Durón, un pueblo en pleno «Viaje a la Alcarria»

«El viajero se ha bajado del carro para estirar las piernas un poco. Al pasar por Durón, que queda a la izquierda, un poco desviado, empieza a oscurecer». Ésta es una de las menciones que, sobre la villa duronera, hizo el Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, en su célebre «Viaje a la Alcarria». Un libro que, hace más de 70 años, dio a conocer la idiosincrasia, riquezas e historias de un gran número de municipios de la comarca. Sin embargo, Durón fue “la única población por la que el escritor pasó dos veces. La primera en su camino a Budia. Y la segunda, al día siguiente, para charlar con sus vecinos”, confirman desde «Caminos de Guadalajara».

En este sentido, el municipio duronero destaca por su impresionante entorno natural y por custodiar interesantes restos de su pasado histórico. “En la orilla derecha del gran valle del Tajo, hoy ocupado por el embalse de Entrepeñas, y al pie de una gran lastra rocosa que le abriga de los vientos norteños, se asienta este pueblo, muy populoso y activo en la antigüedad”, aseguran desde AACHE. “Todo el término municipal goza de bellos paisajes y agradables rincones. Por una parte, las vistas sobre el lago. Y, por otra, los enclaves naturales, donde las rocas y la vegetación se dan cita en bellos conjuntos”.

Estas potencialidades naturales han permitido que los alrededores de la población faciliten el ejercicio de diversos deportes vinculados con la naturaleza. Entre ellos, el senderismo. De hecho, diversos expertos han diseñado varias alternativas, que se podrán disfrutar en familia o con amigos. Entre las mismas se encuentran el RCGU-27, «El Garduño de Cela», una ruta circular de algo más de 10 kilómetros, que se puede completar en tres horas; o el RCGU-21: El Camino de la Virgen de la Esperanza, que propone un recorrido lineal de 6,6 kilómetros.

Un relevante legado histórico a sus espaldas
En cualquier caso, Durón ha tenido –siempre– una posición privilegiada, que ha influenciado en su devenir histórico. “Tras la conquista de la «Transierra», en 1085, por Alfonso VI de Castilla, quedó extendido el territorio propio de la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza hasta esta orilla del Tajo”, explican los especialistas. En el referido contexto, la localidad duronera “fue elegida cabeza de un «sesmo» de la Comunidad atencina, pasando –posteriormente– a depender del Común de Jadraque”. Junto a este último territorio, llegó a pertenecer –en el siglo XV– al señorío de los Carrillos, debido a la donación que hizo el rey Juan II a su cortesano Gómez Carrillo y a su mujer María de Castilla.

“En 1478, el hijo de éstos, Alfonso Carrillo de Acuña, cambió su territorio jadraqueño –que contaba con un amplio territorio– por la villa de Maqueda y la alcaldía mayor de Toledo, que le ofreció don Pedro González de Mendoza”, confirman desde AACHE. Más tarde, fue trasmitido a los marqueses de Cenete y duques del Infantado. Y bajo su propiedad quedó hasta la abolición de los señoríos, acaecida en 1812.

Todo este devenir histórico ha legado un importante conjunto monumental en Durón. Entre los complejos patrimoniales más relevantes del pueblo se encuentra la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza, barroca, del siglo XVII. “El edificio es precedido por un atrio cubierto, al que se asciende desde la plaza por una bella escalera de fuerte sillar en ángulo. La portada se orienta al sur y es un elemento labrado en sillería, con abultado dovelaje almohadillado, incluido en saliente cuerpo que remata en geométrica moldura”, confirma el cronista provincial, Antonio Herrera Casado. “La torre, de planta cuadrada, lleva grabada la fecha de 1693”.

Asimismo, se debe mencionar la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza, que “antaño estuvo situada en el fondo del valle del Tajo, en una amena pradera de sus orillas, aunque fue transportada piedra a piedra y rehecha en lo alto, al ser anegado su emplazamiento original por el embalse”, rememoran los investigadores. “Hoy se encuentra en uno de los lugares más bellos de la Alcarria, en un altivo saliente, rodeada de frondosos pinares, a gran altura sobre el valle”. Se trata de una construcción barroca, trazada en 1629 por Juan García Ochaíta.

Se constituye como un “edificio de muy severas líneas y vanos moldurados con sencillez. Posee una sola nave, gran crucero cubierto de cúpula hemisférica y con talla de la Virgen de la Esperanza”, indican desde AACHE. “Esta ermita es muy venerada en toda la comarca alcarreña. Cuenta la tradición que, a mediados del siglo XIV, se apareció la Virgen sobre las ramas de una encina al pintor Fernando de Villafañe, que por allí moraba”. Sin embargo, su relato no fue creído por la ciudadanía, por lo que “sobrevino una epidemia de peste en Durón. Entonces las autoridades y vecindario, asustados, decidieron construir la ermita en el lugar de las apariciones”.

Durón

Tradiciones aparte, se debe poner en valor la arquitectura popular de Durón. La misma “muestra numerosas casonas y palacios de los siglos XVI al XVIII, con espectaculares escudos nobiliarios, así como una gran fuente barroca de 1.793”, explican desde «Turismo en Guadalajara». De igual forma, se debe mencionar la picota de la localidad, que se levantó en el siglo XVI. Y, al mismo tiempo, “el viajero debe visitar el calvario de piedra existente a la entrada del pueblo; el oratorio de Santa Bárbara; la ermita de la Soledad, hoy habilitada para vivienda particular; o la «carnicería», antiguo edificio comunal dedicado a la venta de productos del Concejo”, indican desde AACHE.

Todo ello, además, se ve acompañado por lo afable de la forma de ser de los vecinos de esta villa alcarreña. “Durón es un pueblo donde la gente es abierta y simpática y trata bien al que va de camino. Al viajero se le muestra curiosa e incluso amable”, aseguraba Camilo José Cela. “Los habitantes hablan y ríen, y se muestra propicios”. Una realidad que, además, se ve acompañada por un impresionante entorno natural y los monumentos existentes en su casco urbano. ¡Todo un lujo!

Por el monte Trascastillo
llega un hombre hasta Durón.
Lleva ya mucho camino
entre espalda y corazón.
Camina como un suspiro,
le loquea la razón.
Dice llamarse Camilo
y ser su pueblo Padrón.
Al hombro lleva el hatillo
y a remolque, la ilusión.
Por el monte Trascastillo
llega un hombre hasta Durón.