Cierre perimetral de la región o cómo recorrer Guadalajara durante Semana Santa…

Los días de Pascua han sido –tradicionalmente– momentos de descanso y desconexión. Muchos aprovechamos para hacer «turismo de interior». Es decir, tratamos de acudir a aquellos destinos que, de otra forma, nunca conoceríamos. Incluso, durante los últimos años, han agarrado fuerza los itinerarios temáticos. Entre ellos, destacan las rutas de las bodegas o de los dinosaurios –en La Rioja–, la de Sorolla –en Valencia–, la del legado andalusí –que atraviesa varias provincias andaluzas– o el archiconocido Camino de Santiago…

Sin embargo, este 2021 será difícil cumplimentar alguna de estas alternativas. La pandemia sigue dando coletazos, lo que dificultará acudir a dichas propuestas. No en vano, el pasado 10 de marzo, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud decidía el cierre perimetral de todas las Comunidades Autónomas españolas durante la Semana Santa, salvo Baleares y Canarias.

Una decisión que –en la práctica– supondrá no poder salir de Castilla–La Mancha entre el 26 de marzo y 9 de abril. “El objetivo es prescindir de actividades no esenciales donde no se garantice el cumplimiento de las medidas preventivas, mantener aquellas que han demostrado ser efectivas para el control de la pandemia y evitar viajes innecesarios”, señalan desde el Gobierno de España.

En cualquier caso, los movimientos en el interior castellanomanchego no tendrán cortapisas. Por consiguiente, si se respetan las recomendaciones sanitarias, se podrá realizar turismo en la región. Un territorio que custodia grandes secretos. Y entre sus joyas más relevantes se distingue la provincia de Guadalajara. Desde Henares Al Día proponemos una serie de opciones que bien merecen una visita durante estos días… ¡No te los pierdas!

Primero estudia este mapa interactivo con todas las propuestas

1) Recorrer, conocer (y disfrutar) los rincones de Sigüenza

Sigüenza
Sigüenza

En la cabecera del río Henares, muy cerca de su nacimiento, se asienta la ciudad medieval de Sigüenza, que se constituye como el segundo destino turístico de Castilla–La Mancha –tras la capital regional–. En sus calles existen auténticos tesoros, como su catedral –iniciada en el siglo XII–, el castillo de los obispos –hoy restaurado y convertido en Parador Nacional– o su plaza Mayor, renacentista y soportalada.

Tampoco se pueden pasar por alto sus iglesias románicas –la de San Vicente–, los restos de sus antiguas murallas o su urbanismo, que ha recibido influencias de diferentes épocas. Gracias a todo ello, el 20 de mayo de 1965, la localidad fue declarada «Conjunto histórico–artístico». Tal es la relevancia de este municipio que actualmente, además, está luchando por conseguir el reconocimiento de «Patrimonio Mundial» por parte de la UNESCO.

2) Palazuelos, la villa perimetrada

Palazuelos
Palazuelos

No muy lejos de la Ciudad del Doncel –a tan sólo siete kilómetros– se emplaza Palazuelos. Se trata de una antigua villa, hoy pedanía seguntina, afamada por conservar la práctica totalidad de su muralla, edificada en la Edad Media. Desde entonces, la historia ha dejado una relevante huella en las calles del pueblo. Como ya se ha mencionado, se puede disfrutar de casi todo su perímetro defensivo. Pero, también, de su fortaleza, de su iglesia parroquial y de una trama urbana muy interesante, claramente medievalizante.

Incluso, se suceden diversas leyendas alrededor de su patrimonio. Un ejemplo es la tradición del «Niño Crucis», que se encuentra materializada en uno de los altares de la iglesia parroquial. Allí existe un «niño Jesús Barroco», “en cuyo sagrario hay una cruz que contendría una pequeña astilla del árbol en el que fue atormentado Jesucristo”, relata el cronista provincial Antonio Herrera Casado. “Cuando en verano se acercaba al pueblo una nube que pudiera traer pedrisco, algún joven tomaba en sus manos la reliquia e iba con ella hasta la puerta del templo, donde esperaba un rato mientras las mujeres rezaban. El milagro se realizaba cuando el meteoro se alejaba del lugar…”.

3) Atienza, la «peña muy fuerte»

Atienza
Atienza

También en la Serranía de Guadalajara se emplaza la villa de Atienza, divisable desde varios kilómetros a la redonda, gracias a que se encuentra encaramada a un cerro de gran prominencia. El mismo está presidido por la torre del homenaje del castillo atencino, de estilo roquero. Sin embargo, la riqueza de esta localidad no finaliza en su fortaleza. El caminante puede deleitarse con sus múltiples templos –románicos, góticos o renacentistas–, palacios y plazas. Todo ello, acompañado por un urbanismo eminentemente medieval, acostado sobre el promontorio.

No es extraño, por tanto, que el Cantar del Mio Cid describiera así a este municipio:
«Assiniestro dexan Atineza vna penna muy fuert.
La sierra de Miedes passaron la estonz:»

4) Contemplar el castillo de Molina (y toda la localidad)

Molina de Aragón
Molina de Aragón

Molina de Aragón es una de las tres ciudades que existen en la provincia. Las otras dos son Guadalajara y Sigüenza. Sin embargo, por lo que es famosa la capital molinesa es por su inmensa fortaleza, la segunda más grande del país. “Hay que tener en cuenta el sentido de «Estado [tapón]» que poseía este Señorío entre Castilla y Aragón. Era un espacio que servía de soporte para estructurar las fronteras existentes en la época”, explica el especialista Manuel Monasterio.

Empero, en la localidad también se pueden encontrar otras muestras patrimoniales de gran relevancia. Entre ellas, iglesias románicas –como Santa Clara– o las calles estrechas y angostas, propias del pasado medieval de la localidad. En estas vías, además, se podrá disfrutar de viviendas recias, de piedra labrada en el primer piso y con una mampostería de gran calidad que llega a subir hasta cuatro alturas. Todo ello sin olvidar barrios como la «judería» o la «morería», que –aún hoy– conservan el sabor de antaño.…

5) Torija y su castillo

Torija
Torija

El valle que separa la «Peña Hueva» y el «Pico del Águila» finaliza en Torija. De hecho, cuando se llega al altiplano, lo primero que se observa es el castillo de la localidad. Se trata de una fortaleza que algunas fuentes atribuyen a los Templarios. Sin embargo, lo que –fehacientemente– se sabe es que el complejo fue protagonista de diversas escaramuzas en el siglo XV entre navarros y castellanos. Además, años más tarde, durante la Guerra de la Independencia, fue volado por las tropas de «El Empecinado». A pesar de ello, con el paso de los años se ha rehabilitado y hoy sirve de sede al Centro de Interpretación Turística de la Provincia de Guadalajara (CITUG).

Lo que sí se ha podido comprobar ha sido la presencia de la Orden del Temple en otro monumento torijano. Más concretamente, en el convento de San Benito. Debió estar ubicado “500 metros más abajo del castillo”. Sin embargo, “no queda absolutamente nada” del mismo. A pesar de ello, la mencionada presencia fue confirmada por el historiador Juan de Mariana en 1592.

6) Brihuega, el «jardín de la Alcarria»

Brihuega
Brihuega

Presidiendo el valle y asomado hacia el Tajuña se encuentra Brihuega, un municipio de origen árabe y con un importante legado medieval. “La villa conoció un gran desarrollo durante la plena Edad Media, sus ferias centraban la economía de la comarca y se desplegó la enorme muralla que salvaguardaba esta riqueza y la hacía indiscutiblemente preeminente entre todas las aldeas del entorno”, explica Antonio Herrera Casado, en «Guadalajara entera. Diez rutas para conocerla».

De hecho, este municipio conserva importantes muestras de su pasado patrimonial. Entre ellas, las murallas, de las que destacan las puertas del Cozagón y de la Cadena; las iglesias de San Miguel y San Felipe; o la plaza Mayor, también llamada del Coso, desde la que se puede acceder a las llamadas «cuevas árabes», que también merecen una visita.

7) Cifuentes

Cifuentes
Cifuentes

La «Villa de las cien fuentes» es conocida por su tradición literaria. No en vano, se encuentra presidida por el castillo de Don Juan Manuel, el caballero–escritor responsable de «El conde Lucanor». Este noble llegó a ser señor del lugar, pasando largas temporadas en su castillo, que mandó levantar. Sin embargo, la relación de Cifuentes con las letras no finaliza aquí. A inicios del siglo XIX –durante la Guerra de la Independencia– uno de los literatos galos más reconocidos vivió en este pueblo. “En 1810, fue ocupado por el general Hugo en una acción guerrera que pudo presenciar, siendo muy niño, su hijo Víctor, el que más tarde sería insigne escritor romántico francés”, confirma José Serrano Belinchón.

Incluso, el que fuera premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, también recorrió esta villa durante su periplo por la zona, que desembocaría en la publicación de «Viaje a la Alcarria». Sin embargo, la mencionada población también presenta una gran variedad monumental. En primer lugar, la ya mencionada fortaleza. Pero –de igual forma– se puede disfrutar de los restos de sus murallas, de una relevante arquitectura religiosa –como el convento de Santo Domingo, de estilo manierista– o de su plaza Mayor, caracterizada por ser triangular y soportalada.

8) Pastrana

Pastrana
Pastrana

Si existe en Guadalajara un ejemplo de Renacimiento, ese es Pastrana. Algo que ocurrió gracias a los Príncipes de Éboli –pareja formada por Ruy Gómez de Silva y Ana de Mendoza y de la Cerda–, que acabaron siendo señores de la localidad. “Con ellos llegó la época de esplendor, ya que realizaron grandes obras en la villa. Incluso, mandaron llamar a Santa Teresa de Jesús con el fin de que fundase dos conventos en el lugar, el de San José para mujeres y el de San Pedro (hoy del Carmen) para hombres”, explican desde el Ayuntamiento pastranero.

Precisamente, la herencia patrimonial de la villa es muy importante. Entre los ejemplos más significativos se encuentra la colegiata, donde –además– se custodia una colección de tapices flamencos de impacto internacional. Asimismo, el visitante también podrá acudir al Palacio Ducal, comenzado en 1541 y que preside la Plaza de la Hora. El proyecto inicial del complejo corrió a cargo de Alonso de Covarrubias, uno de los arquitectos más reconocidos de la época…

9) Guadalajara y su Palacio del Infantado

Patio de los Leones del Palacio del Infantado en Guadalajara
Patio de los Leones del Palacio del Infantado en Guadalajara

Siempre se asegura que Guadalajara apenas cuenta con patrimonio histórico. Y es cierto que muchos de sus monumentos han desaparecido bajo la acción de la piqueta. Un proceso que comenzó en el siglo XIX, pero que se aceleró durante el Franquismo, después de que la ciudad fuera considerada como polo de descongestión de Madrid. A pesar de ello, todavía existe la posibilidad de disfrutar de algunos recursos de relevancia. Entre ellos, el Panteón de la Duquesa de Sevillano, considerado el ejemplo de arte funerario más importante de la España del XIX.

Pero, sobre todo, una de las joyas de la ciudad es el Palacio del Infantado. Fue mandado edificar por el segundo Duque, Íñigo López de Mendoza y Luna, a finales del siglo XV. Las obras corrieron a cargo de Juan Guas, que otorgó al complejo un aspecto gótico civil isabelino. De entre sus elementos destacan su portada principal –trufada de «puntas de diamante»– o su patio central, también conocido como de «los leones». El complejo, aún hoy, alberga el museo provincial de Guadalajara, el más antiguo de España en su tipología.

10) Hita

Hita
Hita

«El libro de Buen Amor» fue escrito por Juan Ruiz, quien fungió como arcipreste en un pueblo de Guadalajara. Más concretamente, en Hita, emplazado en la campiña del Henares y que tuvo un gran esplendor durante la época medieval e inicios de la Edad Moderna. “En la localidad, que se encuentra situada en la ladera de un cerro, hay muchos ejemplos de patrimonio monumental, gracias a la dilatada historia del lugar”, aseguran los especialistas.

De entre todos sus edificios históricos, ocupa un lugar esencial la muralla, comenzada en 1441. Y, de la misma, se ha de mencionar la puerta de Santa María, por su magnificencia y conservación. También merece una visita el «Barrio Alto», donde se encuentran la iglesia de San Juan –de estilo gótico–mudéjar– y las ruinas de San Pedro, un templo que fue destruido durante la Guerra Civil. “Pero en la década de 1990 se consolidaron sus ruinas, se acotó su espacio y se construyó un escenario aprovechando los sillares de la torre”, recuerdan desde el Ayuntamiento. Todos los años, en julio, se celebra un Festival Medieval en Hita, declarado como Fiesta de Interés Turístico Nacional.

11) Tendilla

Tendilla
Tendilla

Uno de los elementos más característicos de las localidades castellanas son sus espacios públicos soportalados. Y para comprobarlo, sólo hay que acercarse hasta Tendilla. La calle Mayor de esta población se caracteriza por sus corredores de soportales, que se extienden en más de un kilómetro y medio. De esta manera, se han convertido en el símbolo de la población y la entroncan con la arquitectura de la época, que se extiende por gran parte de la Península Ibérica y por numerosos lugares de América Latina, como en la plaza de Santo Domingo de Ciudad de México.

Además, en Tendilla se pueden encontrar otros monumentos, como la iglesia de la Asunción, del siglo XVI; la fuente vieja, del XV; las ruinas del monasterio jerónimo de Santa Ana, fundado en 1473 por Íñigo López de Mendoza y Figueroa, primer conde de Tendilla; o los restos del monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Salceda, impulsado por fray Pedro de Villacreces en 1376.

12) Jadraque

Castillo del Cid de Jadraque
Castillo del Cid de Jadraque

Ya lo dijo el filósofo José Ortega y Gasset a inicios del siglo XX. El promontorio donde se asienta el castillo de Jadraque es el «cerro más perfecto del mundo». Sobre el mismo, se alza la mencionada fortaleza, conocida como del Cid, debido a su impulsor, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primer «conde del Cid». Los orígenes del complejo se pierden en la noche de los tiempos. Sin embargo, actualmente, “sólo se conservan los gruesos muros principales de la construcción del siglo XV”, aseguran Julián García, Joaquín Grau y Carlos Martín.

Sin embargo, en el casco histórico jadraqueño destacan –también– otros monumentos. Entre ellos, la iglesia parroquial, del siglo XVII, en cuyo interior se conservan importantes tesoros artísticos, como un Zurbarán. Además, se debe mencionar la casona de las Ursulinas, donde se resguardaron –en plena Guerra de la Independencia– personalidades como el pintor Francisco de Goya y el escritor, jurista y político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos.

13) Cueva de «Los Casares»

Cueva de «Los Casares» en Riba de Saelices
Cueva de «Los Casares» en Riba de Saelices

«Los Casares» es uno de los principales yacimientos paleolíticos de la Península Ibérica. Se encuentra enclavado en las proximidades de Riba de Saelices, en la ladera del monte Mirón. “Desde su boca se divisa tanto el valle que se abre aguas abajo del río Linares como el encajonamiento que se produce aguas arriba del mismo. Por tanto, su posición de control es privilegiada”, indican Alberto Mingo, Jesús Barba, Miguel Ángel García y Ricardo Berzosa.

En consecuencia, no es extraño que en zona hayan existido poblamientos desde el Paleolítico. Pero también durante periodos muy posteriores. Por ejemplo, hay rastros de la época árabe. Más concretamente, de un poblado hispano–musulmán conservado en el exterior, que se constituye como un «yacimiento de ladera». ¡No te lo puedes perder!

14) Castillo de Zafra

Castillo de Zafra
Castillo de Zafra

Actualmente, este monumento es más conocido por haber sido escenario de la serie «Juego de tronos». Sin embargo, el castillo de Zafra es una fortaleza con una luenga historia. Se encuentra emplazada en el municipio de Campillo de Dueñas y su estilo es roquero. De hecho, se cree que los romanos ya pudieron ocupar la crestería en la que se sitúa, aunque la construcción más antigua que pudo establecerse en el lugar correspondió con la época visigoda…

El espacio también fue ocupado por los árabes y, posteriormente, fue reconvertido por los castellanos. No en vano, el aspecto actual del complejo se construyó entre la segunda mitad del siglo XII y los primeros años del XIII, por mandato de los señores de Molina de Aragón, que estaban consolidando su poderío en la zona. El fin de la guerra con los árabes y la fusión de Castilla y Aragón despojó a Zafra de su relevancia estratégica, por lo que comenzó a caer en la ruina. Desde 1971 se encuentra en manos privadas y sus propietarios han emprendido labores de restauración.

15) Parque Natural del Río Dulce

Parque Natural del Río Dulce
Parque Natural del Río Dulce

El Río Dulce es uno de los tres parques naturales con los que cuenta Guadalajara. Una distinción que recibió gracias a la riqueza natural y geológica que se adivina en su interior. Son 8.348 hectáreas que comprenden paisajes muy diversos. Desde hoces a parameras, pasando por amplios valles. Algo que se enfatiza en el decreto de declaración del espacio. “A pesar de su moderada extensión, el mencionado emplazamiento, donde se asientan las localidades de Jodra del Pinar, Pelegrina, La Cabrera y Aragosa, posee un notable desarrollo de formas geológicas asociadas, incluyendo abrigos, arcos de piedra, tormagales, setas y agujas”. Una estampa que llegó a encandilar a Félix Rodríguez de la Fuente, quien grabó varias escenas de «El hombre y la tierra» en este entorno.

16) Parque Natural del Alto Tajo

Salto de Poveda en el Parque Natural del Alto Tajo
Salto de Poveda en el Parque Natural del Alto Tajo

Se trata del espacio protegido más grande de Castilla–La Mancha. No en vano, alcanza las 175.000 hectáreas. Pero lo más relevante es la envergadura de su contenido. “Este área constituye el sistema de hoces fluviales más extenso de la región, en el que una gran diversidad geológica, climática y topográfica, unida a un excelente grado de conservación de los ecosistemas, configuran un espacio de excepcional importancia desde el punto de vista de la biodiversidad y el paisaje”, se asegura en la Ley 1/2000, de 6 de abril, por la que se establece el Parque Natural del Alto Tajo.

Tal es la riqueza rupícola del lugar que, en su totalidad, forma parte del Geoparque de Molina. Una vinculación que, además, viene de lejos. “El Geoparque surgió de la confluencia de varias personas. Una de ellas fue Rafael Ruiz, ex director del Parque Natural, que nos dio la primera idea y las nociones iniciales al respecto”, explicaba Juan Manuel Monasterio.

17) Subir al Ocejón

El Pico Ocejón desde Valverde de los Arroyos
El Pico Ocejón desde Valverde de los Arroyos

Se trata de la montaña más emblemática de Guadalajara. Y eso que no se constituye como la más elevada. Con sus 2.048 metros, el Ocejón es superado –en altura– por otros montes no muy lejanos. Entre ellos, el Pico del Lobo o el de las Tres Provincias. Sin embargo, ninguno de ellos posee la fama y proyección de esta cima, que es una de las más visitadas de la provincia…

De hecho, presenta varios caminos que permiten su ascensión. Quizá, los más conocidos parten de Valverde de los Arroyos y de Majaelrayo, respectivamente. Cada uno, desde una vertiente distinta. Pero todos ellos comparten diversas características, como su grandiosidad. Y, además, permiten conocer una comarca impresionante. Nos referimos a la «Arquitectura Negra», un concepto del que forman parte todos los pueblos ubicados a los pies del Ocejón.

18) Pantanos de Entrepeñas y Buendía

El Pantano de Estrepeñas desde el Mirador de San Julián en Sacedón
El Pantano de Estrepeñas desde el Mirador de San Julián en Sacedón

Cuando a finales de la década de 1950 se inauguraron estos embalses, muchos aseguraron que se convertirían en la panacea económica de la comarca. No en vano, durante los lustros siguientes se construyeron diversas urbanizaciones en su entorno. La práctica de deportes náuticos y el buen clima de la zona atrajeron al turismo del interior peninsular. Era el «Mar de Castilla».

Sin embargo, con el paso de los años llegó la explotación del trasvase Tajo–Segura. Y el agua embalsada descendió rápidamente. Por tanto, el interés de los visitantes se vio afectado. A pesar de ello, Entrepeñas y Buendía continúan siendo unos lugares muy atractivos. La realización de vela, la magnífica meteorología y la exuberante naturaleza del entorno son una ventaja comparativa evidente. Máxime en unos meses como los presentes, que han sido muy buenos en precipitaciones…

19) Trillo

Cascadas de Trillo
Cascadas de Trillo

Río arriba de Entrepeñas y Buendía aparece Trillo, a tan sólo unos pocos kilómetros los referidos pantanos. De hecho, el agua juega un papel fundamental en esta villa. En su casco histórico se funden el arroyo Cifuentes y el Tajo. Una desembocadura que es supervisada majestuosamente por el puente monumental del siglo XVI. Por tanto, y debido a esta preponderancia hídrica, no es extraño que –desde tiempos inmemoriales– también exista una riqueza termal. Allí se puede disfrutar del Balneario Carlos III, con unas instalaciones adaptadas a las exigencias actuales…

Empero, el patrimonio del municipio es muy variado. Sin ir más lejos, se ha de mencionar su trama urbana. “Estamos ante un pueblo de callejuelas pinas y plazas señoriales”, explica José Serrano Belinchón en su libro «La Alcarria de Guadalajara». Entre su patrimonio más destacado, el templo parroquial, de estilo renacentista. ¡Conócelo!

Bibliografía
ALMAZÁN DE GRACIA, Ángel. «Guía templaria de Guadalajara». Guadalajara: AACHE, 2012.
GARCÍA, Julián, GRAU, Joaquín y MARTÍN, Carlos. «La bóveda del aljibe del castillo de Jadraque». En Santiago HUERTA FERNÁNDEZ (Coord.). Actas del Séptimo Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 2011.
HERRERA CASADO, Antonio. «Guadalajara entera. Diez rutas para conocerla». Guadalajara: AACHE, 1999.
MINGO ÁLVAREZ, Alberto; BARBA REY, Jesús; GARCÍA VALERO, Miguel Ángel; BERZOSA DEL CAMPO, Ricardo. «El yacimiento prehistórico de Los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara): revisión del material lítico y cerámico depositado en el Museo Arqueológico Nacional y sus implicaciones crono-culturales». Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló, 32 (2014) pp.: 21-42.
SERRANO BELINCHÓN, José. «La Alcarria de Guadalajara». Guadalajara: AACHE, 2003.