerdo a la mentalidad de la época, la magia era algo que no se podía controlar. Pensaban que la autoridad de la nobleza y del clero no podía luchar contra los conjuros y actos mágicos.

Sin dejar de lado los juicios por brujería, ¿qué llevaba a los testigos a acusar a otra persona –especialmente, mujeres– por la comisión de actos brujeriles?
Aquí, se ha de comprender que, con estos casos, la gente se jugaba su bien más preciado. Hablamos de la vida en el «Más allá», de la transcendencia. Sin embargo, también se distinguieron causas más banales, como odios viscerales e –incluso– terrores sociales. De hecho, se han encontrado ejemplos de mujeres y hombres que utilizaron su fama de brujos para amedrentar a sus vecinos. Amenazaban a la gente con que, si no les daban pan, comida o aceite, les podían pasar algo. Especialmente a los niños más pequeños, que eran los más indefensos…

¿Cuál fue la época más negra en Guadalajara en lo que a los procesos de brujería se refiere?
Las condenas y las acusaciones más duras se fueron atenuando con el tiempo. De esta forma, durante el siglo XVI hubo una mayor represión. Y no tanto porque las brujas –en dicho momento– fueran consideradas como una amenaza real, sino por el escándalo y la preocupación que se generaba entre la sociedad.

Y para muestra, el caso de Pareja. En la referida localidad alcarreña, al morir muchos niños en un periodo de tiempo muy corto, se produjo un gran alboroto. Entonces, se emprendieron los juicios brujeriles, para –en parte– acallar las voces de la gente.

No obstante, la mencionada represión se atenuó en el siglo XVII, mientras que en el XVIII prácticamente desapareció. Y lo hizo al calor de las nuevas ideas desprendidas de la Ilustración. Ya no tenía sentido la superstición. Se fue borrando con la ciencia…

¿Cómo surgió su nuevo libro, «Alcarria bruja: Historia de la hechicería en Guadalajara y los procesos de la villa de Pareja»? Una obra que está ilustrada por Miguel Zorita.
La figura de Miguel es muy interesante, porque, además de ilustrador, es historiador. De hecho, tiene publicados títulos sobre el «Siglo de Oro», por lo que es un gran conocedor de nuestro pasado. Además, ya he trabajado con él en trabajos anteriores.

Javier, usted es profesor en un instituto de Madrid y es arqueólogo. No en vano, hace cuatro años descubrió la ciudad de Caraca, junto al investigador Emilio Gamo. Y, al mismo tiempo, es escritor, especialista de la historia de la brujería, padre… ¿Cuántas horas tiene su día?
[Ríe] Cuando uno tiene una pasión, debe desarrollarla. Y en mi caso, mi pasión es el tema del patrimonio. La he tenido desde pequeño. El secreto es perseverar. A veces surgen piedras en el camino, pero si uno insiste, siempre vence…