Yunquera de Henares apuesta por su Semana Santa

Cuando se mencionan las tradiciones propias de la semana santa, enseguida nos vienen a la cabeza los casos de Sevilla, Málaga o Zamora. Incluso, los más avezados mencionarán las costumbres que se desarrollan en Cuenca –con las turbas–, en Sigüenza –con los «armaos»– o en Hiendelaencina, con su Pasión Viviente, que se alza como una de las representaciones más antiguas de España en su categoría. Sin embargo, hay muchas otras alternativas durante la Pascua que –sin bien no son tan conocidas– sí que responden a una riqueza etnográfica que ha de ser reconocida y conservada.

Y para comprobarlo, no hay que irse muy lejos. A poco más de 17 kilómetros de la capital arriacense se emplaza Yunquera de Henares, una localidad con varios siglos a sus espaldas. Esta circunstancia ha permitido la pervivencia de multitud de ritos ancestrales. Entre ellos, una semana santa que en nada tiene que envidiar a la de cualquier localidad castellana. De hecho, la procesión del viernes santo –conocida como la del «Santo Entierro y de las antorchas»– se encuentra declarada como de Interés Turístico Provincial desde 2010.

Se constituye como una iniciativa sorprendente. Un poco antes de la medianoche, se apagan las luces de esta villa campiñera. Únicamente queda la iluminación de las velas y las antorchas en el recorrido de la procesión. Justo en ese mismo instante –en el que llega la oscuridad–, el piostre de la Hermandad de La Soledad toca la puerta de la ermita homónima. Tras este llamado, se abre la entrada principal del oratorio y aparece la talla del «Santo Entierro», en medio del silencio sepulcral de los asistentes, que se cuentan por centenares.

Así, comienza la andadura de la procesión por las calles yunqueranas. La imagen principal es acarreada por una cincuentena de porteadores que llevan una misma indumentaria, compuesta por una túnica blanca y un capuchón rojo. Durante el recorrido, la comitiva se halla acompañada por decenas de penitentes y por una banda de música que interpreta diversas marchas procesionales. Uno de los momentos cumbre de la estantigua tiene lugar en el patio del palacio de los Mendoza, uno de los principales monumentos de Yunquera.

Allí, se produce el encuentro entre el sepulcro de Cristo y la imagen de Nuestra Señora de los Dolores. Un momento que es aprovechado por los integrantes de las hermandades de La Soledad y de los Dolores para declamar diferentes composiciones y poemas, en las que se intentan resaltar la intensidad de la pasión y muerte de Jesús, así como el sufrimiento que padece su progenitora. Todo ello, además, entre el silencio más absoluto del público.
Una vez concluido este pasaje, ambas tallas –la del sepulcro y la de la Virgen– retoman su camino –esta vez, de manera conjunta– hacia la iglesia parroquial de Yunquera. Se trata de un templo dedicado a San Pedro Apóstol, que comenzó su construcción en el siglo XVI. Una vez en el santuario, el párroco realiza unos responsos, concluyendo –así– la procesión «de las antorchas».

Unos actos que no cesan
Por tanto, esta propuesta es la más impresionante de todas las que tiene lugar en Yunquera de Henares. Sin embargo, no es la única. A lo largo de la Pascua, el caminante puede acudir a diversas propuestas tradicionales, que van desde misas a bendiciones, pasando por diversos vía crucis. Incluso, existe la posibilidad de acudir a las diversas procesiones que se desarrollan durante estas jornadas.

Asimismo, y además de la estantigua de las antorchas –ya mencionada–, existe la posibilidad de asistir a las que se programan el domingo de ramos en la mañana, el jueves santo por la noche o la de traslado de las imágenes hasta la ermita de La Soledad, que se programa previamente a la del Santo Entierro. Los eventos finalizan la jornada de Resurrección, con una nueva procesión, la del «Encuentro».

Una localidad monumental
Pero si esto fuera poco, estas propuestas permiten visitar algunos de los monumentos más relevantes de Yunquera. Entre ellos, la iglesia parroquial, que fue construida entre los siglos XVI y XVII, distinguiéndose varios estilos en su composición. “En ella se pueden apreciar tres partes bien diferenciadas que corresponden a períodos, estilos y autores distintos. Las mismas son, por un lado, la torre (1520-1539) y por otro, las tres naves (1559-1584) y la cabecera (1621-1645)”, indican fuentes municipales.

Destaca la altura de su campanario, quizás el elemento más representativo de la villa. “Su afilada punta y las cigüeñas que en ella habitan aportan una singularidad notable al pueblo”, confirman los expertos. “Es el elemento más valioso de todo el edificio, debido a su solidez arquitectónica y su decoración, considerándose una obra importante dentro de la arquitectura de la época”, indican los historiadores. “Su chapitel, sus finos pináculos y ventanas platerescas, dan pie a la grandiosidad y validez del arte de la época. El material empleado es la piedra, transportada de las canteras de Tamajón y labrada con una artística y rigurosa exactitud”.

Asimismo, se debe mencionar el palacio de los Mendoza, edificado en el siglo XVI, y caracterizado por su estilo plateresco. “Destaca por sus corredores, las columnas de piedra donde se pueden observar las armas del mencionado linaje”, describen desde el Consistorio. “Se conserva parte de su estructura originaria (dos de los cuatro cuerpos que la componían) y actualmente está habilitada para diversos usos como la biblioteca municipal, un aula de formación y la sede de ADAC”.

Por último, se ha de citar la ermita de Nuestra Señora de La Granja, con elementos de inicios del siglo XVIII. “Se trata de un edificio grande y totalmente restaurado en el que se deja ver el primitivo estilo a base de aparejo de ladrillo y sillarejo. El santuario está rematado por dos torrecillas con sendas campanas cuyo sonido, al ser volteadas, se deja sentir a varios kilómetros de distancia”, indican fuentes municipales. Por esta combinación de patrimonio y monumentos, no te puedes perder una visita a Yunquera de Henares.