Guadalajara apuesta por la astronomía

Desde la noche de los tiempos, al ser humano le ha gustado contemplar el cielo. Siempre se ha sentido fascinado por la inmensidad del firmamento. Civilizaciones como la egipcia o la maya son un ejemplo de ello. Sin embargo, de unos lustros a esta parte, parece que se ha perdido esta costumbre. Una circunstancia que se explica en el ritmo tan acelerado que nos impone la vida diaria, acompañado porque –cada vez– es más complicado mirar hacia arriba con claridad, debido a la polución lumínica. No obstante, en diferentes lugares del mundo están surgiendo iniciativas que insisten en que no perdamos nuestra conexión con lo celeste. Y para muestra, Guadalajara, donde han nacido varias muestras de ello.

No en vano, nuestra provincia cuenta con algunos de los cielos menos contaminados de España. Así, un par de comarcas arriacenses –el Alto Tajo y la Serranía norte– han sido declaradas como Reservas Starlight, debido a la calidad de su firmamento. Se trata de una consideración concedida por la Fundación homónima y que busca reconocer aquellos emplazamientos donde la sobredimensión de la luz artificial todavía no ha llegado. O, al menos, no ha tenido afecciones negativas sobre el entorno…

La Fundación promotora fue creada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), uno de los complejos de su tipo con mayor impacto a nivel internacional. La entidad fue impulsada con el fin de “difundir la astronomía y promocionar, coordinar y gestionar el movimiento Starlight”, explican sus responsables. En este contexto, ha diseñado un sistema de certificaciones que pretende la protección y reconocimiento del cielo nocturno, la mitigación de la polución lumínica, la difusión cultural de la astronomía o el fomento del turismo basado en dicha disciplina, entre otras funciones.

Por tanto, “intenta revalorizar los espacios con un firmamento de calidad”, explicaba Antonia M. Varela, directora de la Fundación Starlight e investigadora en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Para acceder a las mencionadas calificaciones se han de cumplir varios criterios. Entre ellos, la “calidad de imagen”, o “nitidez del cuerpo astronómico que se divisa”; la “escasa nubosidad” del lugar, para “garantizar un número racional de noches de observación del firmamento”; o la “transparencia atmosférica”, que se encuentra “muy unida a la escasez de la contaminación lumínica”.

Y varias zonas de Guadalajara han cumplido estas exigencias, como la serranía norte o el Alto Tajo. Unos espacios en los que –además– también se puede mejorar en salud, ya que un firmamento sin luminosidad afecta positivamente al incremento de la calidad del sueño. “Todo lo que no sea cielo oscuro por la noche es una desnaturalización que afecta al conjunto de los seres vivos, pues los ciclos circadianos se encuentran regulados por la sucesión natural del día y la noche”, explica el profesor universitario e investigador Javier Bussons.

Además, “con una escasa contaminación, otro de los beneficios es tener la oportunidad de ver el firmamento con claridad, un patrimonio que nos ha estado vetado a los habitantes de las grandes ciudades”, añade Gabriel Dorado, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). En consecuencia, la provincia caracense se enmarca en la primera división mundial en lo que al buen estado de los cielos se refiere.

La importancia de la divulgación
Una circunstancia que ha sido aprovechada por varias propuestas arriacenses especializadas en la difusión de la astronomía. Una de ellas es la Agrupación Astronómica de Guadalajara, más conocida como AstroGuada, que empezó a funcionar el 11 de octubre de 2019. En esa fecha celebró su asamblea fundacional en el Observatorio de Yebes. “Tanto los astrónomos amateurs como los profesionales de nuestra tierra decidimos que estuviéramos unidos con el fin de conseguir una divulgación profunda de esta ciencia, al tiempo que protegíamos nuestros cielos”, rememora Antonio García–Blanco, presidente de la entidad.

“Abarcamos todo el espectro de ciudadanos, desde aquellas personas que sienten un interés por el firmamento, hasta científicos de primera línea”. Por ejemplo, entre sus miembros se encuentran varios catedráticos universitarios e, incluso, el director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller. “Pero insistimos en que nos orientamos más hacia las personas que comienza en la materia, ya que nuestra principal vocación es la divulgación”. O, dicho de otro modo, pretenden que “la sociedad en su conjunto tenga acceso al conocimiento astronómico, esencial dentro de la cultura científica”.

Para alcanzar esta meta, desde AstroGuada impulsan diversas actividades, como charlas divulgativas y observaciones públicas, tanto en la capital como en diferentes municipios de la provincia. Entre ellos, Aldeanueva de Atienza, Alcocer, Pastrana, Hita, Molina de Aragón o Torija. Asimismo, el pasado 1 de diciembre, inauguraban una exposición de astrofotografía. La muestra se puede visitar en el centro San José hasta el próximo 20 de enero de 2024. Incluso, impulsan propuestas internas, para poder compartir las especialidades que –sobre la materia– tienen los diferentes miembros de la entidad. Por tanto, “una persona que quiera dedicarse a esta temática, lo mejor que puede hacer es acercarse a su agrupación astronómica local. En ella, el proceso de aprendizaje es muy rápido”, asegura Antonio García–Blanco.

Y en esto, llegó Yebes…
Asimismo, se debe mencionar el caso de «AstroYebes», que se trata de un “proyecto muy completo” impulsado por el Ayuntamiento de la localidad. “Hace una tarea de divulgación muy importante”, asegura García–Blanco. Y, para ello, aprovecha las instalaciones del Centro Astronómico de la población (CAY), que se alza como uno de los complejos más relevantes de su tipo a nivel europeo.

“«AstroYebes» se constituye como un centro de divulgación de la astronomía, aprovechando la existencia del CAY”, describe Roberto Bravo, director AstroAfición, que es la empresa gestora de la mencionada propuesta. Así, entre las iniciativas que programan, destacan las visitas de grupos de escolares de lunes a viernes. Además, sábados y domingos, atienden al público en general, al que proporcionan visitas divulgativas. Incluso, un fin de semana al mes calendan la denominada «Escuela de cohetes». “Es una actividad familiar, en la que los participantes traen botellas de refresco vacías, con el fin de transformarlas en cohetes, que llegan a volar a más de 100 metros de altura. Conseguimos que salgan a 140 kilómetros por hora”, explica Roberto Bravo.

De igual forma, se puede visitar el «Aula de Astronomía» existente en el lugar. La misma tiene por finalidad dar a conocer a la ciudadanía la gran relevancia del CAY. Para ello, “se integran los contenidos curriculares que, sobre la referida temática, se incluyen en los programas docentes no universitarios. A saber: estaciones del año, fases lunares, husos horarios, sistema solar, eclíptica, constelaciones de referencia, movimientos celestes, nuestra galaxia, etc.”.

Un conocimiento que se divulga a través de una serie de espacios ordenados coherentemente. El recorrido comienza en la sala de audiovisuales, para continuar por el planetario, donde existe un “avanzado sistema de simulación astronómica en 3D y un potente sistema audiovisual de alta definición”, describen los divulgadores. El siguiente apartado se conoce como el «módulo Sistema Solar y la Luna», y en él se dan a conocer todos los detalles del satélite terrestre y de los planetas que orbitan en torno al Sol…

Sin embargo, no puede haber teoría si –posteriormente– no se abre la puerta a la práctica. Esto es lo que se busca siguiente «módulo», protagonizado por un «Taller de Astronomía». “Aprender practicando, eso harán los escolares en el lugar. Se trata de un espacio para disfrutar, cada uno de acuerdo a su nivel de sus conocimientos. Dibujarán, cortarán, pegarán y medirán hasta producir con sus propias manos reproducciones de las fases lunares, modelos del tránsito solar, planisferios, eclípticas…”. Este buen hacer es conocido por los casi 6.000 visitantes que recorren las instalaciones a lo largo del año, según confirma Roberto Bravo.

Centro Astronómico de Yebes
Empero, la apuesta astronómica de Guadalajara no finaliza aquí. Todo lo contrario. Como ya se mencionaba más arriba, el término municipal yebero acoge uno de los complejos científicos más importantes de Europa. Se trata del Centro Astronómico de Yebes (CAY), que se constituye como el mayor y más relevante observatorio de los que posee el Instituto Geográfico Nacional. Ubicado a casi 1.000 metros de altitud, se sitúa en plena meseta de la Alcarria.

“El emplazamiento se eligió en la década de 1970 atendiendo a dos criterios. Por un lado, era un lugar alto, alejado de núcleos urbanos y con poca contaminación lumínica y de radio. Y, por otro, se trataba de un punto cercano a Madrid que resultaba accesible para ingenieros y astrónomos de las universidades madrileñas, que querían montar un instrumento novedoso en un nuevo ámbito de la astronomía”, enfatizaban los responsables de este complejo.

Es cierto que, desde entonces, han variado algunas de estas condiciones iniciales, pero sigue siendo un enclave muy relevante para la consecución de diferentes logros científicos. “El alejamiento de los núcleos urbanos ya no es tal y en el área hay contaminación de radio que entorpece las observaciones con los radiotelescopios, debido al rápido crecimiento de Yebes. De cualquier modo, el entorno sigue conservando cualidades necesarias para la observación radioastronómica, como la altura”, añaden.

De hecho, en el complejo científico yebero se pueden distinguir diferentes instalaciones. Entre ellas, un «astrógrafo», empleado para realizar fotografías astronómicas y que se encuentra formado por dos telescopios, dedicados al seguimiento de asteroides y cometas.

De igual manera, en el CAY existe un «telescopio solar» de unos 15 centímetros, que –a su vez– se halla emplazado sobre una torre que alcanza los ocho metros de altitud.
Pero una de las «joyas de la Corona» es el radiotelescopio de ondas milimétricas de 13,2 metros de diámetro. Se trata de una herramienta que capta ondas emitidas por fuentes de radio, normalmente mediante una parabólica. “Esta instalación se encuentra integrada en una red internacional de radiotelescopios que le permite medir con altísima precisión las deformaciones de nuestro planeta y su orientación en el espacio”. Por ello, investigadores de diferentes partes del mundo visitan este complejo, para poder completar sus investigaciones.

Este radiotelescopio “se halla incorporado en tres redes internacionales de observación, utilizando una técnica denominada VLBI (Interferometría de muy Larga Línea de Base). Con la misma se obtienen imágenes muy detalladas de objetos muy lejanos, como los cuásares, núcleos de galaxias donde habitan enormes agujeros negros. También realiza observaciones del medio interestelar. Es decir, del espacio que existe entre las estrellas de nuestra galaxia y de otros puntos”, indican desde la mencionada infraestructura.

Además, “el desarrollo de tecnología para la radioastronomía está orientado a la construcción de receptores criogénicos y los dispositivos que lo componen. Los mismos no son comerciales y es necesario fabricarlos en los observatorios, porque se trata de tecnología puntera”, subrayan desde el CAY. Gracias a ello, el complejo de Yebes “exporta esta tecnología a todo el mundo y, en la actualidad, hay centenares de dispositivos de este centro en diversos radiotelescopios del mundo e –incluso– en sondas espaciales”…

Sin embargo, y como se ha visto con anterioridad, este trabajo también se está divulgando a través de iniciativas como el «Aula de Astronomía» yebera o AstroGuada. Una serie de propuestas que hablan de la calidad de los cielos de Guadalajara. Un buen estado de conservación que ha sido reconocido por la Fundación Starlight, a través de sus certificaciones. Esta circunstancia, además de promocionar un medio ambiente sano, también puede estimular nuevas alternativas económicas, como el «astroturismo», que se constituyen como una forma muy interesante de desarrollo. Al fin y al cabo, Guadalajara apuesta por su firmamento. Es la «provincia de las estrellas».

Sin dejar la Alcarria
Los cielos alcarreños también se pueden divisar –con una alta calidad– en otros lugares alcarreños. Más concretamente, en Mantiel, a pocos kilómetros de Entrepeñas. El interesado cuenta con la oportunidad de conocer el observatorio astronómico existente en el enclave. Se trata de un complejo “totalmente equipado que nos brindará la oportunidad de disfrutar de un impresionante cielo sin ningún tipo de contaminación lumínica”, explican fuentes municipales. Además, se encuentra rodeado de unas condiciones únicas, en plena naturaleza, a 1.072 metros de altitud y a tan sólo 15 minutos del casco urbano, lo que estimula el conocimiento de las constelaciones tras un reconfortante paseo al atardecer.

Según confirman desde el Ayuntamiento, las visitas suelen tener lugar a primera hora de la noche, lo que permite una perfecta contemplación del Universo. Un visionado que –además– se ve facilitado por las instalaciones y la tecnología existente en dicho observatorio. Y para muestra, el telescopio de 10 pulgadas de apertura o los diversos oculares existentes en el lugar. De esta manera, se observarán diversos cuerpos celestes sin ningún tipo de problema.