Multitudinaria Procesión del Silencio en una noche fría, pero sin lluvia, de Viernes Santo en Sigüenza

Por tercer año consecutivo, se llevó a cabo la Ceremonia del Descendimiento, que protagonizaron los ‘armaos’ eméritos. El agua, que impidió la procesión matutina, sí respetó la vespertina

Después de que la procesión matutina de Viernes Santo no pudiera salir por la lluvia, habiéndose tenido que celebrar en el interior de la Catedral, la Procesión del Silencio salía con normalidad, a partir de las 20:50 horas, en una fría y ventosa noche seguntina, pero sin agua.

2019 ha sido el tercer año en el que se ha celebrado la Ceremonia del Descendimiento, el que probablemente fuera el último auto religioso representado en la Catedral. 237 años después de que lo prohibiera el obispo, Juan Díaz Guerra, el día de Viernes Santo de 2017 volvía a representarse, algo que volvió a suceder en 2018, y de nuevo este Viernes Santo de 2019.

Tras el Sermón de la Soledad, pronunciado por el párroco de San Vicente, Jesús Montejano, los ‘armaos’ eméritos Tomás y José Ortega, vestidos con túnica negra y faja roja, se encargaban de quitar los clavos de la talla del crucificado, bajar los brazos articulados, llevar a cabo el descendimiento para meterlo en la urna, dando así comienzo a la Procesión del Silencio, que es sin duda la más solemne y concurrida de cuantas se celebran en la Semana Santa de la ciudad del Doncel.

El Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad salían a hombros de los costaleros, precedidos por la banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía de la Vera Cruz. En primer lugar dieron una vuelta completa por el interior de la Fortis Seguntina, para pisar el Atrio, a continuación, desde la Puerta de los Perdones. Los redobles y el metálico sonido de las señales que indican el movimiento de la procesión se sucedieron por las calles del Cardenal Mendoza y José de Villaviciosa, hasta llegar a la Ermita de San Lázaro.