Guadalajara, ciudad mudéjar

Guadalajara. Concatedral de Santa María
Guadalajara. Concatedral de Santa María

Es un hecho conocido que la génesis de la capital provincial acaeció durante época árabe. Existen múltiples datos que así lo demuestran. Unas referencias que van desde el propio nombre de la localidad a la trama urbana de la misma, pasando por el origen de varios monumentos que pueblan sus calles. Incluso, así lo aseguran las fuentes escritas, en las que se menciona el origen andalusí de la urbe. Unos textos que confirman que el actual territorio arriacense fue musulmán, pasando a formar parte –entre los siglos VIII y XI– de la «Marca media».

No en vano, “la llegada del Islam, con su fuerte poderío militar y su elevada cultura oriental, dio un formidable impulso de progreso a los pueblos del Henares, con nuevas edificaciones, murallas, mezquitas, palacios y fortalezas, que –con el tiempo– habrían de imprimir carácter a estos lugares”, confirmaba Ángel Gabriel Las Navas Pagán. De hecho, se cree que hubo dos mezquitas en Guadalajara. La primera se halló en lo que hoy es la concatedral de Santa María, cuyo aspecto exterior todavía se constituye como una obra clave del mozárabe del siglo XIV.

Guadalajara. Concatedral de Santa María
Guadalajara. Concatedral de Santa María

El segundo templo musulmán pudo estar domiciliado en el solar que ocupó la parroquia original de Santiago, un oratorio que se emplazaba en el espacio existente junto al Infantado, según se desciende por la calle Miguel Fluiters. Actualmente, no se conserva ningún resto de dicha iglesia, pero también se sabe que fue mozárabe. En cualquier caso, a pesar del transcurrir del tiempo, todavía se distinguen diversos vestigios de arquitectura mozárabe en la ciudad.

Sin ir más lejos, se ha de aludir al propio alcázar, o a las antiguas murallas de la capital, en las que se observa la huella mudéjar. En su construcción se emplearon métodos como la «tabiya», basados en la combinación de espacios de tapial, ladrillo y cantos de río. Una técnica que –asimismo– se distingue en Santa María.

Guadalajara. Iglesia de Santiago
Guadalajara. Iglesia de Santiago

Se trató de un procedimiento que no cesó tras la toma castellana de 1085 y el posterior establecimiento de los Mendoza, a mediados del siglo XIV. Una vez en Guadalajara, el mencionado linaje impulsó la construcción de nuevos emplazamientos de oración, además de palacios, mercados y tabernas. En dicha labor se llamó a los artesanos, arquitectos y albañiles de mayor experiencia, que –en muchos casos– eran de origen arábigo. Nos referimos a los mudéjares, que dejaron una gran impronta en la urbe, confirmaba Antonio Herrera Casado.

Guadalajara se dividió en barrios o «colaciones», que dependían de una parroquia. Todas fueron mudéjares. Entre ellas, las de Santa María y Santiago, a las que se sumaban la de San Andrés, emplazada donde estuvo el bar Soria; la de San Gil, de la que se conserva el ábside; la de San Julián, en el barrio de «La Alcallería»; la de San Miguel del Monte, emplazada en la cuesta homónima y de la que todavía se puede visitar la capilla de Luis de Lucena; la de San Esteban, situada en la plaza del mismo nombre; o la de Santo Tomé, que hoy es el oratorio de la Virgen de la Antigua. De esta última, también se mantiene el ábside mozárabe.

Guadalajara. Capilla de Luis de Lucena
Guadalajara. Capilla de Luis de Lucena

Igualmente, durante la Baja Edad Media se edificaron multitud de conventos. Destacaron los de La Merced, en el barrio de «La Alcallería»; el de San Bernardo, emplazado en el arrabal de El Alamín, al otro lado del barranco y arruinado durante la Guerra Civil; el de los Jerónimos, del que tampoco queda nada; o el de santa Clara, del que únicamente se mantiene en pie su antiguo templo, hoy convertido en la parroquia de Santiago, de factura mozárabe.

Guadalajara. Capilla de Luis de Lucena
Guadalajara. Capilla de Luis de Lucena

Guadalajara. Capilla de Luis de Lucena
Guadalajara. Capilla de Luis de Lucena

La importancia del Infantado
En este repaso también se ha de mencionar el caso del Infantado. Se trata de un complejo palaciego de finales del siglo XV, que preserva –aún hoy– muchos de sus elementos más representativos. Sin embargo, diversos avatares históricos le han arrebatado otros rasgos de gran interés, como sus antiguos artesonados. “Las techumbres de madera de los salones del monumento estaban decoradas con fabulosas composiciones de estilo mudéjar, cuajadas de escudos, figuras, leyendas y mocárabes espectaculares”, aseguraba José Luis García De Paz, ya fallecido. “Dorados y mazonados, parecía que eran de oro, aunque –en realidad– se componían de tablas, pero maravillosamente talladas en el siglo XV por artistas moriscos”.

Guadalajara. Palacio del Infantado. Techos Cazadores
Guadalajara. Palacio del Infantado. Techos Cazadores

Han llegado hasta la actualidad noticias de estas composiciones. Entre ellas, “la cubierta de mocárabes que se pusieron sobre las escaleras de las casas del duque en 1494”, explicaba Antonio Herrera Casado. La misma era de estilo mudéjar. Por otro lado, estaban las creaciones existentes en el techo de la «Sala de La linterna», que fueron traídas desde el convento de San Agustín, en Toledo. “Lorenzo Trillo trazó el diseño del friso que había de hacerse, con escudos y emblemas del referido aristócrata, para remate de la mencionada composición”.

Otros artesonados de relevancia fueron los de la «Sala de Santiago», que ocupaba la duquesa María de Luna, en la parte noroeste del monumento; los de la «Sala de Albahares», emplazado en el piso bajo; o los existentes en la «Sala del Aparador». “Artesanos moriscos las habían realizado durante la segunda mitad del siglo XV, bien para este palacio directamente o para el templo del cercano monasterio jerónimo de San Bartolomé de Lupiana, encargados por doña Aldonza de Mendoza, y que luego se trajeron a la ciudad por el segundo duque”.

Guadalajara. Palacio del Infantado. Techumbre Mudejar antes de 1936
Guadalajara. Palacio del Infantado. Techumbre Mudejar antes de 1936

De igual forma se ha de mencionar el caso del «Salón de los Cazadores». “Se encontraba al fondo del patio y se disponía en forma de un gran artesón invertido, apoyado en un friso compuesto de mocárabes”, describía el cronista provincial. También se debe hacer referencia al «Salón de los Salvajes», de planta cuadrada. Dicho espacio “poseía un riquísimo artesonado octogonal, todo él tallado de entrelazados mudéjares, dorado y coloreado suavemente”, explicaba Herrera Casado. Por tanto, y aunque parte de estas obras ya no se encuentran entre nosotros, sí que hablan de la importancia que tuvo el arte mudéjar en la ciudad.

Incluso, en el interior del palacio de Antonio de Mendoza –hoy ocupado por el IES Liceo Caracense– se encuentran trazas de este estilo. Más concretamente, en la escalera de acceso al piso superior, en cuyo techo se distingue un artesonado de gran riqueza. “Se trata de un alfarje formado por combinaciones de casetones de formato hexagonal irregular, con bordes muy prominentes en el color de madera vista, y fondos ocupados por decoración de grutescos vegetales en tono dorado”, indicaban Antonio Herrera Casado y Antonio Ortiz García. De hecho, “su aspecto es espléndido y muestra de la tradición mudéjar de la que no puede desprenderse el más puro estilo renacentista español”.

Así, Guadalajara llegó a ser una capital mozárabe de primer orden, lo que se acabó reflejando en gran parte de sus monumentos. Algunos de ellos, como la iglesia de Santiago, ha llegado hasta nuestros días. Pero otros mucho, han desaparecido. En consecuencia, los vestigios que quedan han de ser protegidos y conservados, para puedan ser disfrutados por las futuras generaciones. ¡No se han de perder!

Bibliografía.
GARCÍA DE PAZ, José Luis. Patrimonio desaparecido de Guadalajara. Guadalajara: AACHE Ediciones, 2003.
HERRERA CASADO, Antonio. Guadalajara. Una ciudad que despierta. Guadalajara: AACHE Ediciones, 1991.
HERRERA CASADO, Antonio. El Palacio del Infantado en Guadalajara. Guadalajara: AACHE Ediciones, 1990.
HERRERA CASADO, Antonio y ORTIZ GARCÍA, Antonio. El palacio de Antonio de Mendoza en Guadalajara. Guadalajara: AACHE Ediciones, 1997.
LAS NAVAS PAGÁN, Ángel Gabriel. Guadalajara a vuelapluma. Una guía de sitios y cosas. Guadalajara: AACHE Ediciones, 1992.
MARTÍNEZ GARCÍA, Julio y PEGUERO RASTROLLO, Jesús. Guadalajara: historia de un hermanamiento entre España y México. Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara y Océano Atlántico Editores, 2023.