El cartaginés Aníbal Barca guerreó en Guadalajara…

La actual provincia de Guadalajara ha sido –tradicionalmente– una zona de frontera. Su especial orografía y su estructura territorial han generado que, a lo largo de la historia, diferentes pueblos y civilizaciones hayan establecido sus límites en la zona. Uno de los ejemplos más conocidos tuvo lugar durante la mal llamada «Reconquista», época en la que árabes y cristianos establecieron –aquí– el confín de sus respectivos dominios. Para comprobarlo, solo hay que visitar la gran cantidad de fortalezas y atalayas arriacenses de dicha época que –aún hoy– se mantienen en pie…

Hay que tener en cuenta que los accidentes geográficos existentes en Guadalajara facilitaron que este territorio se convirtiera en un «espacio limítrofe». Pero, al mismo tiempo, también ha sido una importante zona de paso. No en vano, el referido emplazamiento se encuentra atravesado por vías de comunicación que unen las dos mesetas e, incluso, éstas con el levante peninsular. En consecuencia, la conjunción de ambas realidades –el establecimiento de los limes y la conexión entre territorios– ha generado que la actual provincia fuera muy codiciada. De hecho, en la misma se sucedieron múltiples combates de relevancia….

Uno de los más conocidos tuvo lugar hace más de 2.000 años. Más concretamente, en el 220 a.C. Se trata de la «Batalla del Tajo», un enfrentamiento entre las tropas cartaginesas –comandadas por Aníbal Barca– y una coalición de diferentes pueblos de la meseta, entre los que se hallaron olcades, carpetanos y helmánticos. Hasta ahora, se pensaba que este suceso podría haberse dado en las cercanías de Toledo. Sin embargo, un grupo de investigadores –comandados por los arqueólogos Emilio Gamo y Javier Fernández Ortea– aseguran que, en realidad, tuvo lugar al sur de Guadalajara, entre los municipios de Driebes e Illana.

La «batalla del Tajo» ya fue descrita por las fuentes clásicas. Más concretamente, por el historiador griego Polibio y por el romano Tito Livio, quienes –a su vez– basaron sus relatos en las narraciones de Sileno, un cronista heleno que acompañó al líder cartaginés Aníbal en algunas de sus campañas. Por ello, los documentos coinciden en que el mencionado enfrentamiento se desarrolló cuando las tropas púnicas regresaban hacia el sudeste peninsular procedentes de una incursión a Helmántica –actual Salamanca– y a Arbucala, ciudad ubicada en la provincia de Zamora.

Las falanges cartaginesas eran menos numerosas que las de sus atacantes mesetarios. Por ello, los púnicos decidieron acorralar a sus enemigos en el río, donde –gracias a la acción de su caballería y de sus elefantes– pudieron vencerlos. “Aníbal ya se retiraba, cuando se vio expuesto súbitamente a los más graves peligros: le salieron al encuentro los carpetanos, que –quizás– sea el pueblo más poderosos de aquellos lugares. Les acompañaban sus vecinos […] los olcades. Les atacaron, también, helmantinos que se habían salvado [del saqueo púnico previo]. […] Pero Aníbal, que se iba retirando con habilidad y prudencia, tomó como defensa el Tajo, y trabó el combate en el momento en el que el enemigo lo vadeada, utilizando como auxiliar el mismo río y sus elefantes”, escribía Polibio.

Este historiador romano continuaba su crónica señalando que “la mayoría de los bárbaros [por los pueblos mesetarios] murió al salir del agua, ante los elefantes [cartagineses] que corrían en la orilla y siempre se anticipaban a los hombres que iban saliendo. Muchos también sucumbieron dentro del mismo río a manos de los jinetes de Aníbal, porque los caballos dominaban mejor la corriente”.

Las muestras de la batalla
– Pero, más allá de lo que dicen las fuentes clásicas, ustedes, ¿cómo se dieron cuenta de que en la provincia de Guadalajara pudo haber acaecido esta «Batalla del Tajo»?

– Nos basamos en una serie de evidencias que señalaban a la comarca de Driebes e Illana como el emplazamiento de este acontecimiento –explica Javier Fernández Ortea–. Se trata de un lugar estratégico de paso de una parte a otra de la meseta…

Asimismo, los pueblos peninsulares que hicieron frente a las tropas púnicas fueron –en su mayoría– carpetanos y olcades, por lo que el enfrentamiento tuvo que darse en las cercanías del lugar en el que radicaban. Sobre todo, por la movilización de efectivos que se dio por parte de estos agresores. Según Tito Livio y Polibio, llegaron hasta los 100.000, aunque la cifra pudo estar exagerada. Pero, en cualquier caso, se dieron cita miles soldados. Por tanto, la lucha debió suceder al inicio del Tajo medio, ya que los olcades habitaban en la actual provincia de Cuenca, mientras que los carpetanos eran «vecinos» de los anteriores.

En este sentido, y frente a las teorías que señalaban al entorno de Toledo como el escenario de esta «Batalla del Tajo», las investigaciones actuales son muy claras. “Resultaría extraño que si este hecho se hubiera desarrollado junto a «Toletum», esta población no apareciera mencionada por Tito Livio”, se subraya en «Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación de la batalla de Aníbal en el Tajo (220 a.C.)».

Pero más allá de las fuentes clásicas, se debe pisar terreno. Hay que hallar restos. Y parece que se han encontrado. “Una de las claves de la estrategia de Aníbal fue el uso estratégico de los vados del río para forzar el paso de los carpetanos y compensar su inferioridad numérica. Con esta intención, el militar cartaginés construyó una empalizada junto al cauce del Tajo. Estas cuestiones, que fueron claves en el desarrollo de la batalla y la posterior victoria de Aníbal, podrían tener su reflejo en la geología”, aseguran.

“Nuestros compañeros del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) han hecho un estudio para estipular los lugares más proclives a haber poseído ríos meandriformes y que estos vados –además– se hubieran mantenido en el tiempo. Dichos especialistas determinaron que el lugar con unos rasgos fluviales más asociables a lo que describían los autores grecolatinos se hallaría el espacio emplazado entre Fuentidueña de Tajo y Almoguera”, confirma Javier Fernández Ortea. De hecho, “la zona cercana a Caraca, que se encuentra en el mencionado tramo, cuenta con estas características”.

En este lugar se han encontrado unos restos que podrían asociarse con el mencionado «fuerte». “El análisis geomorfológico realizado en el meandro que dibuja el Tajo a los pies del cerro de Caraca revela la existencia de una estructura cuadrangular, posiblemente de origen antrópico. La misma podría corresponderse con una posible empalizada. Y, además, existe un surco sobre el terreno que se asociaría con el foso frontal de la misma”, explican las investigaciones.

Un complejo que ya habría sido mencionado por Tito Livio en su obra «Ab urbe condita». “Aníbal obvió el combate y después de acampar a la orilla del río, una vez que reinó la calma y el silencio en el lado enemigo vadeó el río, levantó una empalizada”. Una realidad que se debe unir a que “los vados existentes en el entorno de Caraca se encontraban ya en época histórica”, complementan las investigaciones actuales.

Por tanto, “de todos los tramos del Tajo Medio, el sector comprendido entre Almoguera y Villamanrique de Tajo es el que parece tener más alta probabilidad de haber mantenido un número considerable de secciones vadeables a lo largo de la historia. En él confluyen, además de las características fluviales de un río meandriforme, otros condicionantes tectónicos y geomorfológicos (kartstificación) que han interferido en la dinámica fluvial”.

Sin olvidar que no muy lejos de Caraca se han encontrado otros restos arqueológicos de diferentes épocas que apoyan la relevancia estratégica que tuvo la zona a lo largo de la historia. Entre ellos, dos campamentos romanos y el «Tesorillo de Driebes». En consecuencia, la teoría en torno al emplazamiento arriacense de la «Batalla del Tajo» “cuenta con muchas evidencias y, en la misma, van encajando todas las piezas”, confirma Javier Fernández Ortea.

Pero, ¿por qué en este lugar? “Se trata de un recorrido transitado desde época prerromana y bien documentado a nivel arqueológico. Caraca está situada en la confluencia del camino a «Qart Hadasht» con el Tajo”, aseguran los arqueólogos. “Aníbal saldría de sus bases de Cartagena y, siguiendo la proto–vía «Spartaria», accedería a la meseta. Así, y tras cruzar tierras carpetanas y celtíberas, llegaría a tierras segovianas y –desde ahí– marcharía en dirección oeste hacia la actual Salamanca”, rememora el historiador Sergio Remedios.

Un trayecto que habría respetado a su regreso hacia la «costa este», que es cuando se produjo el enfrentamiento analizado. “Tras sus ataques a los vacceos [en la actual capital charra], los cartagineses emprendieron las la vuelta por la misma ruta y, después de enfrentarse a la coalición de carpetanos, olcades y helmánticos huidos en algún vado del Tajo, continuaron por la misma senda hasta regresar a Cartago Nova [cuartel de invierno de Aníbal Barca]”, se explica en las investigaciones. “Esta era la opción más rápida y accesible para llegar a su destino. Se trataba de un paso estratégico entre el norte y el sur peninsular. Era un eje de comunicaciones”, confirma Fernández Ortea.

Las motivaciones
Pero, ¿por qué las tropas cartaginesas quisieron internarse en el interior peninsular, una zona alejada de sus dominios peninsulares del levante? Existe un intenso debate al respecto. Hay quien esgrime razones geoestratégicas. Sin embargo, otros hablan de motivos internos e, incluso, personales. “El objetivo más lógico de la campaña del 220 a.C. a tierras vacceas habría sido la consolidación de Aníbal en su recién estrenado cargo al mando de los territorios púnicos en la Península Ibérica”, asegura Sergio Remedios.

“Este militar necesitaba victorias rápidas y sólidas para afianzar su posición y demostrar a todos, incluido a él mismo, que era digno de ejercer el mando y que no había llegado al liderazgo únicamente por las intrincadas alianzas que su familia mantenía en Cartago”, añade Remedios. De hecho, esta capacidad estratégica de Barca se acabó demostrando en diferentes luchas, como en la «Batalla del Tajo», de la que salió victorioso a pesar de su evidente inferioridad numérica.

Unas buenas previsiones
Sin duda, la posible determinación del emplazamiento de la «Batalla del Tajo» es una buena noticia. Es un paso muy importante en el conocimiento del pasado de la Península Ibérica. Y saber más de nuestra historia siempre se ha de valorizar. Sin embargo, este hallazgo también puede traer consigo importantes réditos económicos para una zona muy castigada por la despoblación. Sobre todo, si se tiene en cuenta que –a pocos kilómetros– también se ha realizado otro descubrimiento de gran relevancia. Se trata de de la ciudad romana de Caraca, de la que no se conocía su situación hasta hace –apenas– cuatro años.

Ambos yacimientos podrían ser un revulsivo para la comarca. “De cara al pueblo, es algo muy positivo. De esta forma, tenemos muchos más elementos de los que tirar desde un punto de vista turístico. Estamos muy contentos”, confirma el alcalde de Driebes, Javier Bachiller. Por ello, este Ayuntamiento se encuentra en contacto continuo con el equipo de arqueólogos que trabajan en el lugar. Les apoyan en todo lo que pueden. “Nos tocó el Gordo con Caraca, pero tuvimos un premio mayor con este equipo de investigadores, que es una maravilla. Son gente joven, muy emprendedores e innovadores”, confirma el primer edil.

De hecho, ya se están impulsando diferentes iniciativas turísticas con estos descubrimientos como «leitmotiv». Todo ello, “para que se convierta en un sitio que se pueda visitar”. Por ejemplo, han diseñado un museo sobre Caraca y están trabajando sobre una ruta senderista tematizada en torno a este yacimiento. Y con los nuevos datos sobre la ubicación de la «Batalla del Tajo», llegarán todavía más ideas. “Queremos que este proyecto pueda ser extensible a la comarca”, asegura Bachiller.

En consecuencia, la historia puede estar muy presente. Se puede –y se debe– poner en valor. Sobre todo, en una zona tan diversa como Guadalajara. La actual provincia ha sido tradicionalmente un lugar fronterizo y un importante eje de comunicación entre diferentes puntos de la Península Ibérica. Estas circunstancias le han permitido poseer una gran riqueza histórica y patrimonial. La última noticia tiene que ver con la «Batalla del Tajo». Y la anterior, con el hallazgo de Caraca. Pero hay otros muchos ejemplos. Por ello, se debe seguir investigando y, sobre todo, valorizar todo lo que se descubra. Es la única forma de tener en cuenta al pasado, comprender el presente y afrontar más acertadamente el futuro…

Bibliografía
GAMO PAZOS, Emilio; FERNÁNDEZ ORTEA, Javier; RODRÍGUEZ–PASCUA, Miguel Ángel; DÍEZ–HERRERO, Andrés; PERUCHA ATIENZA, María Ángeles; MEDIATO ARRIBAS, José Francisco. “Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación de la batalla de Aníbal en el Tajo (220 a.C.)”. En GAMO PAZOS, Emilio; FERNÁNDEZ ORTEA, Javier; ÁLVAREZ JIMÉNEZ, David. En ningún lugar… Caraca y la romanización de la Hispania interior. Guadalajara: Diputación de Guadalajara, 2019.
REMEDIOS SÁNCHEZ, Sergio. “La campaña de Aníbal en la Meseta”. En GAMO PAZOS, Emilio; FERNÁNDEZ ORTEA, Javier; ÁLVAREZ JIMÉNEZ, David. En ningún lugar… Caraca y la romanización de la Hispania interior. Guadalajara: Diputación de Guadalajara, 2019.