Un paseo por la laguna de Somolinos

Aunque el límite de Soria se encuentra a unos pocos kilómetros, el enclave que hoy presentamos pertenece a Guadalajara desde hace casi dos siglos. Se consideró arriacense tras la división provincial realizada por Javier de Burgos en 1833. Nos referimos a Somolinos, en cuyo término municipal existe una laguna, que –debido a su riqueza ecológica– se protegió como Monumento Natural hace 20 años. Además, desde 2010, también se encuadra en el Parque Natural de la Sierra Norte.

De hecho, esta zona “reúne valores geológicos y geomorfológicos de gran interés, contando con humedales permanentes, barreras travertínicas, hoces y escarpes naturales”, se indica en el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) del lugar. Asimismo, “en la zona circundante están presentes diversas formaciones vegetales que tienen la consideración de hábitats de «protección especial»”.

En total, se encuentran preservadas 1.130 hectáreas. Gracias a ello, “se garantiza la conservación de la biodiversidad, de la geomorfología y del paisaje que –actualmente– caracteriza a la Laguna de Somolinos y a la Sierra de Pela, así como la estructura dinámica y funcionalidad de sus ecosistemas”, explican desde la Consejería de Desarrollo Sostenible.
También se pretende la restauración de las áreas que se encuentren degradadas y, sobre todo, “el estímulo del conocimiento público y el uso sostenible de los valores naturales de este espacio”. Así, se anhela fomentar la sensibilidad y el respeto de los ciudadanos hacia el medio natural”, de la mano de propuestas de concienciación en torno a la riqueza de dicho entorno.

Por ejemplo, se deben destacar las alternativas senderistas existentes en el sitio, como la ruta circular RCGU–80, de 10,6 kilómetros. “Se propone visitar un paraje con un sobresaliente valor natural, en el que destaca la mencionada laguna; el arroyo Manadero, que constituye el nacimiento del Río Bornova; y el Alto del Portillo, punto más elevado de la Sierra de Pela, con 1.542 metros de altitud”, explican desde Caminos de Guadalajara. “El recorrido se puede hacer con niños”, al transitar por sendas en buen estado. De hecho, hay posibilidad de hacer el trayecto durante todo el año, aunque “las mejores épocas son primavera y otoño”.

De esta forma, se evitan los rigores invernales, ya que las heladas se prolongan entre noviembre y abril. “La precipitación media anual es de 622,3 milímetros, con una sequía estival no muy acusada, lo que contribuye al hecho de que el nivel hídrico de la laguna se mantenga estable, experimentando sólo ligeras oscilaciones a lo largo del año”, se relata en el PORN.

Pero, el caminante, ¿qué se puede encontrar en este emplazamiento? “La de Somolinos se alza como una laguna cárstica de montaña, situada al pie de la Sierra de Pela, en las proximidades del nacimiento del Bornova o Manadero –que se encuentra a tan sólo un kilómetro–, teniendo su origen en el represamiento de este río por un dique de travertinos”, explican desde la Junta de Comunidades. El mencionado cauce “aporta un caudal abundante, muy regular a lo largo del año –sin apenas estiaje–, lo que favorece el mantenimiento de unos niveles hídricos muy estables en la laguna en todo el ciclo anual”, confirman los especialistas.

Sin embargo, en años muy lluviosos se produce la “inundación somera de las zonas ocupadas por vegetación marginal existentes en la zona perilagunal, pudiendo permanecer encharcados durante varios meses”. En cualquier caso, la “superficie inundable ordinaria” es de 3,8 hectáreas de agua dulce. “Se trata de un sistema lacustre frágil y singular por su génesis, que le convierte en un tipo de lago muy poco frecuente a nivel europeo”. Una circunstancia que no es óbice para que dicho entorno sea conocido por la población en general, a través de ideas senderistas como la RCGU–80.

Algunas sorpresas durante el camino
De hecho, si el visitante es sigiloso, puede divisar algunas especies protegidas, bajo la categoría «De interés especial». Entre ellas, la polla de agua, la garza real o el buitre leonado. De la avifauna calificada de «Vulnerable», destaca el águila real, el alimoche, el halcón peregrino, el búho real o la alondra de Dupont. Esta última se desenvuelve en las parameras de la Sierra de Pela, muy cercanas al entorno encharcado. Pero “el mayor interés de la zona lo presentan las aves rapaces, tanto las nidificantes como las que utilizan el territorio como lugar de alimentación”, se explica en el PORN.

De la comunidad de anfibios y reptiles se han de reseñar la salamandra, el tritón jaspeado, el sapo partero o la ranita de San Antonio, calificadas –todas– como «De Interés Especial». Asimismo, Somolinos acoge –en su laguna– reptiles y ofidios, como ejemplares de culebra ciega europea, de víbora hocicuda o de lagarto verdinegro. En el grupo de mamíferos destaca la presencia de nutria –considerada como «Vulnerable»–, de tejón, de gato montés, de garduña, de comadreja o de rata de agua, todas ellas protegidas dentro de la clasificación «De Interés Especial». Incluso, se distingue la existencia de conejos, liebres, zorros, corzos y jabalíes.

Sin pasar por alto que la flora del entorno también es muy relevante. “El hecho de que la Sierra de Pela constituya un nexo de unión entre los sistemas Central e Ibérico, unido a sus peculiaridades geomorfológicas, litológicas y climáticas, determina ámbitos corológicos muy diversos, que propician una apreciable riqueza florística”, explican fuentes regionales. En este contexto, en las cumbres y parameras de la Sierra de Pela, la vegetación dominante está constituida por erizales, cambronales y pastizales.

En las laderas, en cambio, van ganando relevancia los aliagares, conservándose enclaves de encinar y quejigar. Igualmente, en el extremo suroccidental de la zona existe una formación natural de pino silvestre –no vinculada a políticas de reforestación–, combinada con enebrales. Por tanto, “están presentes diversas formaciones vegetales que tienen la consideración de hábitats de protección especial”.

Por todo ello, no es extraño que este espacio natural muestre “un alto valor paisajístico, un gran interés científico y una relevancia primordial desde el punto de vista de la interpretación y educación ambiental”, aseguran desde la Consejería de Desarrollo Sostenible. “La laguna de Somolinos supone un enclave de gran variedad cromática y alto valor paisajístico, en un entorno de mayor aridez, que es el que representan las laderas que cierran el valle en que se asienta”. Una variedad ecosistémica que bien merece una visita, que se puede realizar a través de la RCGU–80, en la que se recorren los enclaves más relevantes de este Monumento Natural.