«Atémpora»: la historia de Sigüenza hecha exposición

Guadalajara es una tierra que depara innumerables sorpresas. Una de las más importantes se encuentra en el norte de la provincia. Se trata de Sigüenza, uno de los destinos turísticos más importantes de Castilla–La Mancha. Sus calles medievales, su catedral centenaria o su castillo supuestamente embrujado –hoy rehabilitado como Parador Nacional– reciben miles de visitantes cada año. Todos quieren conocer esta joya castellana, situada a poco más de una hora de Madrid. ¡Un lujo!

Una preciosidad que, hasta el 11 de diciembre de 2022, contará con un aliciente más. Nos referimos a «Atémpora», una iniciativa expositiva que alcanza su tercera edición, en la que se realiza un repaso al devenir seguntino a través de los siglos. “La muestra recorre 2.300 años de historia de la ciudad y su comarca, con el foco puesto tanto en la celebración del IX Centenario de la Reconquista de Sigüenza como en valorizar una zona que aspira a convertirse en Patrimonio Mundial de la UNESCO”, explican desde el Ayuntamiento.

Dicha muestra, que se inauguró el 22 de julio y que permanecerá abierta hasta el 11 de diciembre, ha sido posible gracias a la colaboración del Obispado y de la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. Un esfuerzo colectivo en el que también han intervenido diferentes personalidades, como Víctor Manuel López–Menchero, comisario de la propuesta y doctor en Arqueología. “«Segontia, entre el poder y la gloria» es el nombre elegido para este nuevo episodio de «Atémpora»”, explican los responsables de este evento, instalado en la catedral.

La idea recorre la historia de la ciudad su entorno “desde sus remotos orígenes en la Edad del Hierro hasta finales del siglo XVIII, fecha en la que se puso fin a su señorío episcopal, creado en el XII”. Gracias a este enfoque, el visitante contará con la oportunidad de conocer los 170 vestigios celtibéricos, romanos, visigodos, andalusíes y cristianos expuestos en el lugar. “Estos últimos –los restos católicos– abarcan desde el siglo XII al XVIII, momento de mayor esplendor de la urbe. Todo ello, en una propuesta museográfica en la que contenido y continente se funden para contar una historia tan sorprendente como desconocida”, explican sus responsables.

La totalidad de las piezas se refieren a Sigüenza y sus alrededores, siendo muchas de ellas inéditas y actualmente dispersas en diferentes en instituciones, como el Museo Provincial de Guadalajara, el Arqueológico Nacional o el Instituto «Brianda de Mendoza». “Se trata del mayor intento realizado hasta la fecha para reunir –en el espacio más emblemático de la ciudad– una colección de objetos elaborados sobre todo tipo de materiales y soportes, representativos de la milenaria historia del entorno seguntino”.

“Las entidades que hemos contactado para pedirles algún material han querido colaborar. No han puesto ningún problema, salvo condicionantes lógicos vinculados a la seguridad de la conservación y del traslado de los materiales”, explica Víctor Manuel López–Menchero. Así, se han reunido recursos de gran valor, por lo que “«Atémpora» va a conseguir que el visitante mire a la «Fortis Seguntina» con otros ojos”, confirma la alcaldesa del municipio, María Jesús Merino.

La disposición de las salas
La muestra se encuentra dividida en seis grandes espacios temáticos, ordenados cronológicamente. El primero es el «Bloque A», ubicado en el claustro catedralicio. Se encuentra dedicado a los orígenes remotos de la localidad, hace 2.500 años, surgidos en torno al nacimiento del Henares. “Por las fuentes romanas sabemos que este territorio estuvo dominado por la tribu de los arévacos, un pueblo guerrero de la Celtiberia. Aquí se exhiben algunos de los vestigios recuperados por el Marqués de Cerralbo a principios del siglo XX”, subrayan desde la propuesta. Algunos ejemplos son espadas, puntas de lanza, broches o vasijas.

Después de la caída del Imperio romano, y tras algunos años de caos, los visigodos lograron imponer la paz en el interior peninsular. La Segontia visigótica llegó a ser cabeza de un obispado. Se sabe, por las fuentes escritas, que sus prelados participaron en los decisivos concilios de Toledo, convocados entre los siglos VI y VII. “En la comarca han aparecido numerosos rastros de esta época. Los más importantes, en Palazuelos, donde el Marqués de Cerralbo y sus colaboradores desenterraron las piezas que se pueden contemplar en la exposición, como broches de cinturón, imperdibles, cuchillos, anillos, cuentas de collar y otras piezas nos hablan de estas gentes”, explica Jesús de las Heras Muela, deán de la catedral.

El reino visigodo no pudo soportar el empuje de las huestes musulmanas, que hacia el año 714 conquistaron este territorio. “Del periodo andalusí conservamos algunos restos, como las vasijas procedentes de Guijosa o el dedal de guarnicionero hallado en la torre de Mojares”, aseguran los curadores de «Atémpora».

El camino expositivo continúa por la «Puerta del Jaspe», que da acceso al templo desde el claustro. Así, se pasa al «Bloque B», dedicado a la edificación de la catedral y donde “el visitante será recibido por los «Bernardos». Es decir, Bernardo de Sedirac, prelado toledano, y Bernardo de Agén, primer obispo de Sigüenza tras la dominación musulmana”.

Éste último fue un personaje que, según cuenta la tradición, tomó la ciudad en 1124.
En este pasaje expositivo se observan los restos mortales de Santa Librada, traídos –de acuerdo a la leyenda– por Bernardo de Agén y que se conservan en el interior del arca de plata existente en el centro del espacio. Un emplazamiento en el que, además, se han instalado “dos maquetas que ilustran cómo fue creciendo el templo durante la Edad Media”.

Sigüenza, ciudad con universidad
En la cabecera de la catedral se puede recorrer el «Bloque C», donde se rememora el pasado universitario de la ciudad, vigente entre 1489 y 1837. La institución fue fundada por Juan López de Medina y por sus aulas pasaron personajes de primer nivel, como Pedro Ciruelo o el Cardenal Cisneros. “Al caminante lo recibe un mapa esquemático de la Península Ibérica a finales del siglo XV, donde podrá ver las escasas universidades creadas hasta ese momento”, indica el comisario de la muestra.

“En este apartado se verán los rostros de las tres figuras clave para la creación de dicha institución educativa seguntina, como Juan López de Medina, Pedro González de Mendoza y Francisco Jiménez de Cisneros”. Un papel muy especial tuvo la Facultad de Medicina adscrita a este centro universitario. “A la misma perteneció la calavera que se expone en esta sala y que se nos muestra llena de anotaciones”, explica Jesús de las Heras Muela.

Pero, a pesar de la relevancia universitaria de la localidad, el recorrido de «Atémpora» continúa su camino. Y lo hace analizando del “peso de la religión durante la Edad Media y la Moderna”. Así, en el «Bloque D» se contemplarán las vitrinas donde se aborda la evolución artística del Medievo y su reflejo en la Diócesis de Sigüenza. Un desarrollo que se realiza a través de dos de los temas más recurrentes en el arte cristiano: el Cristo Crucificado y la Virgen con el Niño.

Las primeras representaciones se encuentran presididas por el «Cristo de los cuatro clavos», que procede del museo de la Trinidad de Atienza. “Este detalle es uno de los que caracterizan a la representación de la crucifixión en su fase más antigua, frente a los tres clavos que se usarán a partir del siglo XIII”, explican los investigadores. “Nadie sabe a ciencia cierta cuántos clavos usaron para crucificar a Jesús, pero los artistas medievales tuvieron que enfrentarse al mencionado dilema”, haciendo sus propias interpretaciones.

El «Bloque E» se centra en el periodo de mayor esplendor de la ciudad, al que algunos historiadores han denominado la «Edad de Oro seguntina». “Se trata de los siglos XV y XVI. Es decir, el final de la Edad Media y el comienzo del Renacimiento”, explican los especialistas. Este momento de brillo se halla encarnado por Pedro González de Mendoza, quien fue obispo seguntino. “Bajo su mandato cuando se construyó la plaza Mayor de la localidad, la universidad o el acueducto que abastecía al municipio”, subrayan los investigadores.

Asimismo, se puede observar el retablo de la familia de La Cerda. Se trata de una obra del siglo XV, de extraordinaria calidad, que representa las vidas de Santa Catalina y de San Juan Bautista. “Lo que puede verse es una recomposición ideal del retablo, ya que una parte de sus elementos fueron desmembrados y vendidos por separado a diversos propietarios. Gracias a la colaboración del Museo del Prado, donde actualmente se conservan cinco elementos de dicha composición, ha sido posible rehabilitar su aspecto original”. Esta parte de «Atémpora» finaliza con “una visión integrada de la economía, la historia, el arte y la religión en los siglos XVII y XVIII”.

El «Bloque F» es el último de la exposición y se encuentra dedicado a los siglos XVII y XVIII. “Como apertura del mismo, se ha elegido el colosal retablo barroco del siglo XVII que está presidido por la talla medieval de la Virgen de la Mayor, patrona de la ciudad”. Además, y según se avanza en el recorrido –internándose en la «nave de la epístola»–, se podrán divisar tres apartados que profundizan en la vida civil, religiosa y económica de la época. “Pero sin duda, la pieza más sorprendente la encontramos en el centro de la sala. Se trata de un catafalco mortuorio procedente de Atienza que, a través de diversas frases escritas, nos recuerda que la muerte a todos alcanza”, subrayan los responsables de la propuesta.

“La visita termina frente a una impresionante noria, procedente de las salinas de Imón, junto a varios planos que recuerdan la importancia que la sal tuvo para toda la comarca”, explica López–Menchero. Las salinas de estas tierras fueron las más rentables del reino. “Este «oro blanco» es el motor económico que explica y da sentido a todo lo se puede ver a lo largo del recorrido por «Atémpora»”. De esta forma, finaliza un viaje de 2.300 años por una comarca que hoy aspira a convertirse en Patrimonio Mundial. ¡No te lo pierdas!

Un revulsivo para el turismo
La tercera edición de «Atémpora» muestra una calidad muy relevante. El visitante tendrá la oportunidad de conocer –a fondo– la historia de Sigüenza y su comarca, a través de seis salas y 170 piezas de diferentes épocas. Sin duda, una alternativa muy interesante para acudir hasta esta localidad arriacense. De hecho, las previsiones de público son muy positivas. “Es pronto para establecer un criterio, pero las visitas han ido creciendo desde el primer día”, confirma Jesús de las Heras Muelas. No obstante, “los cálculos más fuertes de asistencia serán para septiembre y, muy particularmente, para octubre y noviembre”.De hecho, y según Víctor Manuel López–Menchero, llegarán entre 50.000 y 100.000 personas. ¡Impresionante! “La primera edición de esta propuesta, que se dedicó al cuarto centenario de las muertes de Cervantes y Shakespeare, fue un verdadero revulsivo para el turismo y para la difusión de la catedral”, complementa De Las Heras Muela. De hecho, facilitó la captación de turistas para años posteriores. Una circunstancia que –esperan– se repita en esta ocasión.