Un día de verano en Villares de Jadraque

Villares de Jadraque
Villares de Jadraque

Me levanto esta mañana. Mi abuela me ha preparado el desayuno. Una vez aseado me lo
tomo.

Mi padre lleva varias horas de pie. Se fue a ayudar a segar a mis tíos, que les tocaba ir con las vacas pero han cambiado el día para aprovechar. Mi madre, que nunca ha segado, ha subido a hacerles la casa y la comida. Les acercará agua y un buen almuerzo.

En ese momento oigo gritar. ¡JAVIIIIII! Son mis amigos.

Nos vamos a coger renacuajos a la fuente.

Ponemos nuestra pesca en una sartén vieja con agua. Aparece mi madre. Me siento un héroe enseñándole nuestras capturas.

– Ponte la gorra que hace sol.

– ¡Vaaale!

Una vieja cotilla le dice a mi madre en tono socarrón: “El tuyo va con una sartén”. Mi madre la ningunea mientras se dirige al lavadero con nuestra ropa y la de los segadores y de paso la pondrán al corriente de las novedades.

Después bajamos a Los Chorreros. Allí vemos a los zapateros, algún pececillo, lagartijas y oímos un chapoteo de una ranita.

Mosquitos, tábanos, pulgas, cardos y ortigas se han encargado de decorar nuestras blancas piernas.

Es la hora de la comida y la devoro rápidamente.

Vuelvo a marcharme. El sol achicharra. Pasamos por la puerta del bar donde los viejos están empezando la partida de tute. Se oyen golpes de los nudillos al soltar la carta en la mesa.

Vamos al río. Casi todos lo harán andando por los atajos. Santi y yo vamos en bici.

Subiremos andando. Las burras pesan pero la bajada es nuestra.

Salimos despacio. Al llegar iremos a la fuente, al otro lado del puente. El agua es muy fresquita.

Villares de Jadraque
Villares de Jadraque

Nos bañamos, jugamos y volvemos al pueblo. Santi y yo regresamos en bici como podemos. El resto irá por la carretera haciendo auto-stop. Pasan coches sin parar pero entre el camión del “Rubio”, y un turismo todos encuentran acomodo.

Hoy no fuimos a esperar el coche de línea. Sólo han venido unos señores mayores.

Entro en casa. Dejo la bici y los trastos.

– ¿Te has bañado?

– Sí

– Come algo

– Lueeeego.

– ¡Este chico no para!

Me voy deprisa, asustando gatos y gallinas que se cruzan por el camino. Pasan las vacas y ya no me atrevo a hacer nada ni por el tamaño de los animales ni por el de la vara del vaquero.

Ahora subiremos a las eras a jugar al fútbol. Tenemos que entrenar. En pocos días vamos a las fiestas de Bustares a jugar contra los niños de allí. Hay que ganarles como sea.

Santi y Tinín, echan los equipos a suertes. Las porterías son dos piedras. Respetamos la zona de trilla. Pausa para el paso de las cabras, que abonan el campo. Perdemos la cuenta de los goles y decidimos que “El que meta gana”. Al fondo, el Alto Rey es testigo.

Cenamos unos peces que trajo mi tío. Mi padre aparenta que está entero pero la siega del día le ha pasado factura. Los próximos días repetirá labor.

Salgo de nuevo.

Esperamos que haya baile en la Casa Concejo, pero los mayores se van a Galve.

Jugaremos al escondite. Vale todo el pueblo y nos esconderemos en cualquier sitio, casillos, casas en construcción, tuberías y algún huerto cercano. “Pa’bernos matao’”.

Por fin acaba el juego y contamos historias de miedo y chistes. Nuestros padres nos mandan a dormir.

Mi familia está acostada. Todos estamos muy cansados.

Caigo en “el sobre”. Me pitan los oídos del silencio. Oigo un grillo, ladrar un perro y pienso en las fiestas, que llegarán al fin de mes. Este año a ver si gano la carrera, o las anillas de las bicis pero está difícil. Iremos a la misa y la procesión. Mi madre hará rosquillas y cantará jotas en la ronda. Los mayores jugarán al fútbol contra los de Las Minas. Creo que podremos ganarles este año. El sueño me vence.

 

¡JAVIIIIIII!

– ¡Hombre Rober!

– ¡Estás alelado!

– Me he puesto a recordar los veranos de críos. Me he quedado absorto. Y ahora mira las eras. Están abandonadas.

– ¡Qué tiempos!

Pero, tenemos que venir al pueblo para mantenerlo vivo.

– Por supuesto.

– ¿Ese libro?

– “Cuentos y Leyendas de la Sierra Norte de Guadalajara” .

Tiene buenas historias. Lo recomiendo.

– ¿Cuándo vuelves?

– Pues dependerá del trabajo y la familia.

Y marcharíamos a Madrid, a nuestros quehaceres, queriendo regresar de nuevo. Con la
misma ilusión de cuando éramos críos. Esa época, en la que éramos felices pero no lo
sabíamos, y que estábamos deseando que llegara el siguiente verano desde el mismo día que nos íbamos de nuestro pueblo, que siempre ha sacado la mejor versión de nosotros.


Pseudónimo: Cuvi
Nombre y apellidos: José Javier Llorente Olier
Premio Mención Especial