La Camada, un compromiso que no caduca

Corría el año 1994. Hacía poco tiempo que José María Bris había accedido por primera vez a la alcaldía. Guadalajara apenas superaba los 60.000 empadronados. Y todavía no se había construido el campus universitario de la calle Cifuentes. En este contexto apareció una asociación que todavía sigue cosechando muchos éxitos y cariño de la ciudadanía. De hecho, realiza una importante función social. Se trata de La Camada, encargada de gestionar el albergue de mascotas abandonadas de la capital.

Pero, ¿cómo surgió esta agrupación? “Se constituyó por parte de un grupo de personas de la ciudad que ya habían estado vinculadas con otras asociaciones similares en provincias cercanas”, asegura la actual presidenta de la entidad, María Tello. “Se quería traer hasta Guadalajara el modelo implantado en Alcalá de Henares, basado en la existencia de un albergue canino para atender a mascotas abandonadas”, añade.

En ese momento, en la capital arriacense sólo había una perrera ubicada en la carretera de Fontanar. Estas instalaciones se encontraban “en muy malas condiciones”. “Los animales se morían congelados”, denuncia María Tello. Por ello, desde La Camada propusieron al Ayuntamiento la eliminación de dicha infraestructura y la creación de un albergue municipal en el que se diera una nueva oportunidad tanto a cánidos como a gatos.

Tras varios años de luchas, en 2002 se inauguraron las nuevas instalaciones. “Hemos gestionado este complejo desde junio de aquel año”, confirma Tello. “El centro municipal de acogida de animales es hoy el hogar de muchas mascotas que han sufrido maltrato y abandono”, señalan. “Cambiar su vida es el objetivo de todos los que formamos parte de nuestra asociación”, aseguran.

Actualmente, en el interior del complejo se atienden a 273 perros y 232 gatos. En total, 505 ejemplares. “Desde hace muchos meses venimos diciendo que nos encontramos sobrepasados, desbordados”, denuncia María Tello. “Nuestra política es el «sacrificio cero», así como la condena total del maltrato”, aseguran. Por ello, solicitan que las instalaciones actuales, que cuentan con dos complejos separados, se reunifiquen en uno sólo. De esta forma se podría aprovechar mucho mejor el espacio. Y, sobre todo, desean que “se invierta más en concienciación y educación, para que se reduzcan los abandonos”.

Por ello, “no queremos que el albergue sea el hogar definitivo para los animales”, confirman desde la mencionada entidad. “Nuestro deseo es que puedan formar parte de una familia que les dé el cariño y la vida digna que, cruelmente, otros les negaron”, corroboran.

El proceso consistorial
– En este sentido, ¿cómo han conseguido hacerse cargo de la gestión del albergue?

– Se trata de un concurso municipal –explica María Tello–. La Camada se ha presentado en todas las convocatorias y, hasta el día de hoy, siempre las ha ganado.

Gracias a ello reciben un contrato dotado con 90.000 euros anuales, para poder afrontar el trabajo que realizan. Así, abordan el cuidado de los animales y la recogida de aquellos ejemplares que hayan sido abandonados en Guadalajara. Asimismo, y de la mano de dicha subvención, también pagan los salarios de los cinco trabajadores que se encargan de las instalaciones del albergue, así como el coste de las atenciones veterinarias, que son realizadas por la clínica Díaz de la Cebosa.

Todo este trabajo, sin embargo, no sería posible sin la ayuda del medio centenar de voluntarios que colaboran habitualmente con La Camada. “Tenemos que atender 24 horas al día la recogida de perros y gatos por la ciudad”, explica María Tello. Por tanto, y debido al compromiso de los miembros de la asociación responsable, se puede desarrollar este servicio.

– Sin embargo, en los últimos ejercicios se ha producido algún problema con la convocatoria del concurso público…

– Cuando terminamos nuestro contrato a finales de 2016, todavía no se había publicado el nuevo pliego por parte del Ayuntamiento –relatan desde La Camada–. A pesar de ello, decidimos no dejar abandonados a los animales alojados en el albergue, atendiéndolos hasta que el Consistorio sacara la convocatoria….

El edicto, finalmente, apareció siete meses más tarde de lo previsto, en julio de 2017. Y lo obtuvo La Camada. Pero otro concurrente alegó en contra de este fallo. Empero, “volvimos a ganar el recurso”, confirma María Tello. Finalmente, el 27 de marzo de 2018, un año y tres meses más tarde, lograron firmar el nuevo contrato. A pesar de este desfase, nunca se dejó de atender a los seres vivos alojados en el mencionado centro municipal.

– Pero, ¿qué explicación dieron desde el Ayuntamiento para justificar el primer retraso de siete meses en la aparición del concurso en 2017?

– La parte administrativa tuvo un fallo grande –confirman desde la asociación afectada–. El Consistorio trató de resolver esta situación con dos contratos menores, pero la ley nos les permitía realizar más…

Al final, se consiguió que las bases aparecieran en julio de 2017. A pesar de estos retrasos, las relaciones entre La Camada y el Consistorio no son malas. “Mantenemos unas conversaciones cordiales y de colaboración”, asegura María Tello. “Evidentemente, nos gustaría que se incrementase la aportación anual y que existiera una única instalación para el albergue, pero creo que –a pesar de ello– Guadalajara es un ejemplo en la gestión de este asunto”, aseguran.

Unas perspectivas positivas
Y, en este sentido, ¿cómo está evolucionando la sociedad en torno al abandono de mascotas? ¿Hay unja mayor conciencia en Guadalajara sobre este particular? “Es algo que se ha ido incrementando con el paso de los años”, confirman desde La Camada. “La gente está cada vez más comprometida”, aseguran. “Sin embargo, todavía la mayoría no es consciente de lo que significa tener un animal: hay que atenderlo todo el año, alimentarlo, afrontar los costes veterinarios…”, indica María Tello. “No podemos mermar su atención”, añade.

Por tanto, “la sociedad va avanzando, pero no al ritmo que debería”, aseveran desde La Camada. “Estamos intentando crear concienciación en la ciudad, pero todavía nos queda mucho por recorrer”, aseguran. A pesar de ello, y como se mencionaba anteriormente, Guadalajara es un ejemplo en la gestión de los animales abandonados. “En otros lugares, las entidades gestoras sólo buscan lucrarse”, critica María Tello. Por ello, “la sociedad está reconociendo cada vez más la labor que se realiza aquí”, confirma.

Por tanto, los casi 25 años que lleva trabajando La Camada han servido para algo. La ciudadanía arriacense está cada vez más comprometida en torno a la importancia del cuidado animal. Si alguien desea tener mascotas, ha de ser consecuente y responsable durante toda la vida de la misma. No debe abandonarla. En este sentido, se han dado progresos muy importantes. Claro que todavía queda mucho por hacer. Pero el trecho que se ha avanzado también ha sido muy relevante. Por tanto, las mentalidades han evolucionado muy positivamente en estos dos últimos decenios. Unas mejoras que también se ha observado en otros muchos aspectos de la ciudad. Porque, como decía el escritor y filósofo alemán Novalis:

«Las evoluciones progresivas que crecen cada vez más son la materia de la historia»

Un calendario completo
En cualquier caso, el compromiso de La Camada no finaliza con la gestión del albergue de animales. Va mucho más allá. También organiza diferentes actividades a lo largo del año, que están abiertas a la ciudadanía. Entre ellas, su gala benéfica anual, que en 2018 ha tenido lugar el pasado viernes, 23 de octubre, en el salón de actos del Centro San José, de la capital.“Para nosotros es un momento de celebración”, asegura María Tello, presidenta de la asociación organizadora. “Mostramos a la gente nuestra labor, haciendo un repaso del trabajo de todo el año”, confirma. “Es una gala benéfica a favor de los perros y de los gatos de Guadalajara”, asegura.

Durante el evento hay discursos, vídeos conmemorativos y actuaciones musicales. Por ejemplo, en esta ocasión hubo diversas intervenciones, entre las que destacaron la de la presidenta nacional de PACMA, Silvia Barquero; así como las actuaciones de Miguel Ramírez –cantautor de rock solidario–; de la actriz y poeta, Yolanda Cerrato; y de la violonchelista María del Carmen Rutete. Todo un lujo.