Una dulzura de río

Una vista del Parque Natural del Río Dulce. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Una vista del Parque Natural del Río Dulce. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

“Grato, gustoso y apacible”. Así define la Real Academia de la Lengua (RAE) el concepto «dulce». Lo hace en su cuarta acepción. Y, hasta el momento, son los mejores adjetivos para definir una de las zonas más singulares de Guadalajara. Se trata de un lugar grato, gustoso y apacible. Muy apacible. Además, se encuentra a escasos kilómetros de la monumental Sigüenza… Casi nada.

Se trata del barranco del Río Dulce, un espacio que, desde 2003, se encuentra declarado Parque Natural. Una distinción que recibió gracias a la riqueza natural y geológica que se adivina en su interior. Son 8.348 hectáreas que comprenden paisajes muy diversos. Desde hoces a parameras, pasando por amplios valles….

Pelegrina. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Pelegrina. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

Pero, ¿por qué un lugar como éste, no excesivamente grande, tiene una relevancia tal como para ser protegido? Hay muchas razones. Entre las más destacadas, su riqueza ígnea. “A pesar de su moderada extensión, el mencionado emplazamiento, en el que se asientan armónicamente las localidades de Jodra del Pinar, Pelegrina, La Cabrera y Aragosa, posee un notable desarrollo de formas geológicas asociadas, incluyendo abrigos, formas pétreas en proa de barco, arcos de piedra, tormagales, setas y agujas”, se señala en la Ley 5/2003 que declara el Parque Natural.

De hecho, en este espacio se distingue, por un lado, el cañón del Dulce. “En las proximidades de Pelegrina labra una profunda y espectacular hoz en la que, además de grandes escarpes coincidentes con las rocas más duras, aparecen varias agujas o torres calizas, arcos de piedra o, incluso, una pequeña ciudad encantada al oeste del Mirador de Félix Rodríguez de la Fuente”, se describe en el Decreto 47/2002, que aprueba el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN).

Esto en lo que se refiere al cañón. Pero, al mismo tiempo, se deben mencionar los páramos, que ocupan la mayor extensión del Parque. “En este dominio aparecen frecuentemente formas cársticas. Además, se conoce la existencia de varias cavidades, como la Cueva de la Moza, en Algora”, se explica en el PORN.

Vista del parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Vista del parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

Y, sobre la roca, también hay vida
Pero si el elemento ígneo tiene una importancia fundamental, los ecosistemas del Dulce no se quedan atrás. La vida siempre aparece, a pesar de lo escarpado del suelo. “El entorno aglutina un elevado número de tipos de hábitats”, explican los gestores del espacio. De hecho, se pueden encontrar hasta 749 especies de flora, como la sabina negral y la albar, encinares o quejigares. “La vegetación rupícola también se encuentra bien representada, con varios tipos de comunidades en función de las condiciones ecológicas locales”, se explica en el PORN.

Incluso, en aquellos parajes donde la roca da una tregua, surgen otros modos de vida. “Contrastando con las ásperas laderas, las riberas del Dulce ofrecen un hábitat más afable para la flora, permitiendo la aparición de retazos de bosque de galería –desde Pelegrina hacia aguas abajo–, principalmente fresnedas con sauces y álamos blancos, choperas de repoblación e, incluso, carrizales y juncales”, se explica en la declaración del Parque. “El propio río conforma un hábitat relevante para la trucha común, el martín pescador, el mirlo acuático o la nutria, existiendo citas antiguas de la presencia del desmán de los Pirineos”, se añade.

Pero, además, los escarpes formados por el barranco también son ideales para las aves rupícolas y rapaces, como el águila –tanto perdicera como real–, el alimoche, el buitre leonado o el halcón peregrino. Asimismo, en este espacio también existen mamíferos. Es el caso del tejón, el gato montés, la garduña, la comadreja, el jabalí, el corzo y el zorro. Sin olvidar los animales acuáticos –la trucha común o el barbo– o diferentes ejemplos de anfibios y reptiles…

Mirador de Rodríguez de la Fuente (Foto henaresaldia)
Mirador de Rodríguez de la Fuente (Foto henaresaldia)

Lo que se puede hacer (y lo que no) en el Río Dulce
Por tanto, la riqueza de la zona es evidente. No hay duda de ello. Sin embargo, siempre que se protege un espacio natural, parte de los vecinos afectados muestran reticencias. Piensan que se limitan sus usos habituales. Una afirmación que no se corresponde al 100% con la realidad. Es cierto que existen una serie de actividades que, tras la llegada de la conservación, ya no se pueden desarrollar. Pero otras muchas sí.

De hecho, los cultivos “extensivos de secano y de regadío tradicionales que cuenten con la correspondiente autorización administrativa” no se ven restringidos. De igual forma, se tolera el desbroce de la vegetación invasora en caminos preexistentes, así como la utilización de vehículos por vías naturales. “También se permite recolectar caracoles, hongos y plantas silvestres comestibles, aromáticas o medicinales sin fines comerciales, siempre que no se afecte a especies amenazadas”, se señala en la Ley de Declaración del Parque.

Vista del parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Vista del parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

Tampoco está prohibida la roturación de los terrenos ocupados por vegetación natural, las cortas de madera o la reconstrucción, ampliación o reforma de edificaciones e instalaciones existentes. Eso sí, en todos estos casos se debe pedir autorización a la autoridad competente.
Incluso, es posible la pesca sin muerte y la caza  “extensiva y sostenible”. Y, en el caso del coto intensivo de El Cerrillar, se puede realizar la actividad cinegética, siempre y cuando se posean los permisos pertinentes. Sin embargo, las batidas siempre generan polémica. Los cazadores señalan que son respetuosos con el medio y que asumen las interdicciones expresadas en la normativa. No obstante, los defensores de la naturaleza muestran su preocupación con las monterías. “En el Río Dulce existen actividades compatibles que, sin embargo, no se controlan lo suficiente para que sean compaginables con la preservación de los valores del espacio”, asegura Alberto Mayor, de Ecologistas en Acción.

repor_riodulce_b190112Polémicas aparte, desde el Parque Natural se insiste en la importancia que tiene la figura de protección para la conservación del entorno. De hecho, no sólo se prohíben los usos que afectan negativamente a la biodiversidad, sino también aquellos que puedan contaminar las aguas, el aire o los suelos, así como deteriorar el paisaje o la geomorfología del lugar.

¿Espacio libre de amenazas?
Los mencionados límites permiten una mejor conservación del Dulce. Pero, este emplazamiento, ¿se encuentra completamente libre de peligros? Parece que no. Uno de los riesgos está relacionado con el agua. O, más bien, con la escasez de la misma. “El río, desde que entra en la zona de estudio hasta Pelegrina, lleva caudales muy bajos, infiltrándose en estiaje en un amplio tramo sobre esta localidad. Un trecho seco que, en años excepcionales de sequía, llega hasta La Cabrera”, se reconoce en el PORN.

De hecho, el régimen de precipitaciones es una de las cuestiones en las que el Cambio Climático más se está dejando notar. Ahora llueve menos, circunstancia que se refleja en el caudal del río. “Esta situación, con el tiempo, se va a agravar, por lo que acabará afectando al boque de galería y a la fauna acuática”, denuncia Alberto Mayor.

Vista del parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Vista del parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

Además, la acción humana también influye. “Existen extracciones de agua para abastecimiento y riego”, explica Lidia Arenillas, jefa de servicio de Estudios Medioambientales de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT). “También hay vertidos de las localidades del entorno, aunque son pequeñas y puntuales”, confirma Arenillas. En cualquier caso, “es una barbaridad que se estén lanzando aguas residuales a un río protegido”, critica el representante de la Federación de Pesca de Castilla-La Mancha, Julio Gutiérrez.

Pero, ¿cómo se podrían evitar estas situaciones? “Lo más efectivo sería adoptar medidas de depuración y de ahorro en los usos que existen actualmente en el Parque, como el abastecimiento humano”, señala Alberto Mayor, de Ecologistas en Acción. Además, no se debe olvidar la problemática de los regadíos, que detrae recursos hídricos. “Se podría poner el sistema de goteo”, proponen los ambientalistas.

Y si esto fuera poco, otro de los peligros a los que se enfrenta el Parque Natural es el fracking, una fórmula de extracción de gas que genera graves afecciones sobre el medio. Entre ellas, contaminación de acuíferos y la posibilidad de movimientos sísmicos. A pesar de ello, existe un proyecto de este tipo en las cercanías del Dulce. Se denomina Cronos y se extendería entre las provincias de Guadalajara y Soria.

“Si Cronos se llevase a cabo, se mermaría considerablemente la cabecera del río, ya que se extraería agua del acuífero que abastece no sólo al Dulce, sino también al Henares y al Tajuña”, critican desde Ecologistas en Acción. “Además, los productos que se emplearían en el fracking contaminarían los mencionados recursos hídricos”, añaden. Todo ello sin dejar de lado las transformaciones que sufriría la superficie pétrea. “La importancia paisajística del Parque Natural se encuentra avalada por su labor geológica. Por tanto, cualquier movimiento de tierras podría ocasionar daños al barranco”, alega Alberto Mayor.

En consecuencia, diferentes instancias han promovido legislación en contra de la fractura hidráulica. Entre ellas, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que ha conseguido sacar adelante una ley que pone muchas trabas a la ejecución de dicha técnica en territorio regional. El gobierno autonómico no puede prohibir la mencionada actividad. La competencia es nacional. Pero tiene la posibilidad de establecer diversos impedimentos que provocan que sea prácticamente imposible desarrollar este tipo de extracción. Así, se conservan los valores naturales de la zona y, de paso, se aseguran otros sectores económicos en alza, como el turismo.

Pescador en el parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Pescador en el parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

¿Hay una masificación de visitantes?
Precisamente, uno de los debates que también se pueden aplicar al Río Dulce se centra en el número de excursionistas que soporta. ¿Se trata de una amenaza real para la conservación del entorno? La presión de los visitantes sobre el Parque Natural es, potencialmente, muy relevante, debido a la importancia de sus características ecológicas y culturales. “En las temporadas altas, que son la primavera y el verano, existe una masificación que acaba perjudicando a los valores del espacio natural protegido”, explica Alberto Mayor, de Ecologistas en Acción.

Por ello, desde diferentes sectores abogan por un turismo bien gestionado, que puede ser muy beneficioso para la zona. De hecho, existen infraestructuras que ayudan en este sentido, como los centros de interpretación de Pelegrina y Mandayona. “Los referidos complejos están bien como punto informativo para los excursionistas, pero también se podría fomentar en ellos la educación ambiental durante todo el año”, proponen los ecologistas.

Una optimización de estas infraestructuras que también es solicitada por otras voces. El geógrafo y profesor de la Universidad Complutense, Fernando Santander, asegura que el complejo existente en Mandayona se encuentra muy bien preparado, con un contenido interpretativo de alta calidad y ubicado en uno de los principales acceso al espacio protegido. Sin embargo, las instalaciones de Pelegrina se sitúan muy cerca de la Ciudad del Doncel, que se constituye como el mayor foco turístico de la zona. Por ello, Santander lanza una propuesta. “A lo mejor lo que convendría es llevarse este centro a Sigüenza”, comenta.

Una propuesta que divulgaría este Parque Natural. Un espacio que no está exento de amenazas ambientales. El cambio climático y la actividad humana se ciernen sobre todos los puntos del planeta. Pero, a pesar de ello, el Dulce conserva la totalidad de sus valores ecológicos que le hicieron digno de protección. Continúa siendo un lugar grato, gustoso y apacible, en el que aprender de la naturaleza. Porque, como dijo el escritor y poeta estadounidense Henry David Thoreau:

«Mientras podamos escuchar el murmullo de los ríos, jamás sentiremos desesperación»

Pescador en el parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)
Pescador en el parque. (Foto: Áreas protegidas/JCCM)

El respeto de los pescadores

Pero si todo lo relacionado con las propuestas cinegéticas suele levantar pasiones, la pesca suele ser una actividad con mejor consideración social. De hecho, dentro del Parque Natural también existe un coto para la realización de esta actividad. Sin embargo, sus usuarios se encuentran con inconvenientes. “La principal problemática a la que nos enfrentamos es que la administración no mantiene limpias las riberas del río”, explica Julio Gutiérrez, de la Federación de Pesca de Castilla-La Mancha.

Por ello, los responsables de esta Federación solicitan que se realice un desbroce de la zona “con cuidado”, ya que “estamos en un Parque Natural”. “Al no haber el ganado que existía antiguamente, el río se ha convertido en un zarzal”, describe Gutiérrez. E insiste en que la actividad que practican es totalmente compatible con los valores del Parque. “Cuando se declara un espacio protegido, uno de los objetivos que se buscan es la conservación de los usos y costumbres. Y la pesca ya se realizaba en este lugar desde antes…”, concluye.

El SEPRONA y el Dulce

Todo Parque Natural tiene amenazas. También el Río Dulce. Ya se han mencionado algunas. Sin embargo, existen diversas herramientas para atajar dichos peligros. Una de ellas es el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, el SEPRONA, que también tiene presencia en Guadalajara. “Desarrollamos dos tipos de actuaciones. Por una parte, las que realizamos de oficio, sin que nadie nos lo pida. Y, por otro, aquellas intervenciones que nos solicitan las autoridades”, asegura Jesús Montiel, teniente del SEPRONA en la provincia.

Entre las funciones de oficio que ejecutan en el Dulce se encuentran la prevención de incendios forestales, del expolio de nidos de rapaces –junto con los agentes forestales– y del furtivismo de la pesca de la trucha. Asimismo, vigilan la calidad de las aguas y el establecimiento de colmenares, para asegurar el bienestar del caminante.

Y a todo esto se deben añadir las actuaciones que desarrolla el SEPRONA a petición de la Fiscalía tras la interposición de una denuncia. En 2017, la Guardia Civil no ha realizado todavía ninguna acción de este tipo. Sin embargo, en 2016 efectuó dos intervenciones. La primera estuvo relacionada con las obras que se ejecutaron en el camino que une Aragosa y La Cabrera. Se tuvo que determinar si había alguna afección sobre el medio ambiente. “No se observó ningún tipo de infracción administrativa o penal”, asegura Jesús Montiel.

La segunda actuación se centró en investigar una supuesta roturación de masa forestal en Pelegrina. Tras una inspección por parte de los agentes se llegó a una serie de conclusiones. “No se acreditaron elementos de grave daño a la masa boscosa, los terrenos no tenían la consideración de forestales y, por último, se indicó que cuando la administración autorizó el cultivo de estos terrenos intentó que la medida tuviese una incidencia positiva a la hora de evitar los incendios”, rememora el teniente del SEPRONA. “Si se labra la franja perimetral de zonas arboladas se puede controlar mejor posibles fuegos”, concluye.