Durón, villa senderista y ambiental

Si se consulta el concepto «Alcarria» en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), se obtiene un resultado muy claro. El término se refiere a un «terreno alto y, por lo común, raso y de poca hierba». Una descripción que encaja –a la perfección– con la morfología de la comarca homónima. Sobre todo, la parte que se corresponde con el punto más septentrional del mismo. Justo aquel que recibe el apelativo de «Alcarria Alta»…

Se trata de un espacio que se constituye como un altiplano, cuya altura media –en ocasiones– supera los 1.000 metros y que –a su vez– se encuentra quebrado por diversos valles. Además, en el mismo se distinguen unos ecosistemas muy particulares. En los páramos la vegetación es resistente a las duras condiciones climáticas a la que está sometida. El cultivo de cereal se combina con los sabinas albares y enebros, que conviven con otros arbustos leñosos, al tiempo que aparecen numerosas masas de encinas, quejigos y coscojas. Incluso, fruto de la repoblación, brotan pinos carrascos, laricios y piñoneros.

En cambio, las pendientes y las cárcavas están pobladas de monte bajo compuesto por quejigal, que se alterna con espliegos y aulagas. Su impacto “radica en la importancia de las formaciones de quejigos en las umbrías y de encinas en las solanas”, se indica desde la Consejería de Desarrollo Sostenible. “La gran representación de Quercus faginea en la ladera, con un aceptable grado de conservación –debido a su uso tradicional para leña–, son una buena muestra de su variante «celtíbero–alcarreña»”.

Además, estas formaciones se alternan con coscojares, romerales, gayuba, tomillares, enebrales, esplegares, aliagares e, incluso, con sabinares albares, como ya se ha mencionado. En los valles se distinguen cultivos frutales, vid y olivar, que se mezclan con bosques de galería muy bien conservados. En todo el territorio se distingue una gran variedad de plantas aromáticas, como la lavanda, el espliego, el cantueso, el romero, el tomillo o la salvia. Una riqueza que estimula la producción de la miel alcarreña, caracterizada por su alta calidad.

En todos estos ecosistemas encuentran refugio y alimento “una importante representación de pequeños y medianos mamíferos carnívoros”. Entre ellos, el gato montés, la gineta, la garduña, la rata de agua o el tejón. “Esta comunidad de carnívoros tienen una gran importancia, ya que actúan como controlares biológicos de invertebrados, reptiles, micromamíferos…, evitando episodios de superpoblación o plagas”. También se ha de mencionar la comunidad reproductora de aves rapaces forestales, migratorias e, incluso, nocturnas.

En este contexto, se emplaza Durón, un municipio que ha sabido apostar por esta riqueza, a través de la potenciación de diversos recursos, como el diseño de alternativas senderistas. Una de las mejores ideas –denominada «El Garduño de Cela»– combina dos grandes placeres de la vida, la lectura y el conocimiento de la naturaleza. De hecho, por estos lares pasó –en la década de 1940– el premio Nobel Camilo José Cela, para escribir «El Viaje a la Alcarria», una de las obras cumbre del siglo XX español.

Esta herencia cultural se ha recogido en una ruta circular de 10.10 kilómetros y que se puede realizar en cuatro horas y media, “a paso tranquilo”. La misma transita por “caminos en buen estado y a través de sendas y carriles con un magnífico firme”, señala Ángel de Juan, especialista en la materia. La villa duronera funge de salida y meta, y, a lo largo de dicha alternativa, el caminante se fascinará por todo lo que le rodea. Percibirá “un paisaje totalmente alcarreño”, explican desde «Caminos de Guadalajara».

Así, se podrán conocer algunos de los parajes que Cela describió en junio de 1946. “Cuando llegó a estas tierras ya iba por el ecuador de su viaje, al haber pasado por Guadalajara, Torija, Brihuega o Cifuentes”. El creador arribó hasta la mencionada población “casi de noche cerrada”, para –posteriormente– alcanzar Budia, donde cenó y durmió. “La villa duronera es la única localidad por la que el literato gallego pasó dos veces”, explican los analistas.

Y si el caminante se queda con ganas de continuar la experiencia, puede realizar el RCGU-21, también conocido como «El camino de la Virgen de la Esperanza». Se trata de un recorrido lineal de algo más de seis kilómetros y medio, que se puede completar en dos horas y 30 minutos. “Vamos a caminar por buenos senderos y por un pequeño tramo por carretera”, describe Ángel de Juan. Durante el recorrido, se puede disfrutar –una vez más– de “un paisaje eminentemente alcarreño, ubicado en las cercanías del pantano de Entrepeñas, con posibilidad de bañarse tanto en el pantano como en la piscina municipal se Durón”.

Además, y como la ruta es corta, “el senderista puede aprovechar a hacer turismo y conocer el pueblo, degustar su gastronomía en el restaurante «El Cruce» o tomarse una buena cerveza artesanal «Aurora», elaborada en este municipio alcarreño”, confirman los especialistas. Incluso, el caminante contará con la oportunidad de conocer el patrimonio duronero, en el que destacan la iglesia de Santa María de la Cuesta, el calvario, o las ermitas de Santa Bárbara, de planta cuadrada; de Nuestra Señora de la Esperanza, barroca; o la de San Roque, emplazada junto al cementerio. Incluso, se ha de mencionar la Fuente Bajo El Olmo, edificada en 1793; así como la picota, que se constituyó como el símbolo del villazgo.

Todo ello se complementa con un contexto natural de primer orden. “El entorno de Durón guarda barrancos de extraordinaria belleza, como «La Hoz Angosta», donde se encuentra el «Granillo de Sal», una interesante formación pétrea”, explican desde el Ayuntamiento. Además, cerca del pueblo, se puede visitar el «Barranco de la Zorra», un lugar angosto de gran interés. Asimismo, se ha de conocer el «Transcastillo», un cerro singular y característico que protege la villa. Todo ello se encuentra combinado por la vegetación y los cultivos propios del clima mediterráneo del interior, habituales en paisaje alcarreño. En definitiva, “el paisaje de Durón encierra un valioso patrimonio natural y cultural”. ¡No te lo pierdas!

Bibliografía:
CELA, Camilo José. Viaje a la Alcarria. Madrid: Espasa Calpe, 1980.