Durón se viste de fiesta

La Alcarria es una comarca en la que se mezclan –a la perfección– historia, patrimonio, naturaleza y unas tradiciones ancestrales. Y para muestra, el caso de Durón, una villa con casi mil años de devenir, en la que el caminante también cuenta con la oportunidad de participar en fiestas antiquísimas. A lo largo del año, esta localidad de 109 habitantes –de acuerdo a la última actualización del INE– ofrece celebraciones populares con un gran pasado a sus espaldas.

Estas fiestas son “de indudable interés”, como describe el periodista e investigador Ángel de Juan–García, en su libro «Romerías por la Alta Alcarria». En primer lugar, se han de relatar las veladas patronales, que se desarrollan a mediados de agosto, en honor a la Virgen de la Esperanza. Durante la propuesta se puede acudir a verbenas, concursos y a eventos culturales, taurinos, religiosos y lúdicos. Estas propuestas suelen reunir a centenares de personas.

Poco después, en torno al 24 de agosto, también tienen lugar los actos en honor a San Bartolomé, patrón de los casados. Con esta excusa, se programan iniciativas litúrgicas, musicales y bailes públicos. Sin embargo, las propuestas que ofrece la localidad no finalizan aquí. El domingo más cercano al 18 de diciembre se programa una tercera idea, centrada en Nuestra Señora de la O. “Muchos duroneros suben de nuevo a la ermita de la Esperanza [como ocurre el 15 de agosto] para celebrar esta fiesta”, explica Ángel De Juan–García.

Por tanto, esta villa arriacense cuenta con un importante conjunto de tradiciones lúdicas, que se completan con más actos a lo largo del año. “Reyes, Navidad, carnavales, conciertos o representaciones teatrales conforman un calendario cultural interesante”, confirma el referido especialista. Pero la romería de la Virgen de la Esperanza, que se celebra cada 15 de agosto, sigue siendo una de las propuestas con mayor seguimiento en el municipio.

A media mañana, los vecinos y visitantes llegan al oratorio. Una vez congregados todos los asistentes, se procede a la misa. Tras la finalización de los oficios, que tienen lugar en el interior de la ermita, la corporación municipal entrega unos ramos de flores a la virgen. “Es tradición que el primer edil y todos los miembros del Ayuntamiento saquen a Nuestra Señora del santuario, mientras que una pequeña orquesta interpreta el himno nacional”, se explica en «Romerías por la Alta Alcarria». “La talla recorre los alrededores de la ermita, con gran devoción de los fieles, que se van turnando para llevar sus andas”.

Una vez que la comitiva regresa a la puerta del santuario, se forma una larga fila, con el fin de besar la medalla de la Virgen y recibir una estampita de la misma. El alcalde y los concejales son los encargados de iniciar esta cola. Tras ello, se subastan las andas, para poder introducir a la imagen a su templo. Los duroneros ofrecen “grandes cantidades de dinero” con este fin. Seguidamente, “los hijos del pueblo regresan a sus casas para continuar con las fiestas patronales”, que también se desarrollan en esos momentos.

La leyenda
Pero, ¿cómo surgió esta tradición? Según cuenta la leyenda, en 1350 se le apareció la Virgen a Fernando Villafaña en una ribera del Tajo. “Un día del mes de mayo vio, de improviso, un relámpago que salió de un trueno, que hizo temblar la montaña, aunque estaba el cielo sereno”, se recoge en «Romerías por la Alta Alcarria». “Recobrado del susto, levantó los ojos a los montes y se vio cercado de una nube hermosa, la misma que rodeaba también a María Santísima sobre una coposa encina”. Tras ello, Nuestra Señora le pidió: «Di a mi pueblo, Durón, que en este lugar edifique una ermita en mi nombre».

En un primer momento, don Fernando –por miedo a comunicar esta petición– se mantuvo escondido. Sin embargo, el sentimiento de culpa brotó en su interior, al desobedecer a la madre de Dios, así que regresó al lugar donde había tenido la aparición mariana. Quería pedirla disculpas y comprometerse a contar la historia. Una vez allí, “alcanzó a ver una encina que ardía de puro resplandor y no se quemaba”. Se trató de una nueva «comunicación divina».

Por tanto, decidió informar al pueblo de la petición celeste. Lo hizo hasta en tres ocasiones, pero nadie le creyó. Tras ello, hubo una epidemia de peste. “Afligidos los habitantes, ofrecieron hacer una ermita en ese lugar y, una vez levantada, dijeron una misa, en la que echaron a suertes muchos nombres y, por en tres ocasiones, sacaron su advocación de Esperanza”.

El oratorio permaneció en el mismo lugar, cerca del Tajo, a orillas del camino entre Cifuentes y Sacedón. No obstante, con la construcción del embalse de Entrepeñas, el monumento hubo de trasladarse, para que no quedara cubierto por las aguas. En octubre de 1963 se dio por concluida la «mudanza» del complejo, aunque no se inauguró hasta el 10 de agosto de 1974, con la presencia de Laureano Castán Lacoma, el obispo de Sigüenza–Guadalajara.

Un sinfín de alternativas
Pero si las fiestas y las tradiciones son importantes en Durón, también son relevantes el resto de alternativas de ocio existentes en la localidad. Entrepeñas se encuentra a muy pocos kilómetros del casco urbano, por lo que la práctica de deportes náuticos es muy destacable. Pero si el caminante no es muy fan de estas propuestas, se puede inclinar por el senderismo. De esta forma, conocerá emplazamientos como la Hoz Angosta, “un barranco de extraordinaria belleza donde se encuentra el Granillo de Sal, una curiosa formación pétrea”, explican los expertos.

“También en las cercanías se encuentra otro interesante barranco, el del Oncino o de La Zorra”, explica Ángel de Juan–García. Pero si el viajero quiere más datos, puede consultar las propuestas senderistas realizadas por «Caminos de Guadalajara». Este portal especializado ofrece varias opciones, entre las que destacan el RCGU-21, el camino de la Virgen de la Esperanza; o el RCGU-27, el Garduño de Cela. ¡No te las pierdas!

Por tanto, dicha villa alcarreña no sólo ofrece patrimonio monumental e historia. También propone festividades ancestrales, propuestas culturales e iniciativas vinculadas con el deporte y la naturaleza. En consecuencia, Durón bien merece una visita. Allí, el turista se sentirá como en casa, al tiempo que cuenta con la oportunidad de realizar las actividades planteadas.

Bibliografía
DE JUAN–GARCÍA AGUADO, Ángel. «Romerías por la Alcarria Alta». Guadalajara: Editores del Henares, 2007.