Seguir la procesión de los danzantes de Galve hasta la ermita del Pinar

Danzantes y Zarragón de Galve de Sorbe, fiesta que se celebra en agosto.
Danzantes y Zarragón de Galve de Sorbe, fiesta que se celebra en agosto.

La villa de Galve ocupa una excelente posición geográfica al ser el centro de comunicaciones de la Transierra, a la puerta del Ocejón, el Hayedo de Tejera Negra, el macizo de Ayllón y la sierra de Pela. Este elevado enclave perteneció, tras la reconquista, al Común de Villa y Tierra de Atienza, siendo luego, en el siglo XIII, de propiedad del infante don Juan Manuel, quien levantó un primitivo castillo sobre el lugar. Pasó luego a la Corona hasta que los señores de Beleña lo vendieron, conjuntamente, a Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, y a Diego López de Estúñiga, Justicia Mayor. Un descendiente suyo, Diego López de Estúñiga “el mozo”, levantó hacia 1468 el castillo que actualmente otea sobre el pueblo.

En 1557 Baltasar Gastón de Mendoza y de la Cerda fue nombrado por Felipe II primer conde de Galve. Ya en el siglo XVIII, por entronques familiares, pasó a la casa de los duques de Alba, que hoy ostentan el título de condes de Galve. Fue este pueblo cabeza de un amplio condado que abarcaba los lugares de Valdepinillos, La Huerce, Zarzuela de Galve, Valverde de los Arroyos, Umbralejo y Palancares, más los actuales despoblados de Castilviejo, Pedro Yuste, Majadas Viejas y La Mata de Robledo.

Torre humana de la danza de “El castillo”, en Galve.
Torre humana de la danza de “El castillo”, en Galve.

Son de admirar en Galve sus gentes serranas generosas, abiertas, siempre dispuestas al trabajo. Y sus construcciones rurales, todas de firme sillería bien trabajada, dando sensación de reciedumbre y buen hacer: muchos dinteles tallados, algunas buenas rejas… En la plaza Mayor, ante el soportalado Ayuntamiento, se alza el rollo, de fuste cilíndrico y remate pinacular con adornos góticos, bello ejemplar de finales del XV o principios del XVI, y que viene a simbolizar la categoría de villa que posee Galve. El monumento más importante de esta villa es su castillo medieval, reseñado en este libro en el capítulo 32.

A la entrada del pueblo, por levante, se alza otro rollo de la misma época y parecidas características. La iglesia parroquial es obra del siglo XVI, y presenta una fábrica inexpresiva de sillarejo, con portada de dovelas bien trabajadas, pero sin otro detalle artístico destacable. Antes fue derribado el primitivo templo románico.

En el capítulo folclórico, Galve conserva de una de las tradiciones ancestrales de la provincia de Guadalajara. La fiesta de los Danzantes y Zarragón de la Virgen del Pinar, patrona de la villa, se celebra el tercer fin de semana de agosto y está declarada de Interés Turístico Provincial.

El paloteo es el elemento central de las danzas galvitas.
El paloteo es el elemento central de las danzas galvitas.

Un grupo de ocho danzantes ataviados con trajes vistosos ejecutan danzas de palos, castañuelas y cintas. Ejecutan la danza acompañados por el Zarragón, figura grotesca que lidera el grupo y pide la voluntad al pueblo, y por dulzainas y tamboriles del grupo Mirasierra. Algunos de los títulos son: Es María pura y bella, El pastor, Las cadenas, Taraverosan, La rosa, El cordón o la danza de El castillo, en la que los danzantes elevan una pequeña torre humana que corona con uno de ellos puesto boca abajo. El programa empieza con el Toque de Diana a primera hora, continúa con la procesión a la ermita del Pinar y finaliza con el baile popular en la plaza Mayor en la que se crea un ambiente festivo genuino.

La música que acompaña a los danzantes se compone de dulzaina y tamboril. En Galve de Sorbe, estos instrumentos gozan de gran popularidad. Antaño, ante la falta de dulzaineros guadalajareños, y así lo corrobora Lizarazu de Mesa en su Cancionero popular tradicional de Guadalajara (Diputación y Caja de Guadalajara, 1995), en Galve los danzantes y el Zarragón se veían en la obligación de contratar gaiteros de Segovia y, sobre todo, de Soria, concretamente de la localidad de Noviales. Estos dulzaineros, que eran los mismos que iban a tocar con los danzantes de Valverde de los Arroyos, lograron dejar una profunda huella en Galve en los años sesenta. Pascual Gordo Montero, jubilado, antiguo danzante e impulsor de la recuperación de las danzas en los noventa, afirma que aquellos gaiteros fueron “los mejores que han pasado por Galve en todo este siglo, sin desmerecer al resto”.

Los gaiteros de Noviales hacían servir en Valverde la “gaita” o “pito”, “un tubo de hierro con cuatro agujeros” según descripción de Lizarazu de Mesa, pero en Galve el papel preeminente lo ocupaba –hoy sucede lo mismo– la típica dulzaina castellana. En los siguientes años, la dulzaina quedó postergada al ostracismo en Galve, que no resistió el envite del éxodo brutal a las capitales, aunque se siguió recurriendo a músicos de las vecinas provincias de Soria y Segovia. En la recuperación de las danzas, a finales de los ochenta, jugaron un papel esencial José María Canfrán Lucea –fallecido en 2001– y Carlos Blasco Hernando, los “dulzaineros de Sigüenza”. Durante aquellos años, ambos colaboraron con los danzantes de una manera absolutamente plausible y desinteresada. Desplegando esfuerzo y tesón, aprendieron con celeridad las danzas galvitas cuando en Guadalajara nadie se acordaba de la dulzaina, e incluso actuaron en Sigüenza con los danzantes de Galve el 15 de agosto de 1991, con motivo de las fiestas patronales de la “Ciudad Mitrada”. Canfrán y Blasco, de la “Escuela municipal de dulzaina y tamboril de Sigüenza”, compartieron protagonismo en Galve desde 1994 con los gaiteros de Cantalojas. Desde mediados de la década de los 90, la música en Galve es obra del grupo “Mirasierra”, con tres dulzainas y dos tamborileros.

La Danza de Galve es una muestra celtíbera en pleno siglo XXI arropada por todos los jóvenes que han aprendido las danzas recientemente. Una de las tradiciones ancestrales de la provincia de Guadalajara, transmitida de padres a hijos, que en 1989 recuperaron hijos del pueblo que habían emigrado a la ciudad en los años sesenta. Posteriormente, la fiesta fue consolidándose hasta que, a partir del año 2000, asumió las riendas la Asociación Cultural Danzantes de Galve de Sorbe, que fue la encargada de dar vigor a esta fiesta, de asegurar su transmisión enseñando las danzas a decenas de chicos y chicas del pueblos que se interesaron por ellas y de impulsar su divulgación con actuaciones fuera del pueblo. En esta etapa jugaron un papel clave dos veteranos danzantes: Pascual Gordo y José Herrero.

Los danzantes de Galve, durante esa época, se convirtieron en estandartes del folklore de Guadalajara llevando su tradición a fiestas de envergadura en Madrid, Burgos, Tarragona, La Coruña o Segovia, por citar algunas ciudades. Además, la asociación editó un disco recopilatorio de todas las danzas junto a los Gaiteros Mirasierra. Hoy sigue siendo una de las fiestas más vistosas y con más solera de la provincia.

NOTA: Los danzantes de Galve salen los días 19 y 20 de agosto. Más info pinchando aqui