Henche, cuando la Alcarria se hace pueblo

Si se consulta el vocablo «alcarria» en el Diccionario de la Real Academia de la Legua (DRAE), arroja el siguiente resultado: “Terreno alto y, por lo común, raso y de poca hierba”. Se trata de una descripción muy certera de la comarca guadalajareña que lleva el mismo nombre. Sólo tiene una excepción. La encontramos en los valles que la surcan, donde sí que se distingue una flora reseñable. Y, para muestra, el caso de Henche, una localidad de 82 habitantes –según la última actualización del INE– que se emplaza en una de estas hondonadas fluviales.

“El municipio se encuentra situado en el corazón de la comarca, a orillas del arroyo de la Vega, en el fondo de un pequeño valle que desciende hacia el Tajo, relata el periodista e investigador Ángel de Juan–García en su libro «Romerías por la Alcarria Alta». Allí, se distingue la localidad, “pequeña, recogida, casi como un pueblo de nacimiento y rodeado de montes, desde los que podemos contemplar una buena panorámica del caserío”.

Incluso, en las cercanías del casco urbano se halla la «covacha de la mora». “Se abre en una colina a la entrada de Henche y, según consta en los archivos municipales, esta cueva sirvió como vivienda. En las paredes de la misma aún se distinguen diversos grabados”, confirman los especialistas.

Pero más allá del entorno natural en el que se enclava, Henche también destaca por su luenga historia. Como el resto de la zona, fue tomada por las tropas castellanas en 1085, junto con la ciudad de Toledo. Tras ello, pasó a formar parte del Común y Villa de Atienza. Sin embargo, no hay ningún señorío que haya sido eterno, por lo que en 1434 la reina María, esposa de Juan II, donó el enclave a Gómez Carrillo. Sin embargo, uno de los hijos de este noble –Alfonso Carrillo– vendió Henche en 1478 al Conde de Cifuentes, que –por entonces– era Juan de Silva.

La población estuvo bajo el dominio del mencionado linaje hasta 1812, año de aprobación de la Constitución de Cádiz, que suprimió las propiedades señoriales. A partir de ese momento, el enclave se alzó como Ayuntamiento constitucional, una circunstancia que mantiene hasta la actualidad. Durante el XIX, y según el Diccionario de Pascual Madoz, la localidad contaba con 83 casas, entre las que se distinguía el Consistorio o una escuela de educación primaria, que estaba frecuentada por una veintena de estudiantes. En total, Henche alcanzaba los 73 vecinos –es decir, 259 habitantes–, mientras que el presupuesto municipal ascendía a 1.500 reales.

henche
Henche

Gracias a esta trayectoria centenaria, se pueden encontrar –en las calles hencheras– monumentos de una gran antigüedad. Entre ellos, la iglesia, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, aunque inicialmente tuvo la advocación de San Bartolomé. “El templo es de origen románico de transición al gótico, siendo levantado en el siglo XIII o a comienzos del XIV”, relata Ángel de Juan. Eso sí, un poco más tarde –en el XV– se amplió el complejo. Justo en ese momento, también se construyó “una cúpula con artesonado de forma octagonal y de estilo mudéjar encima del altar mayor”, siendo una de las joyas arquitectónicas de la localidad.

Sin embargo, los elementos interesantes de este templo no finalizan aquí. Por ejemplo, en el siglo XVI se construyó el campanario, que cuenta con matices renacentistas. Asimismo, en el interior de la parroquia se distingue una pila bautismal de estilo mozárabe, anterior al siglo XII. “Destaca, además, la portada original, con arcos apuntados de transición gótica sostenidos por columnillas con capitel foliáceo de las que sólo queda una”, explican los especialistas.

Un patrimonio que no cesa
De igual forma, el visitante tiene la oportunidad de disfrutar de dos ermitas. Por un lado, la de San Bartolomé, emplazada en el despoblado de Majares y edificada en el siglo XVI. Su acceso principal está presidido por un arco de medio punto con dovelas. “Encima de la clave de la puerta se distingue un cuchillo, símbolo del santo patrón”, analizan los expertos.

El segundo de los oratorios está dedicado a San Roque y se encuentra domiciliado en el camino de Solanillos del Extremo, junto al camposanto de Henche. Es una construcción del siglo XVI, cuadrangular y levantada con piedra sillar. “En el muro sur se alza un pequeño pórtico con dos columnas toscanas y la puerta de acceso a la ermita”. Todos estos elementos presentan una cierta inspiración renacentista, propia de la época en la que se diseñó.

Y más allá de los monumentos religiosos, se ha de mencionar el puente medieval, situado en el parque del Pradillo y que formaba parte del camino que conectaba Madrid con Trillo. Asimismo, se tiene que visitar el molino aceitero, un complejo de 1752 –momento que se comenzó a impulsar la industria en España–, o las bodegas, donde se guardaban los productos vitivinícolas.

Tampoco se puede obviar el patrimonio inmaterial de la localidad, encarnado en las múltiples fiestas tradicionales existentes en ella. Son dignas de mención la Cruz de mayo, que tiene lugar a inicios del mes homónimo; las fiestas patronales, que se programan durante la tercera semana de agosto; o la romería a la ermita de San Bartolomé, que se desarrolla el primer sábado de junio. En ese momento, se lleva la imagen del santo en procesión hasta el oratorio, donde permanecerá hasta el 24 de agosto, momento en que regresa a la iglesia parroquial.

El evento procesional, en el que participan decenas de vecinos, suele estar acompañado por una orquestina, que ameniza el trayecto. La peregrinación sale del casco urbano con dirección al santuario. Llegando a la ermita, la comitiva se reorganiza, para poder acceder al monumento, donde la talla es colocada en el altar. Seguidamente, se celebra una misa y una merienda de hermandad. Cuando todo acaba, los asistentes regresan a Henche en comandita.

Sin duda, se trata de una muestra más de las tradiciones existentes en este municipio alcarreño. Unas prácticas populares que hablan de la historia del enclave, que casi alcanza el milenio de antigüedad. Esta realidad se combina –a la perfección– con el patrimonio monumental y natural de la población. Así, y debido a todas estas potencialidades, se puede aseverar que –en Henche– la «Alcarria se hizo pueblo».

Bibliografía
DE JUAN–GARCÍA AGUADO, Ángel. «Romerías por la Alcarria Alta». Guadalajara: Editores del Henares, 2007.